Ribal al Assad, durante la entrevista en Madrid
Ribal al Assad, durante la entrevista en Madrid - IGNACIO GIL

Ribal al Assad: «La oposición siria que no lucha con armas no ha sido invitada a las negociaciones de paz»

Primo carnal del presidente sirio, cree que una alianza entre EE.UU. y Rusia es la única solución para acabar con Daesh

MADRID Actualizado: Guardar
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Ribal al Assad (Damasco, 1975) lleva años liderando la ONG Organización para la libertad y la democracia en Siria, y desde hace poco es también responsable de la Iman Foundation, que promueve el diálogo interreligioso y es contraria a los extremismos. A través de conferencias, que le han llevado a hablar ante el Parlamento británico, y la intermediación entre políticos y líderes religiosos, Al Assad hace un llamamiento para lograr que la democracia se abra paso en Siria.

Esta breve tarjeta de presentación resulta paradójica si se tiene en cuenta que este país lleva más de cuatro décadas gobernado con puño de hierro por su familia, los Al Assad. Ribal es sobrino de Hafez al Assad, que gobernó entre 1971 y 2000, e hijo de Rifaat al Assad, vicepresidente y responsable de una fuerza militar de élite a la que se responsabiliza de la matanza de Hama, cuya cifra de muertos nunca se ha podido precisar (entre 20.000 y 40.000).

En su gira por distintos países, Ribal, que vive a caballo entre Londres, París y Marbella, donde tiene una residencia su padre, ha visitado estos días nuestro país para impartir conferencias en el Instituto Atlántico de Gobierno y las Faes. En ellas realiza una radiografía de la situación geopolítica de Oriente Próximo y de los intereses económicos que la dominan, para intentar explicar porqué Siria ha llegado a la actual situación. En su exposición no aparece ni una sola vez el nombre de Bashar al Assad. «¿Para qué voy a contar lo que todo el mundo sabe?», se justifica en una entrevista con ABC. «No es un secreto que el régimen fue la causa de que empezara la crisis en Siria. No quiso hacer cambios cuando se lo pedimos». Y recuerda que «durante muchos años, líderes como Tony Blair, Madeleine Albrigh, secretaria de Estado con Bill Clinton; el presidente Chirac y el rey Abdalá de Jordania legitimaron a Bashar al Assad. ¿Qué iba a hacer entonces la oposición?».

La herencia de Bashar

Ribal critica al régimen sirio aunque resta responsabilidad a su primo, cuyas decisiones desde que asumió el poder en 2000 han sido, según él, ninguneadas por el círculo de hombres de confianza que heredó de su padre. «Hafez era muy inteligente y fue el que construyó el régimen –apunta–; mientras que Bashar no tiene ninguna experiencia militar, ni del partido Baaz, por lo que nunca va a poder gobernar un país como Siria».

Los países del Golfo han utilizado a los yihadistas como peones en su guerra de poder en Siria

Roto por cinco años de guerra civil, que suma ya más de 250.000 muertos y diez millones de desplazados (6,6 en el interior y 4,4 en el exterior), el país está dividido entre las fuerzas del régimen de Bashar al Assad y grupos islamistas extremistas, como Daesh y Al-Nusra (filial de Al Qaida en Siria), patrocinados «por los países del Golfo, como Arabia Saudí y Qatar, que querían una guerra sectaria e imponer la sharia». Estos grupos yihadistas, que se multiplicaron a partir de 2011 para evitar que germinara la Primavera Árabe, «y se contagiara a sus países», también se han convertido en «herramientas para alcanzar sus objetivos internacionales. Es una guerra de poder en la que los yihadistas son sus peones».

Malestar con Turquía

El malestar de Ribal al Assad hacia Turquía es claro, un país al que ve como un enemigo que quiere expandir su zona de influenciaamenazada por la presencia cada vez mayor de Irán, un socio importante para Siria. «Ha permitido la libre circulación de yihadistas internacionales por su territorio y ha comprado petróleo a Daesh».

Califica de «extorsión» el acuerdo que ha alcanzado Erdogan con Europa para acoger a los refugiados sirios; y consideraría un «error moral» que Turquía pueda ser aceptada dentro de la UE.

Para Ribal al Assad, sería un «error moral» que Turquía ingresara en la UE

Aunque aplaude la decisión de Obama de «no mandar tropas a Siria», se muestra muy crítico con EE.UU. y la comunidad internacional por no haber utilizado las vías diplomáticas mucho antes para frenar el conflicto civil. También hacia la ONU, que está arbitrando las conversaciones de paz para Siria que se están celebrando, de manera intermitente, en Ginebra. «Se tendría que organizar una conferencia internacional inclusiva, en la que participaran los grupos que defendieran los valores democráticos», y no solo aquellos que han sido sugeridos por Arabia Saudí y Qatar, que representan a los extremistas y a sus intereses; mientras «que la oposición moderada pacífica, que no lucha con armas, es la única que no ha sido invitada», en referencia a su propia ausencia de la mesa de conversaciones. «Además cómo voy sentarme con los otros grupos si estos me van a llamar infiel», ataja.

No hay sustituto para Bashar

Ribal al Assad se muestra poco optimista sobre un desenlace inmediato del conflicto. Y lo que teme, con cierta fustración, es que después de cinco años de guerra se vuelva al principio, esto es, mantener la dictadura de Bashar Al Assad como un mal menor frente al posible ascenso de un gobierno islamista extremista. «Hace unas semanas el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, se reunió en Moscú con el ministro de Exteriores ruso para negociar la salida de Bashar Al Assad. Lavrov le preguntó a Kerry si tenía un sustituto. Y le dijo que si no lo tenía entonces no había motivo para la marcha de Bashar», asegura Ribal.

Lo que sí tiene claro es que la única solución para acabar con el otro frente que atenaza a la población Siria, los yihadistas de Daesh, es la creación de una coalición entre EE.UU. y Rusia. «Los americanos llegaron antes pero no hicieron nada, la entrada de los rusos ha sido importante, aunque también persiguen sus propios intereses.

En cuanto a cuál es su preferencia como próximo presidente de EE.UU. no se muestra partidario de Hillary Clinton «porque apoyó la entrada en Irak, intervino en Libia y también quería hacerlo en Siria; mientras que Trump no desarrollaría una política intervencionista», indica.

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