Francisco de Andrés

Rectificar es de sabios

El poeta del sandinismo Ernesto Cardenal, de 94 años y suspendido como sacerdote por el Papa hace 35, se reconcilia con la Iglesia

Esta funcionalidad es sólo para registrados

De rodillas sobre la pista de aterrizaje del aeropuerto de Managua, el sacerdote Ernesto Cardenal no obtuvo el 4 de marzo de 1983 la bendición que pedía a Juan Pablo II y sí, en cambio, una dura reprimenda que dio la vuelta al mundo. Casi 35 años después, el exministro sandinista y laureado poeta nicaragüense ha vuelto a ponerse de rodillas ante un Papa para pedir perdón. Y Francisco se lo ha concedido. Ernesto Cardenal, suspendido desde 1984 de sus funciones como sacerdote por su negativa a abandonar la política, ha sido absuelto de todas las censuras eclesiásticas. Esta semana, revestido con la estola en su cama de un hospital de Managua, Cardenal r ecibió la Comunión de manos del nuncio. Con 94 años y gravemente enfermo, el poeta del sandinismo y rapsoda de la Teología de la Liberación morirá como sacerdote y reconciliado con la Iglesia.

La noticia ha sido un soplo de aire puro en los medios, acostumbrados desde hace tiempo a publicar solo noticias escabrosas y denuncias contra el sacerdocio católico. El Vaticano ha podido comprobar que Ernesto Cardenal cumplió delicadamente las penas canónicas, lleva muchos años apartado de la política, y recientemente pidió por escrito al Papa Francisco el perdón y el regreso al sacerdocio.

El retorno de Ernesto Cardenal al seno de la Iglesia sella, en cierto modo, una etapa convulsa y marcadamente ideológica de la izquierda política nicaragüense, y en general de los movimientos «liberacionistas» latinoamericanos de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Su peculiar maridaje de categorías marxistas con valores cristianos produjo errores prácticos de cajón, tanto en las guerrillas como en los gobiernos que surgieron entonces inspirados por sus principios. Pero al menos había idealismo en muchos de sus líderes. Existía un impulso emocional y un afán de justicia social que hoy brilla por su ausencia en el neosandinismo marrullero del matrimonio Ortega, groseramente obsesionado por aferrarse al poder a toda costa.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación