¿Quién gana y quién pierde en el acuerdo entre Trump y AMLO?

Los presidentes de EE.UU. y México tratan de aparecer como vencedores de un pulso en el que se mezclaban la inmigración y los intereses comerciales

Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador EP / AFP

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La lectura inmediata del acuerdo alcanzado este viernes entre Estados Unidos y México sobre inmigración es que supone una victoria para Donald Trump . El presidente de EE.UU. ha mostrado bíceps comercial para forzar a su vecino del sur a tomar medidas sobre inmigración en su propio territorio y contener la riada de inmigrantes centroamericanos que atraviesan México para pedir asilo en EE.UU.

Trump necesitaba una buena noticia en inmigración -uno de los pilares de su ascenso al poder y una constante en su Gobierno- después de reveses constantes, tanto en el Congreso -que no le ha dado financiación para el muro con México- como en los tribunales, que han bloqueado muchas de sus iniciativas más agresivas. De momento, puede presumir que ha torcido el brazo de México con la amenaza de una guerra comercial .

Lo discutible es cuánto se ha torcido el brazo mexicano y qué resultados asegura el acuerdo. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador se compromete a reforzar el control de entrada de inmigrantes desde la frontera con Guatemala , incluyendo el despliegue de 6.000 miembros de la Guardia Nacional en la zona fronteriza . Ambos países también acuerdan continuar la política iniciada por la Administración Trump de devolver a solicitantes de asilo a territorio mexicano mientras se cursan sus casos.

Sin embargo, no hay compromisos claros sobre cuánto se reducirá la entrada de inmigrantes indocumentados en EE.UU. El pasado mayo, la Patrulla de Fronteras detuvo a más de 144.000 personas, el peor dato mensual en más de una década. En las negociaciones, México proponía tratar de bajo a niveles alrededor de 60.000 detenciones, pero los representantes de Trump buscaban compromisos para que bajara hasta las 20.000.

Ningún número se ha decretado finalmente, lo que da flexibilidad a México sobre los resultados de su reforzamiento migratorio en la frontera con Guatemala. La amenaza inicial de Trump -arancel inicial del 5% «hasta el momento en el que PARE la entrada ilegal de emigrantes desde México»- queda diluida, aunque eso hay que atribuirlo al estilo hiperbólico del presidente de EE.UU.

Otra sombra en el acuerdo es que el compromiso de México a recibir a los solicitantes de asilo mientras EE.UU. tramita sus casos dependerá de los tribunales estadounidenses. El programa, denominado «Remain in Mexico» («Quedarse en México») fue contestado por organizaciones de derechos civiles estadounidenses y está pendiente de la Justicia. Después de que fuera suspendido brevemente en abril por un juzgado, un tribunal de apelaciones lo restituyó temporalmente hasta que se entre en el fondo de la cuestión.

Lo que AMLO vende como éxito

A México solo le queda celebrar que no ha cedido en todo. La diplomacia mexicana está vendiendo como un éxito que Trump no consiguiera que aceptara convertirse en «Tercer país seguro», una estipulación por la que los solicitantes de asilo a EE.UU. lo harían desde México, librando así a EE.UU. de la obligación de ocuparse de ellos mientras se cursan sus solicitudes. Las autoridades estadounidenses no tienen la capacidad judicial y legal de absorber el aluvión de inmigrantes que ingresa en su territorio desde el año pasado. Como no puede dejar en detención a la mayoría de ellos -son familias o menores- se ven en la obligación de liberarlos mientras llega su cita con el juez de inmigración, algo que puede tardar meses.

Pero es una cesión en toda regla el despliegue militar masivo y la recepción de solicitantes de asilo, aunque esté pendiente de los tribunales.

El gran éxito para México, sin embargo, ha sido librarse de los aranceles . La barrera comercial, destinada a elevarse hasta el 25% si no contenía el paso de inmigrantes , es perjudicial para ambos países, pero especialmente para México, que envía el 80% de sus exportaciones a su vecino del norte. El sector privado mexicano no tardó en celebrar el acuerdo.

Final abierto

En cualquier caso, la disputa migratoria no se cierra con este acuerdo, que, al contrario, deja un final abierto. Trump puede volver a sacar el fantasma de los aranceles si quiere más concesiones y, además, las provisiones en el acuerdo sobre el fondo del problema -las condiciones socioeconómicas en los países centroamericanos que provocan la emigración de millones de personas- son muy difusas, apenas una voluntad de EE.UU. a invertir en Guatemala, Honduras o El Salvador, aunque hace pocos meses redujo su ayuda al desarrollo en la región.

De vuelta en EE.UU. el acuerdo es también una victoria para Trump, porque evita la imposición de unos aranceles que casi nadie en EE.UU. quería: el tejido empresarial avisaba del grave impacto en la economía del país y los republicanos organizaban una rebelión legislativa para bloquear la medida en el Congreso.

Desde que Trump hizo pública su amenaza, la pregunta era cómo saldría de ella sin perjudicar a los intereses del país con una nueva guerra comercial, que se sumaría a la que mantiene con China. Lo ha hecho con compromisos prometedores de México, pero es difícil calibrar el impacto de un acuerdo que deja muchos aspectos clave abiertos.

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