Trump abre una nueva vía de «cooperación» con Putin y de tensión con Europa

Los dos líderes se comprometen a colaborar en terrorismo internacional y otras asuntos, incluido Ucrania, mientras se descubre la brecha con las potencias europeas

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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Donald Trump cuidó la escenografía del contacto diplomático más importante y más esperado desde que llegó a la Casa Blanca: la llamada telefónica este sábado con su homólogo ruso, Vladimir Putin. El presidente se fotografió agarrado al teléfono, con gesto serio, en su escritorio del Despacho Oval, sitiado por pilas de documentos. De fondo, un retrato de su antecesor Andrew Jackson, presidente de EE.UU. entre 1829 y 1837, con el que se ha comparado a Trump por su mensaje populista (fue el propio presidente quien decidió colgarlo ahí nada más llegar a la Casa Blanca). A su alrededor, su equipo más cercano: el vicepresidente, Mike Pence; el estratega jefe, Stephen Bannon; el jefe de Gabinete, Rence Priebus; el asesor en seguridad, Michael Flynn; y su portavoz, Sean Spicer.

La llamada abre un nuevo periodo de colaboración entre Washington y Moscú, después de las fuertes tensiones con el Gobierno de Obama y de las injerencias de Rusia en las elecciones presidenciales de EE.UU. Trump ha mantenido desde el comienzo de su campaña que su intención es tener una relación positiva con Rusia y ha mostrado sintonía con Putin, para escándalo de muchos. Antes de la llamada, el senador y ex candidato presidencial republicano John McCain exigió que no se levantaran las sanciones contra Rusia y Putin, al que calificó de «criminal y matón». Los informes de la inteligencia de EE.UU. concluyeron que Rusia había tratado de influir en las elecciones presidenciales a través de ciberataques -algo que Trump negó durante meses- y que su objetivo era favorecer la victoria del actual presidente.

Según deslizó el Kremlin, ambos líderes hablaron por teléfono de su «disposición para trabajar de manera conjunta y activa en la estabilización y el desarrollo de la cooperación entre Rusia y EE.UU.». El objetivo es la colaboración en asuntos como la lucha contra el terrorismo, la inestabilidad en Oriente Medio, el conflicto árabe-israelí, la no proliferación de armas nucleares, Corea del Norte y el programa nuclear de Irán. Trump y Putin también hablaron, según Moscú, de los aspectos fundamentales de «la crisis en Ucrania», donde también cooperarán, lo que mantiene la puerta abierta sobre un hipotético levantamiento de sanciones de EE.UU. a Rusia por sus actividades en Ucrania. En la víspera, en su encuentro con la primera ministra británica, Theresa May, Trump no quiso descartar el levantamiento y se limitó a decir que era «demasiado pronto» para tratarlo.

Los mandatarios también se comprometieron a priorizar los esfuerzos contra el terrorismo y a establecer una «coordinación real» en la lucha contra Daesh en Siria. La llamada duró 50 minutos, tuvo un tono «positivo», acordaron mantener «contactos personales regulares» y que van a trabajar para fijar la fecha y lugar de un encuentro en persona.

El tono de la llamada contrasta con el aumento de la tensión entre la Administración Trump y sus grandes socios tradicionales en Europa, como Francia y Alemania. El contacto telefónico con Putin fue solo parte de la intensa agenda diplomática con la que este sábado cumplió Trump, la de mayor envergadura desde que aterrizó en la Casa Blanca. Dos de esas llamadas fueron con la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, combativos, sobre todo este último, con las posiciones de Trump.

Hollande le dijo a su homólogo estadounidense que las sanciones a Rusia solo podrían desaparecer si Moscú se adhiere a cumplir los términos del acuerdo de paz de Minsk sobre el Este de Ucrania, algo que Trump no ha señalado en ningún momento como una condición para revisar las medidas punitivas. Además, también advirtió que su Gobierno debe respetar el acuerdo nuclear con Irán.

Desde Lisboa, donde asistía a una cumbre de los países del Sur de Europa, Hollande aseguró que Trump fomenta «el populismo e incluso el extremismo». El presidente francés defendió que hay que «responder» de forma «firme» a Trump cuando aplaude el Brexit como modelo para otros países -el viernes dijo que era algo «maravilloso»- o cuando cuestiona la necesidad del acuerdo contra el cambio climático.

Hollande se había reunido el día anterior en Berlín con Merkel, el mismo día en el que Trump firmaba una orden ejecutiva para impedir la entrada de refugiados en EE.UU. y de viajeros de siete países de mayoría musulmana. Ambos coincidieron en los «desafíos» que Trump supone en la defensa de «sociedades libres» y del «libre comercio», otra de las batallas del presidente estadounidense.

En la imagen que la Casa Blanca difundió de la llamada de Trump a Merkel, solo aparecen en escena Priebus y Flynn, en una señal clara de por dónde caminan las prioridades de la nueva administración. La relación entre ambos no ha sido fluida hasta el momento. Durante la campaña, Trump criticó la política de acogida de refugiados de Alemania, que calificó de «error catastrófico» en una entrevista con «Bild», donde sin embargo también denominó a Merkel como «de lejos, la líder más importante de Europa». Merkel, por su parte, ha sido cauta con Trump, con quien dijo estar dispuesta a cooperar «de cerca» si respeta los «valores comunes» de Alemania y EE.UU. como «la democracia, la libertad y el respeto por la ley y por la dignidad humana, sin distinción de color de piel, religión, género, orientación sexual o pensamiento político».

Sobre un hipotético levantamiento de sanciones a Rusia, ha defendido, en la misma línea que Francia y el resto de la Unión Europea, que dependerán del cumplimiento del acuerdo de Minsk.

También con Shinzo Abe

Ahí no acabó la actividad diplomática de Trump: a primera hora de la mañana habló con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe. Según dejó saber la Casa Blanca, Trump le constató «el compromiso inquebrantable de EE.UU. en mantener la seguridad de Japón» y repasaron detalles sobre la próxima visita del secretario de Defensa, James Mattis, a Asia, con parada en Japón. La tensión en la región del Pacífico se ha disparado con el expansionismo chino en el Mar de la China Meridional y en las islas Senkaku, cuya soberanía disputa a Japón.

Durante la campaña, Trump se esforzó en aliviar esas tensiones: dijo que EE.UU. se gasta demasiado dinero en la protección militar de Japón e incluso llegó a sugerir que el Gobierno nipón desarrolle su propio programa de armas nucleares.

La Casa Blanca también dijo que Trump y Abe se consultarán y cooperarán sobre «la amenaza que supone Corea del Norte» y que reforzarán «el comercio bilateral». El presidente de EE.UU. acaba de decretar la salida del Tratado de Libre Comercio Transpacífico, en el que su país y Japón son las principales economías. Con Malcolm Turnbull, presidente de otro país firmante, Australia, también habló por teléfono a última hora del día.

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