El opositor Oscar Elías Biscet, con un ejemplar de la Constitución cubana de 1940, durante la conferencia sobre derechos humanos que ha ofrecido este lunes en Madrid
El opositor Oscar Elías Biscet, con un ejemplar de la Constitución cubana de 1940, durante la conferencia sobre derechos humanos que ha ofrecido este lunes en Madrid - EFE
Entrevista al opositor cubano Oscar E. Biscet

«Al pueblo solo le van a llegar migajas de la apertura entre Cuba y EE.UU.»

El disidente, miembro del «Grupo de los 75» detenido en la Primavera Negra de 2003, asegura que «con el apoyo de la comunidad internacional democrática y libre, el proceso hacia la libertad se aceleraría y sería menos traumático para los opositores»

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Al cubano corriente no le han llegado todavía los frutos del deshielo con Estados Unidos y de la limitada apertura económica en la isla. Así lo cree el disidente Oscar Elías Biscet, presidente de la Fundación Lawton por los Derechos Humanos, que durante su gira por Europa y EE.UU. ha asegurado en Madrid que «el pueblo cubano vive alejado de esos beneficios, aunque siempre le van a llegar algunas migajas económicas, no de libertad, de esa apertura entre gobiernos».

Prisionero de conciencia durante más de once años, Biscet sostiene que el restablecimiento de las relaciones entre los dos eternos enemigos «es un problema de gobiernos en el que ambos buscan lo mejor para sus administraciones». Con el deshielo y las reformas económicas «las empresas estatatales se han beneficiado, la gente ha podido comprar casas, móviles...

pero no ha habido ninguna mejora sustancial en el campo cívico-político». «Al menos ahora los cubanos pueden exhibir la bandera estadounidense sin correr el riesgo de que les golpeen», ironiza durante la entrevista con ABC.

Fue encarcelado por denunciar las prácticas abortivas en el hospital que trabajaba como médico

Es la primera vez que Oscar Elías Biscet (La Habana, 1961) sale de Cuba desde que fue excarcelado en 2011, tras recibir una condena a 25 años en la Primavera Negra de 2003. El régimen castrista ha autorizado un único viaje al extranjero a varios de los disidentes del «Grupo de los 75» que descartaron el exilio. Biscet, un médico internista que en 1998 denunció la práctica de abortos en un hospital de La Habana, está sacando provecho a esa única oportunidad. Invitado a Budapest por Fidesz, el partido en el poder, la semana pasada fue recibido por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. En Madrid hizo un repaso a los derechos humanos en la isla durante una conferencia ofrecida este lunes en la asociación Derecho a Vivir. En Estados Unidos, la última parte de la gira, está previsto que reciba de manos de George W. Bush la Medalla Presidencial de la Libertad que le concedió en 2007 cuando ocupaba la Casa Blanca.

Biscet lanzó en 1997 la Fundación Lawton para promover de forma pacífica la defensa de los derechos humanos en Cuba, partiendo del derecho a la vida. Ese año realizó un estudio sobre el uso de un fármaco abortivo en el hospital materno-infantil 10 de Octubre, el antiguo Hijas de Galicia, donde atendía a mujeres embarazadas como especialista en medicina interna. «Rivanol: un método para destruir la vida», era el nombre del informe que el opositor cubano presentó primero ante la Justicia y luego a Fidel Castro, para acabar sin trabajo y en la cárcel. «En el estudio científico denuncié los asesinatos de personas que nacían vivas de un aborto y los mataban». Durante su presidio, Oscar sufrió torturas como el «estrangulamiento incompleto» (al límite de la asfixia) o la convivencia con «delincuentes asesinos para que no dejes de pensar en la muerte».

Apoyo de la comunidad internacional

A la pregunta de si piensa que la comunidad internacional ha abandonado a la disidencia cubana, el exprisionero de conciencia de la Primavera Negra respondió que «somos los cubanos quienes debemos desarrollar nuestro proceso hacia la libertad». Aunque precisó que «si tenemos el apoyo de la comunidad internacional democrática y libre, ese proceso se aceleraría y sería menos traumático para los opositores».

En su valoración del reciente congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC, único) -en el que Raúl Castro fue ratificado como primer secretario-, asegura que ha supuesto «más comunismo, más represión y más violaciones a los derechos humanos». Biscet no fue invitado a la reunión que Barack Obama mantuvo con disidentes durante su histórico viaje a Cuba en marzo. Su interpretación es que su proyecto de país «no cuenta con el régimen para el cambio, queremos hacer una transformación tan profunda que la llamamos la revolución de los derechos humanos no violenta».

El opositor cubano es líder del Proyecto Emilia, un «desafío político masivo no violento» al estilo Gandhi contra «la dictadura totalitaria de los Castro». Por ello quedarse no está entre sus planes: «Tengo que regresar a Cuba por un problema de conciencia, para luchar junto a mi pueblo y conquistar la libertad».

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