La primera ministra británica, Theresa May
La primera ministra británica, Theresa May - REUTERS

May, primer líder europeo que visitará al presidente Trump

El viaje de la «premier» británica se producirá en primavera, cuando debe arrancar el Brexit

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El primer movimiento diplomático de la Administración Trump con la Unión Europea apunta al Reino Unido. En su medio de comunicación habitual, su cuenta de Twitter, el todavía presidente electo desveló que en primavera recibirá en la Casa Blanca a la primera ministra Theresa May. Aunque Donald Trump aún no ha tomado posesión (lo hará el próximo día 20 de enero) y su equipo está pendiente de recibir la ratificación del Senado, previsiblemente esta misma semana, el futuro secretario de Estado, Rex Tillerson, trabaja ya en la sombra en un futuro calendario de relaciones exteriores.

No es sorprendente que el nuevo presidente de Estados Unidos mantenga al Reino Unido como «aliado» prioritario, como reafirma en su tuit, aunque la pasada elección presidencial y las semanas posteriores habían levantado un obstáculo, en la persona del nacionalista inglés Nigel Farage, estrecho colaborador del victorioso magnate y enemigo político de la primera ministra Theresa May.

Además, el considerado impulsor del Brexit, la salida de la Unión Europea aprobada en referéndum que las autoridades británicas han empezado a negociar con Bruselas, había fortalecido su imagen con el presidente electo de Estados Unidos como núcleo del movimiento populista que amenaza al mundo.

Pero la política acaba devolviendo las aguas a su cauce, incluso si el actor protagonista de la película es el impredecible promotor neoyorquino. Su confirmación en la red social Twitter del futuro encuentro en Washington, acompañada del calificativo de «muy especial», viene precedida de algunos guiños recientes que habían contribuido a limar asperezas.

Aunque Theresa May se reafirmó en sus declaraciones críticas hacia el futuro inquilino de la Casa Blancapor su trato a las mujeres durante la campaña, declaró a los medios que ya le había «perdonado».

Apoyo a Israel

Días antes, la primera ministra británica había respaldado las declaraciones de apoyo de Donald Trump a Israel y cuestionado el duro discurso del actual secretario de Estado, John Kerry, contra los asentamientos israelíes en su territorio ocupado de Cisjordania. La reacción de May contrastaba con la actuación británica previa a la votación de la resolución de Naciones Unidas que condenó a Israel por esta política, gracias a la abstención estadounidense, orquestada por Londres, según Tel Aviv. El giro de la Administración Obama rompió con la larga tradición norteamericana de veto a cualquier iniciativa contraria al país hebreo.

El buen entendimiento de Donald Trump y la primera ministra británica contrasta sin embargo con la frialdad inicial de la relación entre el magnate y la canciller alemana, Angela Merkel, quien, al contrario que la premier británica, no le llamó para felicitarle por la victoria electoral y difundió un comunicado de defensa de los derechos humanos. Desde que Donald Trump se distanciara en campaña de los países europeos, una de las incógnitas es la relación con su futura Administración.

El busto de Churchill

El reciente anuncio del futuro presidente de Estados Unidos de que colocará en el Despacho Oval de la Casa Blanca el busto de Winston Churchill también ha allanado el camino con el Gobierno británico. Se trata de una estatua que regaló hace unos años el primer ministro Tony Blair al entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en pleno idilio político. La polémica saltó cuando su sucesor, Barack Obama, decidió sustituir la estatua por otra del histórico líder antisegregacionista Martin Luther King.

El ahora presidente saliente ha reiterado en varias ocasiones que hay una estatua del célebre premier británico en sus estancias privadas, que ve «todos los días», y que «es un hombre que siempre le ha gustado». La discusión se reavivó hace unos meses cuando el actual ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, afirmó que la decisión de Obama de retirar el busto del Despacho Oval había sido «una afrenta a Gran Bretaña».

El todavía presidente electo de Estados Unidos mantiene un estrecho vínculo personal con el Reino Unido, en concreto con Escocia, donde mantiene algunos negocios, como dos campos de golf con su respectivo hotel resort: el exclusivo Turnberry, que inauguró precisamente la víspera del referéndum del Brexit, cuando aprovechó también para apoyarlo, y el Aberdeen Shire.

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