El presidente ucraniano acude a Chernóbil en el 35º aniversario de la catástrofe

«La explosión y sus consecuencias transformaron el mundo, mostró a la humanidad que hay desgracias que nos afectan a cada uno de nosotros y a todos juntos», dijo Zelenski en el acto de recuerdo a las víctimas de la tragedia

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Cuando se produjo el accidente nuclear en la Central Atómica de Chernóbil, hace ahora justo 35 años, el actual presidente ucraniano, Volodímir Zelenski , tenía ocho años y acababa de regresar a su ciudad natal de Krivói Rog, en la parte sur de Ucrania, tras regresar de vivir cuatro años en Mongolia, en donde su padre estuvo destinado. La responsabilidad de aquella catástrofe recayó totalmente sobre Moscú, de donde partió la orden de efectuar la prueba experimental que terminó desbocando el reactor número 4 y provocando que reventara.

Sin embargo, cada aniversario de la tragedia, es de rigor que el jefe de Estado en ejercicio, sea el que sea, acuda a la «zona de exclusión» de aquella fatídica planta nuclear para recordar a las víctimas. Es lo que hizo ayer Zelenski y pronunció las obviedades que sus predecesores pusieron ya de manifiesto. «La explosión en la central de Chernóbil y sus consecuencias transformaron el mundo , afectó a muchas personas (...) mostró a la humanidad que hay desgracias que nos afectan a cada uno de nosotros y a todos juntos«, fueron algunas de sus frases.

Durante muchos años, las autoridades ucranianas emplazaron a la comunidad mundial a arrimar el hombro para ayudar en la limpieza de las zonas contaminadas y a construir el recubrimiento del reactor siniestrado, tareas que se han logrado aunque no sin dificultades. El propio Zelenski estuvo presente, en julio de 2019, en la «entrega», por parte del Banco de Reconstrucción y Desarrollo Europeo (BERD), del nuevo sarcófago para sellar de forma segura el reactor. La cubierta vieja, construida deprisa y corriendo tras el accidente, estaba ya resquebrajada.

El enorme arco había sido ya instalado en noviembre de 2016 en sustitución del sarcófago inicial, que duró 30 años, pero fue en 2019 cuando Kiev adquirió el control total sobre la infraestructura y la gestión de la central, de la « zona de exclusión «, que tiene un radio de 30 kilómetros, y de los silos en donde se almacenan los residuos radiactivos y el material móvil empleado en los primeros días tras la explosión (helicópteros, grúas, excavadoras, camiones, coches de bomberos y otros vehículos), profundamente contaminados por la radiación y por eso inservibles.

El proyecto que el Gobierno ucraniano trata ahora de promover y para el que también solicita ayudas es el de hacer de todo el área de Chernóbil, que incluye la ciudad fantasma de Prípiats , lugar donde vivía la mayor parte del personal que trabajaba en la planta nuclear (unas 50.000 personas incluyendo sus familias), un entorno para la memoria de quienes dejaron su vida y su salud en la lucha contra el letal escape atómico y de quienes de forma involuntaria sufrieron la nube radiactiva a lo largo de una enorme extensión de territorio en Ucrania, Bielorrusia y Rusia, consecuencias que todavía perduran.

Kiev pretende ahora que la Unesco otorgue a Chernóbil el estatus de Patrimonio Mundial de la Humanidad como forma de atraer todavía más el interés de posibles visitantes y de subrayar que Ucrania heredó de la desaparecida Unión Soviética las secuelas de aquel terrible accidente, cuyos principales causantes estaban en Moscú y cuyas ocultaciones y órdenes erróneas no hicieron sino agravar todavía más el drama.

La central atómica en donde tuvo lugar el mayor desastre de la historia de la industria nuclear civil goza de mucha atracción. De ahí que se decidiera organizar una peculiar forma de turismo, prácticamente de aventura. Lo propició la miniserie de HBO « Chernobyl «, aunque la pandemia de Covid lo ha paralizado momentáneamente. El domingo, un avión de pasajeros sobrevoló toda la »zona de exclusión« de Chernóbil y permitió hacer fotos desde ángulos hasta ahora inéditos para los turistas. El vuelo tuvo un precio de de unos 90 euros por pasaje.

Aquella fuga radiactiva, causada por dos explosiones sucesivas en el reactor número 4, dejó escapar toneladas de isótopos de uranio, plutonio, cesio, estroncio, yodo y americio , algunos con una vida media de decenas de miles de años. Causó miles de muertos. Se tardó 10 días en taponar el escape. La superficie contaminada es de unos 150.000 kilómetros cuadrados, la mitad de Italia, y continuará en ese estado durante mucho tiempo.

La cantidad de radiactividad liberada fue equivalente a 500 bombas atómicas como la de Hiroshima . Sobre aquella escalofriante catástrofe se han filmado en los últimos años varias películas de ficción y documentales. Se han escrito libros, tesis doctorales y se han organizado centenares de seminarios.

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