El favorito en Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa
El favorito en Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa - AFP

Portugal se inclina por un presidente conservador para castigar al Gobierno de Costa

Rebelo de Sousa podría obtener hoy más del 50 por ciento de votos y hacer innecesaria la segunda vuelta

LISBOA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Si la apabullante unanimidad de los sondeos llega a cumplirse hoy domingo, Portugal se encamina hacia una cohabitación entre un presidente conservador y un primer ministro socialista. El vuelco se ha producido al mando del Ejecutivo, después de que por primera vez no gobierne la lista más votada gracias a los pactos puntuales auspiciados por el socialista António Costa en contra de las directrices de los históricos del partido.Y ahora, en el Palácio de Ajuda, todo apunta a que no le acompañará una figura de su entorno, aunque en cualquier caso ni António Sampaio da Nóvoa ni Maria de Belém (los mejor situados en ese flanco) son proclives a los frágiles acuerdos con la izquierda radical por los que tanto suspira el PSOE.

La fama televisiva de Marcelo Rebelo de Sousa dispara su gancho público, sustentado también en una gran habilidad para contentar a los sectores más centristas e incluso a lo que se considera ultraderecha en el país vecino. Sus opiniones han sentado cátedra desde la cadena privada TVI y le han granjeado un caché del que, a ese nivel, adolecen sus oponentes. Las encuestas le auguran un porcentaje de sufragios que oscila entre el 50 y el 55%, frente al 15% por el que se deslizan los citados contrincantes, que se conformarían con forzar una segunda vuelta el 14 de febrero.Si se confirma esta tendencia, el mensaje está claro: los portugueses, que se decantaron en los comicios legislativos por Passos Coelho que por Costa (107 frente a 86, aunque sin alcanzar los 116 necesarios para la mayoría absoluta en el Parlamento), castigarían en las urnas la deriva elegida por los socialistas al negarse a una gran coalición.

La sobriedad exhibida hasta ahora por don Marcelo le convierte en plato de buen gusto para unos ciudadanos hartos de recortes, sí, pero igualmente de experimentos que atraigan la inestabilidad, como está sucediendo actualmente. Las entidades bancarias constituyen el gran talón de Aquiles al otro lado de la frontera. La nefasta gestión en los casos de Banif y de Novo Banco continúa planeando sobre los datos macroeconómicos y la gente de a pie ve con preocupación el retorno de la troika a Lisboa. António Costa otorgó prioridad a su ambición en lugar de anteponer el sentido de Estado. Y ahora se pondrá difícil su tránsito en los meses venideros de refrendarse la ascensión del presidente consensuado por la derecha, quien se encuentra ante la gran ocasión de su sólido currículum.

Ahí es donde reside uno de los principales errores del Partido Socialista a lo largo de estos meses, pues no ha sabido articular sus apoyos hacia un único candidato capaz de plantar cara a Rebelo de Sousa. Hay varios aspirantes en esta órbita y eso no ha hecho más que debilitar sus posibilidades de derrotar a su enemigo número uno. Hasta el propio José Sócrates, de quien se dice que tal vez se decida a presentarse para este sillón en la próxima convocatoria, ha alzado su voz en este sentido. Así, se ha quejado de que la formación ha mostrado una verdadera incapacidad para proyectarse con un único rostro.

Aviso para navegantes

¿Y qué ocurre con los candidatos más extremistas? Pues también existen, aunque con un arco de seguidores mucho menor, según testimonian los estudios previos. Marisa Matias, del Bloco de Esquerda, recibió hace unos días el respaldo de Pablo Iglesias. Fue la antesala para que la coalición devolviera el favor a Podemos pidiendo la reedición en España del «pacto a la portuguesa», es decir, para evitar a toda costa que Mariano Rajoy pueda repetir en La Moncloa y dar entrada a Pedro Sánchez con las manos atadas por el partido fraguado en las calles durante el 15-M. En cuanto al Partido Comunista Portugués, su propuesta desemboca en la gran sorpresa que protagonizó Edgar Silva recientemente, pues se permitió declarar que no está demostrado que Corea del Norte sea una dictadura.

El complejo panorama arroja una pregunta que se hacen muchos portugueses: si la izquierda se ha afanado en obstaculizar el segundo mandato del conservador Passos Coelho como primer ministro, ¿por qué no ha evidenciado la misma celeridad a la hora de unificar su candidatura a la presidencia de la República? La respuesta parece dirigirse en una dirección: por la sencilla razón de que la armonía que supuestamente reina en ese ámbito no es tal en la práctica y esconde más sombras que luces. En consecuencia, Portugal vuelve a sumergirse en la incertidumbre, una circunstancia que se ha transformado en endémica y que a nadie extraña en la patria del fado y de la melancolía en forma de «saudade».

Ver los comentarios