Los populistas ponen a la CDU contra las cuerdas en el este de Alemania

Esa coalición forzada, como era previsible, apenas ha podido ponerse de acuerdo en nada y ha permanecido en crisis perenne, constantemente más cerca de la ruptura que de la estabilidad

Quién ha ganado las elecciones en Alemania

Un cartel que muestra a Oliver Kirchner, máximo candidato del partido de extrema derecha AFD en las elecciones federales de Sajonia-Anhalt Reuters

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La última legislatura en Sajonia Anhalt, un antiguo territorio de la RDA comunista y en el que viven alrededor de dos millones de alemanes, ha sido de infarto. En las elecciones de 2016 ganó la CDU de Merkel con el 30% de los votos, pero hubo de formar coalición de gobierno con los socialdemócratas del SPD y con Los Verdes para evitar una asociación con la segunda fuerza política más fuerte, el partido antieuropeo y populista Alternativa para Alemania (AfD), que obtuvo el 24,3% de los votos. Esa coalición forzada, como era previsible, apenas ha podido ponerse de acuerdo en nada y ha permanecido en crisis perenne, constantemente más cerca de la ruptura que de la estabilidad.

Y no parece que las elecciones que se vuelven a celebrar este domingo vayan a devolver la tranquilidad política a la región. Si en 2016 el malestar que acarreó la crisis de los refugiados engordó de voto enfadado los resultados de AfD, las restricciones por la pandemia han vuelto a inflar unas encuestas en las que había ido perdiendo fuelle. Hay sondeos, como el último publicado por Bild, que dan la victoria a la extrema derecha con un 26% de los votos, por delante de la CDU que descendería esta vez hasta el 25%. Alemania aguarda el desenlace con la respiración contenida, cuando quedan ya solo unos meses para que desaparezca la figura política que, a modo de clave de bóveda, ha mantenido en equilibrio esta delicada estructura: la canciller Angela Merkel .

En su último mitin de campaña, en Magdeburgo, el candidato de AfD actuó la noche del viernes como hombre orquesta. Mecánico que regenta su propio concesionario, Oliver Kirchner subió al escenario con la guitarra y comenzó cantando un viejo éxito de los ochenta que popularizó la banda Keimzeit, «Me voy a Singapur». Cuenta la historia de un capitán alemán que ha perdido la pierna en la guerra y que ya no reconoce su país como su hogar, por lo que sueña con un nuevo comienzo en la república asiática. Tras agradecer los entregados aplausos, se estiró la corbata y arrancó con su arenga contra la inmigración, contra Bruselas y contra las mascarillas. Sobre el escenario, el lema de su campaña en letras luminosas: «Todo por la patria». «La inmigración ilegal desde terceros países seguros ya está adquiriendo dimensiones tales que la identidad de nuestro pueblo nacional está en peligro permanente». En lugar de inmigrantes, reivindica «más bebés alemanes» y se queja de que en su distrito, Magdeburg-Sudenburg, “cada vez más tiendas de extranjeros. De matute cuela alguna amenaza a los medios de comunicación. «Alguien, en algún momento, le apretará la corbata al cuello a Richter en Deutschlandfunk», le dice a la radio pública.

Pero lo que mantiene en vilo a Alemania no es el discurso del «Ala» de AfD, la fracción más dura de la extrema derecha a la que Kirchner pertenece, ya por todos conocido, sino la reacción que esta vez edifiquen la conservadora CDU en torno a él. Es de dominio público que alrededor de una tercera parte de los diputados regionales de la CDU simpatizan con Kirchner , tratan de hacerse con sus políticas y algunos incluso hacen declaraciones públicas en las que expresan su deseo de trabajar juntos. Ya hubo un intento regional de sumar fuerzas con AfD en Turingia y una llamada de Merkel desde Berlín obligó a desmontar una coalición de gobierno recién acordada. La pregunta es si el nuevo líder al que ha pasado el testigo, Armin Laschet , presidente de la CDU que acaba de hacerse con las riendas del partido, tendrá la misma autoridad interna como para volver a parar algo así. Las encuestas avanzan que quedará contra las cuerdas. «Lo tenemos muy difícil», reconoce el presidente regional conservador Reiner Haselhoff, «en el resto de Alemania nuestro principal contrincante electoral son Los Verdes y aquí es AfD, por lo que nuestro discurso y nuestras posibilidades de estrategia electoral son muy restringidos».

Si pierde el puesto de partido más votado, estas regionales supondrán un duro golpe para la CDU de cara a septiembre. Si gana pero ha de repetir una coalición imposible, tampoco ofrecerá una imagen demasiado edificante. Un resultado positivo podría además estimular el voto populista en el resto de Alemania. A escala federal AfD ha caído a niveles en torno al 10%, pero en esta zona del país tiene al menos uno de cada cuatro votos y amenaza seriamente con quedar como partido más votado.

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