Pedro Rodríguez - DE LEJOS

Narcisismo como arma política

La vanidad y electoralismo de Donald Trump se convierten en virales durante la pandemia

Pedro Rodríguez

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Una de las medidas más urgentes del plan de rescate aprobado por el Congreso de Estados Unidos para hacer frente a la crisis del coronavirus ha sido facilitar un cheque de auxilio por valor de 1.200 dólares (unos 1.100 euros) para 70 millones de americanos con rentas limitadas y carentes de cuentas bancarias. Todo perfecto hasta que el narcisismo del presidente Trump se ha cruzado en este experimento de renta básica en forma de pago único y expeditivo.

Al exigir que su nombre y cargo (President Donald J. Trump) aparezca impreso de forma prominente en la parte izquierda de todos y cada uno de esos cheques, los desembolsos canalizados a través del Fisco americano para los contribuyentes más necesitados se van a demorar, cuando menos varios días. Ya que en toda la historia del implacable IRS (Internal Revenue Service) no hay precedente alguno de que un documento de desembolso oficial incorpore el nombre del ocupante de la Casa Blanca. De hecho, técnicos del IRS trabajando desde casa se las han tenido que ingeniar para hacer realidad los deseos de Trump sin entorpecer estos pagos que serán repartidos por el servicio postal.

El presidente, según explica con detalle el Washington Post, también ha presionado para que fuera él mismo quien firmase los cheques de auxilio como si se tratara de una dádiva personal. Aunque, al final, ha quedado meridiamente claro que el presidente carece de firma legalmente autorizada para desembolsar fondos procedentes del Tesoro de Estados Unidos. No hay que olvidar que desde los abusos perpetrados por Richard Nixon, al emplear a los inspectores del Fisco contra sus «enemigos», el Congreso viene insistiendo en que el IRS opere de la forma más apolítica posible en un país obsesionado y suspicaz desde su génesis con los impuestos.

La saga de los cheques es un ejemplo más de hasta qué punto Trump ha logrado convertir su narcisismo en un arma política. La egolatría no es algo exactamente nuevo entre líderes de todo el mundo, más o menos autoritarios. En el caso de Trump, su historial se puede resumir en la transformación de su apellido en una marca que no ha dudado en colocar en toda clase de productos comerciales, desde filetes a hoteles. Aunque lo más preocupante, con diferencia, es que millones de votantes americanos se hayan rendido ante un egomaníaco con tanta habilidad para exacerbar lo peor de Estados Unidos.

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