poster Vídeo
Vídeo: La ONU tacha de "vergüenza humanitaria" la situación en la ciudad siria de Alepo - ATLAS

La pasividad de Turquía allana el camino a la victoria de Al Assad en Alepo

Desde el fracasado intento de golpe de Estado, Ankara ha pasado de ser el principal apoyo de la oposición armada siria a alinearse con Moscú

CORRESPONSAL EN JERUSALÉN Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Ejército sirio avanza en Alepo y una semana después de anunciar su ofensiva para recuperar el control de los distritos de este, las fuerzas terrestres aprovechan la fuerte cobertura aérea para estrechar el cerco sobre los grupos armados de la oposición. Rusia es una de las claves de este avance y, pese a los llamamientos de Naciones Unidas para un alto el fuego, el portavoz del Kremlin Dmitri Peskov anunció que «Moscú proseguirá su operación aérea en apoyo a la lucha antiterrorista de las Fuerzas Armadas sirias», un apoyo que para Estados Unidos y Europa equivale a un «crimen de guerra». Esta no es la primera ofensiva del régimen sirio para intentar recuperar el control de una ciudad dividida desde el verano de 2012, pero sí es la primera vez que el Gobierno del presidente Bashar Al Assad lanza una ofensiva a gran escala y desde Turquía, cuya frontera está a tan solo 40 kilómetros de Alepo, no hay una sola palabra de condena.

Turquía y Siria comparten una frontera de casi 1.000 kilómetros que desde el inicio de la revuelta contra Assad hasta el 15 de julio, noche del golpe de estado, ha sido el principal punto de acceso de yihadistas llegados de todo el mundo, armas, municiones y víveres para la oposición política y militar al régimen. El presidente Recep Tayyip Erdogan llamaba públicamente a su antiguo amigo personal, Assad, «asesino, fascista y carnicero» y desde Damasco, el presidente sirio, le acusaba de «permitir la entrada de miles de terroristas» al país. Pero desde la noche del golpe militar el discurso y la estrategia de Ankara han dado un giro radical. Este cambio es una mala noticia para los opositores de Alepo, que ven como Turquía pasa de ser su principal apoyo a alinearse con Rusia, el gran aliado de Assad, en nombre de la «lucha contra el terrorismo».

La victoria en Alepo supondría un punto de inflexión en la guerra y Estados Unidos, que tiene el envío de tropas como línea roja, amenazó a Rusia con buscar «otras alternativas» sobre Siria si no cambia de postura. Analistas y expertos en el conflicto aseguran que desde Washington podrían intentar enviar más y mejores armas a los grupos opositores, pero esta vez se enfrentan a una dificultad logística que no tenían antes, la frontera turca parece cerrada tras el acercamiento entre Ankara y Moscú. Las otras vías de suministro posible son las fronteras con Irak y Jordania, ambas mucho más alejadas.

Problema kurdo

Desde el 24 de agosto el Ejército turco está desplegado en el norte de Siria en una operación bautizada como «Escudo del Éufrates», cuyo primer objetivo era limpiar la frontera de presencia deDaesh, para después ocuparse de las Unidades de Protección Popular (milicia kurda conocida por sus siglas, YPG) a las que quieren mantener al este del río Éufrates. El sueño de las YPG es unir los tres cantones kurdos que forman Rojava, el Kurdistán de Siria, pero el movimiento militar de Turquía les impide ahora dar continuidad física a su territorio. El Partido de la Unión Democrática (PYD), partido que es el brazo del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Siria, ha establecido sus propios órganos de gobierno y desplegado sus milicias (YPG), que son las que, con apoyo de EE.UU., hacen frente a unos yihadistas que desde el comienzo han intentado hacerse con el control del estratégico territorio kurdo, en plena frontera con Turquía.

Desde el comienzo del levantamiento contra Bashar Al Assad los kurdos han intentado mantener una posición neutral o de pacto de no agresión con un régimen con el que conviven, pero del que ya no tienen dependencia alguna, y con el paso del tiempo se han hecho tan fuertes que se han convertido en amenaza para una Turquía que estaba más preocupada en derrocar a Assad, que en frenar a los kurdos. Ahora desde Ankara se ve al presidente sirio como una parte de la solución «al baño de sangre», en palabras del primer ministro, Binali Yildirim, y también como la una forma de mantener unido el país y no permitir la creación de una entidad autónoma kurda.

Silencio sobre Alepo

Los turcos tienen ahora a su Ejército desplegado en Siria, pero desde Ankara hay un silencio sepulcral sobre la situación en Alepo. Atrás quedan declaraciones como las del ex primer ministro, Ahmed Davutoglu, que en febrero de este año aseguró a sus «hermanos de Alepo» que Turquía acudiría en su auxilio. «Erdogan se ha dado cuenta de que no podía seguir como en los últimos cinco años. La batalla de Alepo es la principal causa del Gobierno de Ankara para cambiar y retomar las relaciones con Siria. Se han dado cuenta de que Irán y Rusia combaten de verdad al terrorismo y de que su cerco sobre las zonas rebeldes tiene el objetivo de cortar el camino de los terroristas hacia Turquía», asegura el analista Kamala Feiz, en declaraciones recogidas por al agencia iraní Fars.

Ese cerco, que afecta unas 250.000 personas, y los bombardeos han convertido la parte oriental de Alepo «en una catástrofe humanitaria como ninguna de las que hemos visto en Siria», según el jefe humanitario de Naciones Unidas, Stephen O'Brien. En la última semana han muerto al menos 165 civiles, según los datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) y la ONU denunció que unos 600 heridos no pueden actualmente recibir tratamiento por falta de personal médico y de material adecuado. Pero desde Turquía no hay una sola reacción.

Ver los comentarios