Pasajeros del avióin secuestrado, tras ser liberados en el aeropuerto de Larnaca
Pasajeros del avióin secuestrado, tras ser liberados en el aeropuerto de Larnaca - AFP

Los pasajeros del vuelo de Egyptair secuestrado: «Fue un día inolvidable»

El extraño incidente dio pie a algunas situaciones grotescas. Un ocupante británico del avión se hizo una autofoto con el secuestrador

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Lo que parecía un trayecto más de Alejandría a El Cairo para los pasajeros del vuelo MS181 y los siete miembros de la tripulación terminó como un extraño secuestro, con aterrizaje de emergencia y amenaza de bomba incluida. Tras una crisis de rehenes que se prolongó durante cuatro horas en el aeropuerto chipriota de Larnaca, los pasajeros y tripulantes del Airbus-320 aterrizaron a última hora de ayer en el aeropuerto de El Cairo, donde los esperaban cientos de cámaras, flashes e incluso representación del Ministerio de Interior egipcio. Tras muchos abrazos y fotografías sonrientes pero exhaustos, pasaron a relatar «una gran experiencia, es algo que pasa una vez en la vida», como contó ante las cámaras uno de los pasajeros egipcios.

«¡La experiencia fue deliciosa!», afirmó otro pasajero.

Seif El Din Mustafa, de 58 y con antecedentes penales por timo, falsificación de documentos y robo fabricó un cinturón de explosivos con unos cuantos cartones de leche disimulados con cables e incluso una suerte de gatillo detonador. Al pasar por el control de seguridad del aeropuerto, en la costa mediterránea egipcia, señaló que se trataba de «un cinturón médico», por lo que le dejaron pasar. Se sentó en su asiento, con calma, pero a los pocos minutos se dirigió a la cabina y amenazó con inmolarse. El piloto, ante el temor real de que se tratara de una bomba, acató los deseos del secuestrador. Entretanto, los pasajeros permanecían plácidamente en sus asientos.

«Nos dimos cuenta de que algo no iba bien cuando pasaron más de 45 minutos y al mirar por la ventanilla podíamos ver el mar», relata una de las pasajeras. Un testimonio similar al que dio el profesor Ibrahim Samatha -identificado erróneamente como supuesto secuestrador por los medios egipcios- a la BBC Arabic, quien señaló que sólo se percataron de que se trataba de un secuestro cuando la tripulación, «calmadamente y siempre con una sonrisa», lo explicó a los atónitos pasajeros. «Al principio no te lo crees, va todo muy rápido, estás muerto de miedo».

Pensaban que el explosivo era real

«Fue un día que nunca olvidaré», cuenta Abdalá El Ashmawy a su llegada al Cairo. «Ahora es divertido -se ríe- pero en el momento una experiencia bastante dolorosa, estar en un avión secuestrado en medio del mar con un tío en la parte de atrás diciendo que lleva explosivos...». Añade que la mayoría de los pasajeros mantuvieron la calma pese al miedo, y que, cuando lograron aterrizar en Chipre, muchos empezaron a llamar a sus familiares y amigos, incluyendo «un hombre casado, que llamó a su esposa para avisarle que tenía dinero ahorrado en una cuenta bancaria... ¡y la mujer olvidó el secuestro para pedirle que repitiera una vez más el número de la cuenta!». Otro pasajero, en cambio, durmió plácidamente durante todo el vuelo para despertar y ser informado de que acababan de aterrizar en Chipre. «¿Por qué en Chipre? ¡He perdido mi trasbordo!».

Muchos recuerdan todavía con un estremecimiento lo ocurrido, pues siempre creyeron que el explosivo era real. «Intentamos hablar con él, pero parecía un lunático», declaró Fikry Shenouda a su llegada al aeropuerto, en declaraciones recogidas por The Guardian.

En medio de la incertidumbre y el miedo ante la amenaza del cinturón de explosivos, el británico Ben Innes decidió que tenía la oportunidad de su vida «para tomar el mejor 'selfie' de la historia». Aunque -según ha admitido a la prensa británica- pensaba que el cinturón de explosivos con el que el secuestrador envolvía su pecho era real, solicitó a la azafata que le hiciera de intérprete y que le preguntara si podía hacerse una foto con el secuestrador. «Pensé que si la bomba era real, tampoco había nada que perder, así que aproveché la oportunidad para poder observar más de cerca». Ante la respuesta afirmativa (más bien un encogimiento de hombros) Innes, ni corto ni perezoso, se colocó junto al pirata aéreo (casi una cabeza más bajo que él) y sonrió a la cámara. «Pude ver una cinta alrededor de su cintura y que se aferraba a una especie de gatillo».

«Está loco», dijo del secuestrador una pasajera, y la conducta errática de Mustafa dentro del avión parece apuntar en esa dirección. Primero liberó a mujeres y niños. Luego, decidió dejar salir a todos los egipcios y mantener algunos extranjeros dentro del avión. Entre esos últimos rehenes había británicos, italianos y holandeses.

Para los de fuera del avión, la experiencia fue angustiosa. «Es horrible, las familias de mis compañeros (de EgyptAir) están llamándome asustadas, preguntando dónde están sus hijos», lamentó en declaraciones a ABC un azafato de la compañía, que ha preferido mantenerse en el anonimato, aunque la tensión se relajó tras la primera -e insólita- petición de Mustafa: ver y hablar con su exesposa, una chipriota a la que los medios de la isla identificaron como Marina Parashkou.

La «experiencia» terminó sin heridos y con el secuestrador detenido por el operativo de crisis chipriota. Y aunque el balance final se ha saldado sin heridos, este secuestro pone en cuestión la ya muy criticada seguridad de los aeropuertos egipcios, que este mes esperaban la reanudación de muchas de las rutas canceladas tras el atentado contra un avión ruso que salía de Sharm El Sheij, en el que murieron más de 200 personas.

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