El país de las guerras imaginarias

La percepción que se tiene fuera de Venezuela es que el país está en conflicto permanente con los Estados Unidos y sus aliados. La figura del Tío Sam con la famosa frase «Yankee Go Home» es una de la pintadas más comunes de las calles de Caracas.

 El fallecido presidente Hugo Chávez durante sus años de mandato se encargó de promover en sus seguidores ese sentimiento de rechazo. En 2002, decretó el cambio de nombre de la festividad 12 de octubre que representaba el Día de la Hispanidad o de la Raza al de Día de la Resistencia Indígena, como homenaje a los pobladores originales de las tierras americanas, quienes fueron desplazados por los colonizadores europeos. Es imposible olvidar aquel episodio posterior, cuando una estatua de Cristobal Colón fue derribada por una turba.

El pedestal del monumento quedó rayado con mensajes en las que se equiparaba al Almirante con el presidente estadounidense George Bush. «Contra el viejo y nuevo imperialismo», «Juicio a Colón». La retórica antiimperialista sigue siendo una de las  características principales del discurso de la revolución bolivariana y mas  desde que el mandatario estadounidense, Barack Obama, emitió a principios de este año una orden ejecutiva declarando a Venezuela como una «amenaza inusual y extraordinaria» para su país, por lo que se ha promovido la idea de una posible invasión o incursión militar por parte de EEUU. 

«Ahora sí, bloqueo contra Venezuela, invasión contra Venezuela. En todos los países donde se sacó un decreto así, después vino una invasión», ha asegurado en varias oportunidades el presidente Nicolás Maduro. 

Inmediatamente el gobierno comenzó la campaña comunicacional «Obama deroga el decreto ya» y puso en marcha, la maquinaria gubernamental dentro y fuera de Venezuela para lograr el apoyo de los países amigos, y recoger 10 millones de firmas contra la medida.

El decreto de Obama se basa en la Ley 2014 para la Defensa de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Venezuela, aprobada por el Congreso de Estados Unidos. A través de esta ley, mejor conocida como Ley de Sanciones contra Venezuela.

Posterior a esto la Asamblea Nacional venezolana aprobó la Ley Habilitante Antiimperialista otorgada al presidente Maduro, para defender a su país de las acciones injerencistas y  emitir decretos con rango, valor y fuerza de Ley que busquen blindar al Estado frente a actuaciones de otros países, e incluso entes económicos y factores internos.  

Los grupos políticos opositores al chavismo reunidos en una concentración opositora señalan que Maduro busca «doblegar  la voluntad de los ciudadanos y distraer la atención de los verdaderos problemas que sufre el pais y esconder la corrupción de sus funcionarios con leyes y conflictos con fronterizos». Actualmente Venezuela es considerado uno de los países más corruptos del mundo, según el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional. Indican que es una de las 14 naciones más corruptas: ocupa el puesto 161 entre 175 países. Es el país peor valorado de toda América Latina. 

Lo que mucha gente no entiende incluso los propios seguidores del chavismo es que, Estados Unidos nunca ha dejado de ser el principal socio comercial de Venezuela. «Esto es un matrimonio obligado de conveniencia y tenemos que mantenerlo aunque suene contradictorio» afirma Roberto Machado quien dice ser un seguidor «rodilla en tierra» de la revolución.

En la actualidad, Venezuela exporta unos 750.000 barriles diarios, aunque las exportaciones petroleras entre los dos países ha caído, pero Venezuela sigue siendo el cuarto proveedor mundial de petróleo para Estados Unidos.

El «Chino Guerrero», un ex guerrillero urbano y ahora parte de las milicias bolivarianas es de aquellos simpatizantes del chavismo que considera. «Es una contradicción que nosotros le vendamos a nuestros enemigos el combustible, para que mueva sus tropas contra los pueblos revolucionarios,no podemos ser flexibles. Nos tienen perseguidos y sancionados»

El presidente Maduro en los dos años y medio  frente al desplome de la popularidad de su mandato y del gobierno socialista, en casi dos décadas frente al poder busca cautivar la aceptación de aquellos adeptos, que se declaran en descontento. Quiere despertar las  emociones en la población votante como en mejores tiempos lo hiciera Chávez.