La ofensiva turca reaviva la llama yihadista en el noreste de Siria

Primeras huidas de presos de Daesh, antes vigilados por EE.UU., y motin de esposas de yihadistas en un campamento vigilado por los kurdos

Lugar del atentado yihadista con coche bomba en Qamishli REUTERS | Vídeo. ATLAS

Mikel Ayestaran

Después de cuatro días de operación turca en el norte de Siria, que ya deja decenas de muertos y decenas de miles de desplazados, crece la preocupación por el futuro de la guerra contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI). El secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, telefoneó a su homólogo turco Hulusi Akar, para pedir que «interrumpa» la ofensiva militar «para aumentar la posibilidad de que Estados Unidos, Turquía y los aliados puedan encontrar un camino común para calmar la situación antes de que sea irremediable».

Los temores del Pentágono se convirtieron en realidad cuando sus ex aliados informaron de que al menos cinco militantes del EI lograron escapar de una prisión de Qamishli , capital de Rojava (nombre en kurdo del Kurdistán de Siria), tras un bombardeo cercano de Turquía. En el campo de Al Hol, donde están retenidos al menos 68.000 familiares de combatientes yihadistas, también se vivieron momentos de incertidumbre debido a los repetidos intento de fuga y los ataques de grupos de mujeres del EI contra los responsables de seguridad . Los yihadistas reaparecieron además con un coche bomba en Qamishli que mató a cuatro personas.

Cuando el miércoles Erdogan anunció el comienzo de la operación «Manantial de Paz», la primera advertencia de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), alianza a la que apoyaba Estados Unidos en la que las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas son la punta de lanza, fue que la guerra contra el EI dejaba de ser prioritaria para ellas para poder concentrarse en frenar a los turcos. Donald Trump ordenó la evacuación de algunos cabecillas conocidos, como dos de los miembros de los «Beatles», responsables del secuestro y ejecución de periodistas y cooperantes extranjeros, pero quedan miles de detenidos que, según el acuerdo entre Estados Unidos y Turquía, serán responsabilidad de Ankara una vez se establezca la «zona de seguridad» en la frontera. El problema es que para los turcos la principal amenaza son los kurdos, no un EI que durante los primeros años de la guerra en Siria tuvo la frontera turca abierta para poder cruzar y hacer su yihad contra el presidente Bashar Al Assad.

La preocupación del departamento de Defensa de Estados Unidos la compartió el presidente ruso, Vladimir Putin, quien puso en duda la capacidad de turcos o kurdos para poder mantener a los miles de presos yihadistas a buen recaudo en medio de los combates.

Los intensos bombardeos turcos han permitido a sus tropas, con ayuda de los combatientes sirios del Ejército Nacional Sirio, avanzar ocho kilómetros en Tal Abyad y cuatro en Ras al-Ain, según el vicepresidente Fuat Oktay. Estos son los dos enclaves principales en los que se centran unos combates que dejan decenas de muertos, muchos de ellos civiles, a ambos lados del muro de separación.

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