Nicaragua secunda masivamente la huelga general contra Daniel Ortega

Las calles del país amanecieron vacías y los bancos, comercios y gasolineras, cerrados

Barricada en la que se lee «Que se rinda tu madre» en Managua, durante la jornada de huelga en Nicaragua Efe
Adrián Espallargas

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Las calles de las principales ciudades de Nicaragua amanecieron este jueves desiertas en señal de apoyo al paro nacional contra del presidente, Daniel Ortega . Bancos, gasolineras y diversos comercios cerraron en respuesta a la huelga convocada por la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia con el fin de obligar a Ortega a que retome el diálogo nacional. La Conferencia Episcopal , que había mediado en las conversaciones, posteriormente las canceló por el reiterado uso de la violencia al que ha recurrido el Gobierno para acallar a los manifestantes.

Las principales ciudades, como Managua (la capital), León , Masaya y Ciudad Sandino , amanecieron vacías el jueves. «Tenemos miedo a los saqueos, hoy vamos a hacer turnos para vigilar, pero no se va a abrir ningún tramo», dice Wilmar Lara, comerciante de un mercado en Managua en declaraciones a «La Prensa». Los saqueos es uno de los crímenes recurrentes en los que han derivado las manifestaciones en las que han fallecido 154 personas en los últimos tres meses, según las últimas cifras. Por ello, medios locales aseguran que muchos comerciantes han decido secundar el paro ante la posibilidad de sufrir daños en sus tiendas. «En nuestro caso no es por las amenazas, estamos decidiendo voluntariamente no abrir», añade Lara.

Escaso tráfico

Igualmente, las carreteras aparecieron con menor tráfico de vehículos que en otros días. De hecho, algunas de las vías quedaron parcialmente bloqueadas, como la que conecta León con Ciudad Sandino, donde los trabajadores que trabajan en la ampliación de la carretera suspendieron sus labores.

Asimismo, vecinos de diferentes barrios en toda Nicaragua se turnan para vigilar que barricadas que han levantado no sean destruidas. Con estas barreras, los vecinos tratan de dificultar el acceso a sus calles de las turbas orteguistas, sobre todo después de que en la madrugada del jueves falleciera Ezequiel Martínez , un joven de 23 años, cuando estaba defendiendo una de estas barreras de un ataque perpetrado por estos grupos paramilitares fieles al presidente.

Al cierre de esta edición, la jornada transcurrió sin incidencias reseñables, aparte del lamentable asesinato de Martínez. Con esta huelga nacional, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, organización que incluye a diferentes asociaciones en Nicaragua, espera añadir más presión sobre Ortega, a la vez que exige el pronto retorno a la normalidad en Nicaragua.

De hecho, el paro esta apoyado por varias organizaciones empresariales que ven como los negocios han sufrido severas pérdidas como resultado de los últimos 57 días de enfrentamientos constantes entre manifestantes contra policías antidisturbios y turbas. Las protestas han dejado cientos de negocios saqueados e infraestructura pública arrasada, una inestabilidad por la que los empresarios quieren poner fin a la crisis política.

Justamente el miércoles por la tarde en Nicaragua (madrugada del jueves en España), la Iglesia Católica reveló que ha recibido una respuesta de Ortega a sus peticiones para reiniciar el diálogo nacional. Así, los obispos informaron a los miembros de la Alianza Cívica a la comunidad internacional que hoy desvelarán la respuesta del presidente de Nicaragua a las propuestas que le enviaron en una carta. Hace apenas una semana, los obispos se reunieron con el presidente para convencerle de la necesidad de abrir de nuevo el diálogo nacional para lograr una solución pacífica al conflicto. Las conversaciones entre oposición y Gobierno tuvieron lugar en la segunda quincena de mayo. Sin embargo, la Iglesia suprimió el encuentro después de que Ortega volviera a recurrir a la represión como mecanismo para disuadir las protestas.

Nicaragua vive desde hace casi tres meses la mayor crisis política desde que el dictador Anastasio Somoza abandonó el país en 1979 tras el triunfo de la revolución sandinista, movimiento del que Ortega formaba parte.

Desde el 18 de abril, los nicaragüenses iniciaron unas marchas que originalmente protestaban contra de la reforma de las pensiones planteada por el gobierno. Ortega, aquel día, decidió hacer uso de la violencia para suprimir las protestas, una acción que generó como respuesta un descontento hacia el presidente que ha ido escalando progresivamente.

De hecho, nadie en la oposición se acuerda ya del recorte de las pensiones —medida que ya fue eliminada— y su única reivindicación es acordar cómo dejará Ortega el poder y cuándo se celebrarán elecciones para elegir a un nuevo presidente.

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