Un militar norcoreano revisa las banderas antes de la inauguración de un complejo de viviendas en la calle Ryomyong, este jueves en Pyongyang
Un militar norcoreano revisa las banderas antes de la inauguración de un complejo de viviendas en la calle Ryomyong, este jueves en Pyongyang - Reuters

El mundo teme una prueba nuclear norcoreana mientras Kim Jong-un juega al despiste

Las imágenes por satélite muestran actividad en el silo de ensayos atómicos en pleno aniversario del fundador del país

Corresponsal en Pekín Actualizado: Guardar
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Corea del Norte juega al despiste en su enésima crisis nuclear con Estados Unidos. Mientras el mundo teme una inminente prueba atómica, el régimen del joven dictador Kim Jong-un se regocija en los festejos más importantes de su calendario: el Día del Sol. Con el tono grandilocuente de la propaganda, así se denomina al natalicio de Kim Il-sung, padre de la patria y abuelo del actual caudillo, cuyo 105 aniversario se conmemora este sábado.

Con motivo de tan especial ocasión, Corea del Norte ha permitido la entrada de 200 periodistas extranjeros, que permanecen vigilados en todo momento por sus guías y no tienen libertad alguna para moverse. A pesar de tan severas restricciones, la celebración de este año está resultando tremendamente mediática porque ha coincidido con la escalada de la tensión militar en la Península Coreana.

La semana pasada, justo un día antes de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, recibiera a su homólogo chino, Xi Jinping, en su mansión de Florida, Pyongyang disparó su sexto misil en lo que va de año, incumpliendo de nuevo las resoluciones de la ONU que le prohíben estos ensayos balísticos. Para impedir otro lanzamiento o una prueba nuclear, que sería la sexta desde 2006, la Casa Blanca está enviando cerca de aguas norcoreanas una escuadra de ataque formada por el portaaviones «Carl Vinson» y varios buques con baterías antimisiles.

«Hay un 80 por ciento de probabilidades de una prueba nuclear en las dos próximas semanas»

Un espectacular despliegue que ha alarmado a China, cuyo presidente habló por teléfono con Trump el jueves para frenar la tensión. Tras el inesperado bombardeo estadounidense de una base aérea siria la semana pasada, ordenado por Trump precisamente durante su encuentro con Xi, la Prensa oficial china teme que el irascible magnate cumpla sus advertencias y lance un ataque contra Kim Jong-un si se atreve a efectuar un nuevo ensayo nuclear o de misiles.

Como en crisis anteriores, Corea del Norte sigue tensando la cuerda. A tenor de unas imágenes captadas por satélite el miércoles, y difundidas por el portal de internet 38 North, continúa la actividad en el silo nuclear de Punggye-ri, enclavado entre las montañas nororientales del país y escenario de las pruebas atómicas anteriores. Desde hace semanas, los satélites vienen detectando movimiento de vehículos y personal militar, lo que hace temer un ensayo inminente porque el lugar está ya «listo y preparado», según 38 North.

«Hay un 80 por ciento de probabilidades de una prueba nuclear en las dos próximas semanas», explica a ABC Daniel Pinkston, profesor de la Universidad de Troy en Seúl. A su juicio, «las opciones de un ensayo balístico son menores porque lo lógico es esperar a que la escuadra estadounidense se retire». Además, Pinkston no descarta que la nueva prueba atómica tenga lugar en plenas celebraciones por el aniversario de Kim Il-sung y con los periodistas extranjeros en Pyongyang, ya que «no están cerca del lugar de los ensayos y crean un escudo humano sobre la ciudad».

La costumbre hasta ahora era no enturbiar estas fechas festivas con provocaciones militares, salvo el lanzamiento de un satélite espacial en el centenario de Kim Il-sung, que estalló al poco de despegar y dejó en evidencia al régimen tras anunciarlo a bombo y platillo y permitir la entrada de la Prensa extranjera. Pero Pinkston señala que el diario oficial «Rodong Sinmun» dedicó hace pocos días su portada a Kim Jong-il, padre del actual dictador y artífice del programa nuclear con su política «songun de primacía militar. «Antes del aniversario de Kim Il-sung, es inusual quitarle parte de su gloria y honor recordando a su hijo», plantea este experto, quien razona que «darle tanta atención a Kim Jong-il, padre de la Corea nuclear, parece una garantía para una prueba atómica».

Sin embargo, el Ejército de Corea del Sur no lo ve tan claro. «Hasta ahora no ha habido actividad inusual», señaló a la agencia de noticias Yonhap un portavoz del Estado Mayor, el coronel Roh Jae-chon. A pesar de no haber detectado movimientos sospechosos en Punggye-ri, las fuerzas armadas surcoreanas elevan su alerta en cada aniversario importante que celebra el régimen de Pyongyang.

«Importante evento»

Conscientes de estar acaparando la atención mundial, las autoridades norcoreanas anunciaron este jueves a los medios extranjeros desplazados a Pyongyang un «gran e importante evento». Con el habitual secretismo del régimen, los periodistas fueron convocados a las 5 de la mañana en el hotel donde están alojados y se les ordenó dejar atrás sus móviles, ordenadores, mecheros y hasta botellas de agua. Como el año pasado durante el Congreso del Partido de los Trabajadores, tan draconiana medida de seguridad y los exhaustivos controles posteriores indicaban que los medios iban a acudir a un acto presidido por Kim Jong-un. Finalmente, y después de cinco horas de espera sin poder beber, comer ni ir al baño, así fue. Pero el «gran e importante evento» no era un ensayo nuclear o de misiles, como se esperaban con lógica excitación los reporteros, sino la inauguración de la calle Ryomyong. Allí, la propaganda asegura haber construido 4.800 apartamentos en modernas torres de 30 y 40 plantas, entre las que sobresale un rascacielos de 70 pisos, el más alto de Pyongyang.

«Esto es un gran y significativo evento, más potente que la explosión de cientos de bombas nucleares sobre las cabezas de nuestros enemigos», se congratuló el primer ministro norcoreano, Pak Pong-ju, según informa Reuters. Con su típico belicismo, el régimen le daba a así a los periodistas la bomba que estaban buscando para su artículo, pero no la «noticia bomba» que esperaban. Demostrando sus diferencias, los medios querían armas y la propaganda les mostraba su desarrollo y las calles en calma de Pyongyang, engalanadas para la ocasión en medio de un ambiente festivo.

Sin decir ni pío, Kim Jong-un cortó la cinta roja para abrir la avenida y salió pitando enseguida en un reluciente Mercedes negro. A ver qué otro «gran e importante evento» prepara este viernes Corea del Norte.

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