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El pirateo y los bulos contra Macron ensucian una votación histórica

La mano del Kremlin, que no ha ocultado su preferencia por la candidata de extrema derecha, se vislumbra tras la última ofensiva

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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Con el «pirateo masivo» de los ordenadores del equipo de Emmanuel Macron, candidato ultrafavorito a la presidencia de la República, culmina una larga campaña de difusión a gran escala de mentiras, falsedades, rumores y desinformación destinada a destruir al político social reformista. Macron es percibido por Vladimir Putin como enemigo, cuando el Kremlin prefiere a Marine Le Pen, candidata de extrema derecha, defensora a ultranza del presidente de la Federación Rusa.

El pasado viernes, poco antes del cierre de la campaña y a 24 horas del comienzo de la jornada electoral, los ordenadores de ¡En Marcha!, el partido de Macron, sufrieron un «hackeo» de documentos «difundidos masivamente» en las redes sociales, en un intento palmario de desestabilizar y dar un vuelco a la campaña cuando los sondeos seguían anunciando la derrota de la candidata favorita del Kremlin.

Los nueve gigabytes de datos filtrados se colgaron en un perfil llamado EMLEAKS en la web Pastebin, donde se comparten documentos de forma anónima. Después, un participante en el foro «4chan», conocido entre la extrema derecha de EE.UU., compartió allí el enlace a Pastebin. A su vez, un activista a favor de Donald Trump, Jack Posobiec, lo compartió en Twitter, multiplicando así su visibilidad en la red.

El precedente de EE.UU.

¡En Marcha! reaccionó con un comunicado oficial, sin firma: «Se trata de un robo que intenta desestabilizar las elecciones presidenciales, como ya ocurrió en los Estados Unidos durante la última campaña. Los documentos pirateados son todos legales y permiten comprender el funcionamiento normal de la campaña presidencial. Las cuentas de la campaña serán sometidas a la autoridad competente».

La Comisión Nacional de Control de la Campaña Electoral (CNCCE) reaccionó con rapidez, advirtiendo: «La difusión o la redifusión de tales datos, obtenidos fraudulentamente, mezclados con toda verosimilitud con informaciones falsas, es susceptible de recibir una clasificación penal por varios títulos e implicar la responsabilidad de sus autores». La CNCCE pidió a los medios y los ciudadanos que «den muestras de responsabilidad y no difundan los contenidos, con el fin de no alterar la sinceridad del voto, no infringir las prohibiciones dictadas por la ley y no exponerse a la comisión de infracciones penales».

Medios y opinión pública reaccionaron con calma y responsabilidad durante la jornada de reflexión de ayer, sin entrar en el juego turbio y sucio de los piratas que lanzaron una última batalla, provisionalmente perdida, tras un largo trimestre de activismo cibernético de la peor y más temible especie, rozando lo criminal.

Durante el último trimestre, Macron ha sido víctima de un penoso rosario de rumores, mentiras y campañas de una rara suciedad moral y política, cuando Marine Le Pen era recibida por Vladimir Putin en el Kremlin, beneficiándose de una cobertura «informativa» muy elocuente.

No era un secreto que Jean-Marine Le Pen y su hija Marine se benefician desde hace años de los favores financieros de bancos próximos a Putin, recibiendo créditos particularmente ventajosos. Créditos concedidos al tiempo que el patriarca y la candidata de extrema derecha pagaban con dinero del Parlamento Europeo a sus «gorilas», guardaespaldas y «secretarias», beneficiarios de empleos ficticios.

Recibiendo a Marine Le Pen en el Kremlin, a finales de marzo pasado, el presidente ruso deseó darle un espaldarazo diplomático de «aliada privilegiada». Mientras la familia Le Pen critica con grosería barriobajera a todos los líderes occidentales, padre e hija llevan años glosando la estatura de «gran hombre de Estado» de Putin.

Infundios en campaña

Durante semanas, la ascensión finalmente frenada en seco de la intención de voto favorable a Marine Le Pen coincidió con la difusión de «rumores» sobre Macron, aventados por medios rusos y ucranianos próximos a Putin. La calificación de Macron como «banquero al servicio del gran capital» comenzó a utilizarse por los medios rusos controlados por los servicios de seguridad de Putin. El «proyecto de golpe de Estado financiero contra la nación francesa» comenzó a ser propagado por los mismos medios, antes de ser reciclado por Le Pen desde la extrema derecha y Jean-Luc Mélenchon desde la extrema izquierda.

Tras la descalificación global, los medios de desinformación próximos a la propaganda rusa comenzaron a propagar rumores e infundios. Primero se lanzó un bulo sobre la homosexualidad de Macron, que terminó tocando a Marine Le Pen, cuando su propio padre volvió a la carga contra los homosexuales que su hija ha instalado en la dirección del Frente Nacional (FN), llegando a declarar que había convertido el partido en un «club gay».

Siguió una campaña de descalificación en las redes sociales, acompañada de la pegada masiva de carteles que presentaban a Macron como «Emmanuel Hollande», al pie de imágenes del presidente de la República y el candidato besándose en la boca a través de un sucio montaje fotográfico.

Siguió el bulo de las cuentas offshore del «candidato del gran capital», que Marine Le Pen se permitió relanzar en su fallido duelo audiovisual, la noche del jueves. Macron respondió por la vía judicial, presentando inmediatamente una querella por difusión de falsedades sobre presuntas cuentas bancarias en las Bahamas, dejando a Le Pen con sus miserias al aire ante millones de telespectadores.

No es un secreto que los servicios de inteligencia y la ciberguerra pudieron ayudar a Trump a conquistar la Casa Blanca, eliminando a Hillary Clinton. En el caso francés, tácticas semejantes de guerra cibernética quizá no consigan su objetivo, esta vez. Pero la brutalidad del «pirateo masivo» de los ordenadores de un candidato a jefe de Estado confirma la inquietante emergencia de agresiones de previsible influencia perversa en los mercados políticos de las sociedades occidentales.

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