Mosul, contra su pasado como capital del «califato»

«Quedan miembros de Daesh escondidos entre los escombrosy por eso es un lugar peligroso al que los civiles no pueden regresar. La guerra no ha terminado», asegura un oficial de la Policía Federal

Coches y viendas destruidas tras un enfrentamiento entre soldados del Ejército iraquí y del Daesh REUTERS

MIKEL AYESTARAN

Mosul despierta muy poco a poco de una pesadilla de tres años de «califato». El Ejército de Irak, las Unidades de Movilización Popular (milicias chiíes) y los peshmerga kurdos, con apoyo de la coalición que lidera Estados Unidos, lograron recuperar en julio el control de la que fue capital del grupo yihadista Daesh en Irak después de diez meses de ofensiva que ha convertido en escombro gran parte de la orilla oeste de esta ciudad partida por el Tigris. Los seguidores del califa resistieron hasta la muerte en una batalla que supuso todo un punto de inflexión, ya que tras la pérdida de Mosul los yihadistas han encadenado derrota tras derrota, escapan al desierto, como lo hicieron en Tal Afar, o se rinden, como ocurrió esta misma semana en Hawija con más de mil combatientes, según informaron los mandos estadounidenses de la alianza.

«No hemos tenido tiempo de limpiar el lugar de explosivos… ni de terroristas.Quedan miembros de Daesh escondidos entre los escombros»La cúpula verde se mantiene de forma milagrosa en pie después de que los yihadistas decidieran dinamitar el lugar en el que el «califa» Abu Baker Al Bagdadi se presentó al mundo en el verano de 2014. No querían que Al Nuri cayera en manos del enemigo y prefirieron borrar con dinamita su historia casi milenaria y la de su minarete ‘jorobado’, del que solo se ha salvado su base.

Guerra sectaria

«Sus prioridades son el agua y la electricidad, pero cuando tengan tiempo para pensar, volverán los problemas»

Los jóvenes militares que custodian advierten del peligro que hay en esta zona y aseguran que han perdido tres compañeros en las últimas horas por disparos de yihadistas escondidos. La gravedad de la información contrasta con la falta de tensión que se observa en los puestos de control y en la forma de patrullar. La guerra contra Daesh dura más de tres años y los iraquíes están deseando de que acabe, sobre todo estos jóvenes que vienen en su inmensa mayoría de las provincias chiíes del sur y que no se sienten queridos en las partes suníes del país de las que han expulsado los seguidores del «califa». «No nos quieren, pero ahora no tienen más remedio que aguantarnos. Sus prioridades son el agua y la electricidad, pero cuando tengan tiempo para pensar, volverán los problemas. Tuvieron a Al Qaida, luego a Daesh, ¿qué será lo siguiente?», se pregunta uno de los militares en el control de acceso a la mezquita de Al Nuri, decorado con banderas del Imán Hussein, nieto del profeta y tercero de sus doce imanes.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación