Merkel gana el «Pasapalabra» parlamentario

La canciller ha estrenado este viernes un nuevo formato se sesión de control en el Bundestag que placa ese alejamiento

La canciller de Alemania, Angela Merkel REUTERS
Rosalía Sánchez

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Vivimos en un tiempo en que no parece haber concepto político o decisión judicial que no pueda ser comunicada en 280 caracteres, por lo que los discursos escritos y leídos durante veinte minutos ante el pleno del parlamento se alejan a gran velocidad de los hábitos comunicativos del electorado . Merkel estrenó el jueves un nuevo formato se sesión de control en el Bundestag que placa ese alejamiento . El resultado es incluso más atractivo que el de las tertulias políticas televisivas y guarda cierta semejanza con los concursos del estilo de Pasapalabra, aunque en lugar de tener en frente a Christian Gálvez, la canciller alemana ha de vérselas con las preguntas de todos los diputados alemanes que pidan intervención, por estricto orden de registro.

Arranca el cronómetro. Merkel dispone de cinco minutos para resumir las posiciones que Alemania mantendrá en la cumbre del G7 que comienza el viernes en Canadá, tras lo cual se abre el turno de preguntas. Los diputados comienzan el bombardeo . Son cuestiones que no han sido comunicadas previamente y no siguen un orden temático, de manera que se van alternando los más diversos asuntos, que deben ser planteados en no más de treinta segundos por los inquisidores y respondidos en no más de un minuto por la examinada. ¿Estuvo usted el 7 de marzo de 2016 en la representación turca en Bruselas y firmó allí un pacto oculto sobre refugiados como ha publicado la prensa turca? ¿Qué está haciendo su gobierno para reducir la cantidad de plástico en los océanos que amenaza con llegar a nuestro sistema digestivo? ¿Puede precisar hasta qué punto pondrá en riesgo los intereses comerciales alemanes en sus desencuentros con el presidente de EE.UU.?

La canciller alemana, uniendo las yemas de sus dedos en la posición ya mundialmente conocida como «el rombo de Merkel» , va respondiendo al pim pam pum con soltura, dispuesta a completar el rosco. El presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, repite la escueta expresión «siguiente pregunta» hasta 52 veces. En la tribuna de prensa, los periodistas piden tiempo muerto, no hay forma de buscar un titular a todo esto, aunque en medio del juego van apareciendo entrecomillados muy significativos, como cuando Merkel garantiza que no accederá a consensuar una declaración final en Canadá si ello significa «diluir los resultados alcanzados el año pasado en lo que respecta, por ejemplo, al compromiso fundamental por un comercio justo y multilateral y a distanciarse de las políticas de proteccionismo», o cuando reconoce las «enormes diferencias» con el gobierno de Donald Trump.

Algunas de las respuestas las trae aprendidas de memoria , como cuando responde a cuestiones sobre gestión e refugiados recordando que lo ocurrido en 2015, cuando llegaron al país aproximadamente 900.000 refugiados, se trató de una «situación excepcional humanitaria» y que su Gobierno actuó de manera «totalmente responsable» y respaldada posteriormente por el Tribunal Europeo. «Las decisiones políticas fueron correctas». Otras le salen del corazón, como cuando jura y perjura que no cederá ante Macron y que cualquier préstamo a Estados europeos en apuros seguirá sujeto a una estricta condicionalidad. Si bien desde fuera la presión de las preguntas cronometradas sugiere cierto agobio, a ella se la ve tan fresca. En el fondo sigue siendo la alumna empollona que se lo ha estudiado todo e incluso disfruta pudiendo lucirse en el examen.

Este formato inédito, consensuado por conservadores y socialdemócratas durante las largas y complicadas negociaciones de su acuerdo de gran coalición, tendrá lugar a partir de ahora tres veces al año. Hasta ahora las preguntas debían ser entregadas de antemano y a menudo eran los secretarios de Estado de los respectivos ministerios los encargados de responderlas. Pero el nuevo modelo, impuesto por los socialdemócratas para tratar de ejercer de oposición al mismo tiempo que participan en el gobierno, parece haber pinchado en hueso. Con la M, política alemana a la que le gusta el reto intelectual, que se lee los papeles y que se sabe los temas aunque solo sea porque lleva trabajando en ellos desde 2005.

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