Mazen Darwish y Yara Bader: periodistas en Siria, refugiados en Berlín

Los periodistas sirios viven entre la espada y la pared, entre un régimen tiránico de décadas y la barbarie de Daesh

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«Los youtubers filman y mueren todos los días. Mientras tanto, los otros matan y filman», relatan las imágenes del devastador documental «Silvered Water, Syria Self-Portrait», autorretrato por Wiam Bedirxan y Ossama Mohammed. El arma más contundente era y sigue siendo ese, grabar lo que está a tu alrededor y difundirlo, para derribar gobiernos de décadas como los que estaban en el mundo árabe. Decenas de miles de vídeos de protestas pacíficas y abusos del régimen sirio inundaban YouTube y otras plataformas en 2011. No todos con la fiabilidad y profesionalidad suficiente, pero todos con la intención de cambiar las cosas.

Cerca de un centenar de periodistas han muerto en el conflicto cuando va a cumplir ya cinco años.

Cientos más han sido encarcelados y torturados. Sin olvidar a los que están secuestrados por bandas terroristas como los españoles Antonio Pampliega y Ángel Sastre y el fotoperiodista José Manuel López. Mazen Darwish, de visita en España, estuvo encarcelado por informar durante más de tres años, en los que su país se ha convertido en el gran infierno del mundo.

En 2004, el periodista sirio Mazen Darwish fundó el Centro Sirio de Medios y Libertad de Expresión. En 2009 conoció a la que es hoy su esposa Yara Bader en un café de Damasco. En esos momentos, comenzaron un trabajo para vencer la censura reinante en Siria, tal como relata la propia Bader en un artículo para « The Guardian». En 2011 llegaron las revueltas tras Túnez y Egipto, y la labor de Mazen y Yara iba a tener más repercusión internacional que nunca. Y en 2012, fueron detenidos en una redada de las fuerzas de inteligencia sirias. Ella estuvo en las cárceles de Assad por unos pocos días. Él, más de tres años. Ahora viven refugiados en Berlín.

«Assad quería un telón de acero»

«El régimen sirio quería un telón de acero, que no saliera información de lo que estaba ocurriendo. Por esto me detuvieron, por dar información sensible y fomentar la revolución, pasar información secreta, dar mala imagen del Régimen sirio e incitar a la gente a salir a la calle», explica el periodista antes de la presentación del informe anual de Reporteros Sin Fronteras, acompañado por su mujer que ha estado estos años promoviendo campañas mundiales para liberarlo y dar visibilidad al conflicto. «Los primeros meses sufrí todo tipo de torturas: te cuelgan de los pies, te dan descargas eléctricas, te pegan, te dejan marca, te maltratan psicológicamente. Alguna vez me desnudaron y sacaron delante de mis compañeros durante dos días en los que venía el militar, me tumbaba y me ponía su bota junto a mi cabeza para decirme que eso es lo que valía yo, al igual que todos los que estábamos allí. En los últimos meses me di cuenta que el mero hecho de salir con vida para ellos era un insulto».

En los albores de las protestas la religión no era un factor a tener en cuenta. Eran sirios contra un tirano. Mazen pasó su primer año totalmente incomunicado. En su segundo año pudo tener encuentros semanales, pero sin poder tocar ningún tema de política, al principio del tercero fue escuchando rumores y al salir conocía solo grosso modo la situación de su país. De esta forma, pasó de contar lo que veía en Siria a informarse solo por rumores. Ahora se puede enterar de lo que ocurre desde Berlín gracias a colegas que están aún en Siria, organizaciones y lo que transmiten agencias y medios internacionales.

Debido al apagón informativo de Siria, además de las organizaciones ya mencionadas, solo activistas locales como Raqqa está siendo masacrada en silencio o el Observatorio Sirio de Derechos Humanos informan con rigor entre bombas y combates soterrados. También entre el hambre y la asfixia. «Se ha mejorado la manera de relatar lo que allí ocurre. Intentamos desarrollar nuestras técnicas para demostrar que somos profesionales», explica Yara, que dirige actualmente el Centro Sirio de Medios y Libertad de Expresión. Cita especialmente al Observatorio, que emite directamente en inglés desde Aleppo aunque su sede principal se encuentre en Reino Unido. Precisamente, la ciudad más poblada de Siria antes de la guerra ahora sufre un éxodo masivo hacia la frontera con Turquía por el avance de las fuerzas de Assad y sus aliados.

«El pueblo sirio sabe que está hasta arriba de la sangre que ha derramado, ni esperando 100 años los sirios querrán que siga al frente del Gobierno», asegura Mazen que pide un Plan Marshall para Siria. «En mi país los civiles y por tanto los periodistas están entre la espada de Al Assad o la pared los yihadistas. Los terroristas se mofan de los periodistas y exhiben su barbarie a costa de los informadores, mientras que el Gobierno sirio controla toda la información hacia el exterior».

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