Carmen de Carlos - EN FOCO

Macri, Franco

El presidente de Argentina está de luto. Su padre, Franco Macri, murió a los 88 años

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El presidente de Argentina está de luto. Su padre, Franco Macri, murió a los 88 años. A Mauricio, como conoce Argentina al primer jefe de Estado, ni peronista ni radical de este siglo y de buena parte del anterior, la noticia le sorprendió en el sur, en la Patagonia. La relación entre el primogénito y el patriarca, de un imperio que surgió de la nada, fue siempre más que difícil. Franco llegó de jovencito, desde Roma, a un Buenos Aires que le enseñó a hablar (español) y a conquistar, con los bolsillos vacíos, el mundo soñado de los multimillonarios negocios. No se le resistió un Gobierno, ni siquiera los de la dictadura (1976-83).

Con todos creció, construyó y multiplicó lo que hoy es una de las principales fortunas de Argentina. Valeroso, con coraje y sin temor a oponerse, en pleno régimen militar, al desahucio de Jacobo Timerman, mítico periodista que se encontraba bajo arresto domiciliario, Franco, al frente del Grupo Macri-Socma, fue capaz de adaptarse a todo y a todos los que pasaron por el poder. Ambicioso, como aquellos hombres que miran el mundo y no descubren fronteras para hacer dinero, el padre del presidente argentino también fue algo parecido a un «play boy» o «latin lover». Tuvo dos matrimonios y un número importante de novias.

La temporada de verano, con las noches de Punta del Este, (versión sudamericana del Marbella de Gunilla Von Bismarck y Alfonso de Hohenlohe), arrancaban cuando aterrizaba Franco Macri en el balneario uruguayo con la compañía femenina de turno. Retirado desde hace años de las fiestas, las luces y el champán, el viejo gran seductor continuó con sus negocios en China, Argentina o donde fuera. Y, como hizo la mayor parte de su vida, siguió dándole disgustos a su hijo. Entre los «papeles» de la familia en Panamá y sus «business» con el kirchnerismo (estaba citado en una causa de sobornos por el juez federal Claudio Bonadío) traía a mal traer a Mauricio Macri. El presidente, apenas hace unos días, en el discurso inaugural del periodo de sesiones del Congreso, defendió la lucha contra la corrupción iniciada desde su Gobierno y reconoció que afecta, «incluso, a la familia del presidente».

La sombra de Franco fue demasiado alargada -y durante demasiado tiempo- para el hijo al que no supo entender ni hacer feliz. Despreció a Mauricio por rechazar ser el heredero de su imperio (llego a tener un centenar de empresas), dijo de él, posiblemente la única persona que se atrevió a decirle no, que le faltaba «corazón» para llegar a la Casa Rosada. Meses antes de las elecciones que demostraron que Franco estaba equivocado, el padre volvió a provocar al hijo y manifestó su simpatía por La Cámpora, los cachorros políticos de la viuda de Néstor Kirchner.

Franco y Mauricio estuvieron toda un vida sin hablar el mismo idioma y un año sin dirigirse la palabra. La distancia terminó cuando el hijo mayor le demostró que podía llegar más lejos que él, perdonarle y convertirse en presidente de Argentina. En defensa del hombre que ya no está quedan sus palabras: «Traté de ser el mejor padre que pude. Tal vez le puse (a Mauricio) una vara demasiado alta con las cosas que yo había hecho». Descanse en paz.

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