Macri se enfrenta a la quinta huelga general de su mandato

Organizados los piquetes, bajo control el transporte y en alza el malestar social, el paro ofrece una imagen de Buenos Aires y de buena parte de Argentina desoladora

Manifestantes marchan ayer cerca del Obelisco, en la ciudad de Buenos Aires EFE

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La mala noticia para Mauricio Macri de hoy es que afronta su quinto paro general apenas cinco meses antes de las elecciones y eso, le costará a la Argentina pérdidas por 40.500 millones de pesos (más de ocho mil millones de euros). La buena, es que los precios de la soja, el oro verde (y del maíz), se fueron por las nubes. Traducido a la economía local, significa ingreso de divisas que, si no se tuerce la tendencia, ayudarán al Gobierno a mantener a raya el dólar en un momento donde la inflación (llegó al 50 por ciento) amaga con dar marcha atrás.

Organizados los piquetes, bajo control el transporte y en alza el malestar social, la huelga general logra ofrecer una imagen de Buenos Aires y de buena parte de Argentina, desoladora. Con la mayoría de los vuelos reprogramados (sólo «flaybondi», una low cost, mantenía el horario), sin recolección de basura, ni trenes, metro o «colectivos» (autobuses), la estampa habitual de este tipo de medidas, fotografía anticipada de un domingo, no es ni podía ser un excepción cuando el peronismo acaricia la posibilidad de volver al poder.

La poderosa CGT (Confederación General del Trabajo) , las dos CTA (Central de Trabajadores de Argentina) y la familia Moyano, los amos del sindicato de camioneros y de todo lo que se mueve con ruedas, encabezaron la huelga general. La quinta para la mayoría y la sexta para este clan al incluir el paro convocado por ellos del pasado 30 de abril. Al mediodía Hugo Moyano , el patriarca, declaraba sobre el paro: «Ha sido realmente efectivo… Muestra, una vez más, la necesidad del trabajador de expresar el mal momento que está viviendo». Moyano, el sindicalista que, en cierto modo, supo poner en situación incómoda a Cristina Fernández cuando el sindicalismo se rendía a sus píes durante sus mandatos y ahora está dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva, advirtió que el acatamiento del paro en «las provincias» fue muy importante. Dicho esto, su lectura fue que quedó demostrado, «el rechazo a las políticias de este Gobierno que provocaron la pérdida del poder adquisitivo, la pérdida de fuentes de trabajo, una inflación alarmante y una alta desocupación».

Fiebre pre electoral

La huelga se da un contexto de fiebre pre electoral. Los gremios tenía convocado el paro antes de que se conociera la fórmula que competirá en las urnas en octubre con el actual presidente de Argentina. La pareja Fernández (Alberto), Fernández (Cristina , viuda de Kirchner) sacudió el escenario atomizado del peronismo y hace buena letra para unir los pedazos rotos del movimiento fundado por el general Juan Domingo Perón. El peligro de que eso sucedes resulta bastante más grave para Macri que una huelga más donde las imágenes, salvo las de las feministas que exigen una reforma de al ley del aborto, («Contra los despidos las pibas de la marea verde nos plantamos», rezaban sus carteles) no son muy diferentes a las que está acostumbrado. Esto es, carteles como, «FMI es despidos, cierres y hambruna. No al pago de la deuda», «No queremos más fábricas vacías en nuestros barrios» o «Fuera Macri», en mano de miembros del Partido Obrero, el Frente de Izquierda y otros movimientos de ultra izquierda que encabezaron temprano una marcha hacía el Obelisco, en la ciudad de Buenos Aires, uno de los puntos de encuentro habitual de protestas y movilizaciones.

En este escenario, el ministro de Economía, Nicolás Dujovne , estimó perdidas de cuarenta mil millones de pesos. Su compañero en el Ejcutivo, Dante Sica, al frente de la Cartera de Producción y Trabajao dijo sobre el paro: «No solo es inorportuno, sino que genera un gasto innesario». A renglón seguido, reflexionó, «los sindicatos están pensando más en la carrera electoral» y «utilizan a los trabajadores como rehenes en ese sentido. Está frustrando las expectativas de muchas personas que están pensando en su trabajo». Por su parte, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sentenció, «estamos hartos de los paros. Ya sabemos que cuando hay un Gpbierno que no es del partido de los sindicalistas hay que bancarse (soportar) los paros. Es algo poco democrático».

En un gesto parecido al desprecio, el Presidente, Maurico Macri, siguió, como si la huelga no existiera, con su agenda previstas y encabezó el acto por el 209 aniversario de la creación del Ejército argentino. La ocasión le sirvió para fustigar al kircherismo: «Es necesario dar vuelta la página. Tenemos que dajar atrás el pasado y mirar al futuro ». Dicho esto, le regaló los oídos a las Fuerzas Armadas al denunciar la «década de abandono presupuestario y también simbólico» de un cuerpo que ha hecho y hace esfuerzos formidables por despegarse del pasado de una dictadura (1976-83) que todavía está presente en un sector de la sociedad.

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