Macri prepara una purga en la cúpula de la Armada

El presidente argentino asegura que espera a que se cierre la crisis del submarino para tomar decisiones

Familiares y amigos de uno de los tripulantes, Alejandro Damián Tagliapietra, en el exterior de la base naval Reuters

CARMEN DE CARLOS

El malestar del Presidente Mauricio Macri con la Armada y el resto de las Fuerzas Armadas es un secreto a voces. La purga en la cúpula es cuestión de tiempo, el mismo que se tarde en poder dar por cerrado el capítulo del submarino ARA San Juan. «Después, serán relevados», aseguran, extraoficialmente, fuentes de la Casa Rosada.

En el entorno del almirante Marcelo Eduardo Hipólito Srur , se da por descontada su salida. Ayer, incluso, corrían rumores de que podría presentar su dimisión pero, «eso no lo haría nunca mientras no esté resuelto, a como de lugar, la crisis del San Juan», aseguran en el edifico Libertad, sede de la Fuerza. Su caso estaba cantado a pesar de llevar menos de dos años al frente de la Armada. Otra cosa es el de sus compañeros. Sin una crisis que los haya puesto en la portada de todos los periódicos, el jefe del Ejército, el teniente general Diego Suñer y el de la Fuerza Aérea Victor Amrein, parece que correrán su misma suerte. El único que podría salvarse sería el jefe del Estado Mayor Conjunto , el teniente general Bari del Valle Sosa, con mejor sintonía que los anteriores con Macri.

La catástrofe del San Juan ha puesto de relieve las diferencias con el Ejecutivo y en especial, el abismo que hay entre e l flamante ministro de Defensa, Oscar Aguad y Srur. El ministro, -aseguran- no va a dejar pasar la crisis del submarino sin adoptar medidas severas. Se enteró de la noticia tarde, patinó al pronunciarse en un tuit y su imagen es motivo permanente de crítica desde que se perdió la pista de los 44 marinos. Aguad, amigo personal de Mauricio Macri, responsabiliza a la Armada de sus males (ésta se defiende y advierte que mire a su alrededor) y ha comenzado a abrir una cáscada de expedientes con el fin de aplicar un severo correctivo a los responsables de la comunicación -y la gestión- de la crisis más grave de La Armada en democracia.

En su ministerio se apilan ya más de cuarenta sumarios. «Va a ser una caza de brujas», se temen en el edificio Libertad. Los marinos procuran pasar desapercibidos y esquivan las cámaras convencidos de que, ahora, para sobrevivir, cuanto menos te vean mejor.

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