La lucha contra la inmigración abre las primeras grietas en el partido de Macron

Siendo la mayoría parlamentaria de 289 diputados, el presidente galo no debiera tener grandes problemas para hacer pasar su reforma que llegará a la Asamblea Nacional en abril

Los inmigrantes africanos, bloqueados por la policía francesa AFP
Juan Pedro Quiñonero

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El proyecto de Ley destinado a controlar la inmigración abre las primeras grietas en La República en Marcha (LREM), el partido de Emmanuel Macron, enfrentando por vez primera a los partidarios de la energía y la mano dura contra los partidarios de una visión más humanista, anunciándose un debate nacional de fondo, durante los próximos meses.

Antes de llegar a la Asamblea Nacional, el próximo mes de abril, el proyecto de Ley presentado el martes en el consejo de ministros comenzó por recibir un cierto maquillaje verbal, con su nuevo título oficial: «Por una inmigración controlada y un derecho de asilo efectivo».

El 17 de enero pasado, el presidente Macron fijó en Calais el objetivo estratégico de su proyecto: «La nueva política será de firmeza y humanidad». «Firmeza» (policial, judicial) contra la inmigración clandestina; «humanidad» para la inmigración «consentida».

Según un sondeo del matutino conservador «Le Figaro», el 80% de sus lectores dicen aprobar el proyecto gubernamental de acoger a los refugiados políticos y expulsar a una gran mayoría de inmigrantes económicos.

De entrada, el proyecto de Ley Por una inmigración controlada y un derecho de asilo efectivo es muy restrictivo y propone medidas policiales más duras contra la inmigración ilegal. Una parte difícil de calibrar numéricamente del partido y el grupo parlamentario del partido presidencial, La República en Marcha (LREM), se opone con cierta energía verbal. «Los más débiles serán sancionados. Nada nos impide poner un poco de humanidad en el proyecto de Ley», declara el diputado macronita Jean-Michel Clement . Otro diputado de LREM, Matthieu Orphelin , anuncia una «oposición controlada», exigiendo «negociaciones» para enmendar el proyecto de Ley: «Hemos conseguido algún progreso, pero debemos seguir negociando. Haremos proposiciones y esperamos llegar a un compromiso más humanista. Presentaremos y defenderemos enmiendas para humanizar un proyecto un poco frío y brutal».

¿Cuál es el peso de la resistencia parlamentaria contra el proyecto de Ley que debiera regular de manera más estricta las políticas de inmigración y asilo?

En la Asamblea Nacional (577 diputados), el partido de Macron tiene una mayoría absoluta de 310 escaños. Todavía es pronto para saber cuántos disidentes reales están dispuestos a oponerse al presidente de la República. 47 diputados centristas y 35 conservadores independientes oscilan entre la aventura y el orden. Los Republicanos (derecha tradicional) tienen un grupo parlamentario de 100 diputados: un grupo sólido pero harto insuficientes para oponerse a un proyecto que consideran «laxista». El minúsculo grupo socialista (Nueva izquierda) apenas tiene 30 escaños. Extrema izquierda populista (18 diputados) e izquierda comunista (16 diputados) pueden gritar, pero tienen un peso parlamentario modesto e insignificante.

Siendo la mayoría parlamentaria de 289 diputados, Macron no debiera tener grandes problemas para hacer pasar su reforma. Sin embargo, la emergencia de una tímida oposición y resistencia de fondo ilumina la fragilidad potencial del macronismo: su «izquierda» (antiguos liberal socialistas y reformistas) no siempre se entiende bien con su «derecha» (conservadores tradicionales y reformistas). El carácter inflamable del problema de fondo de la inmigración, en Francia y Europa, confiere al debate de fondo un evidente carácter inflamable.

No sin cierto laconismo de viejo zorro político, Gérard Collomb , ministro del interior, antiguo socialista disidente, a la derecha de Manuel Valls, resume la situación de este modo: «La derecha tradicional nos atacará diciendo que somos laxistas, lo que no es verdad. La izquierda nos tratará de fascistas, otra mentira. El resultado pudiera ser que esas caricaturas de la retórica política tradicional podrán contribuir a unir más fuerte nuestro propio grupo parlamentario». Veremos.

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