La llama del amor prende entre los chalecos amarillos

Las alcaldías de Burdeos, Lyon y Marsella advierten de un incremento de matrimonios entre quienes se han sumado a estas manifestaciones

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La franquicia chalecos amarillos se ha convertido en una agencia matrimonial de nuevo cuño en Francia. Las alcaldías de Burdeos, Lyon y Marsella, entre otras, han advertido de un incremento significativo de matrimonios civiles a los dos meses cortos del lanzamiento de la «moda» semanal de las manifestaciones y sentadas de este colectivo.

En las redes sociales han aparecido grupos de chalecos amarillos, de sensibilidad política muy diversa, que funcionan como «punto de reunión» de hombres y mujeres dispuestos a encontrar pareja. En Facebook han comenzado a proliferar páginas de la franquicia que se presentan de este modo: «Adopta a un chaleco amarillo», «Solteros y solteras con chaleco amarillo», «¿Estás harto / harta de estar soltero / soltera? Nos vemos el sábado en la manifa». Isabelle, la administradora de uno de esos grupos, explica a ABC que «en muchas rotondas, se hacen nuevos amigos. Las parejas llevan bocatas o vino. Otros prefieren llegar con pasteles propios. Pasamos la tarde entre bromas y risas. Y, al final de la manifestación, no es raro que se formen nuevas parejas».

En varios millares de rotondas de numerosas carreteras nacionales de Francia la cita del sábado suele terminar en fiesta, donde encontrar nuevas amistades y, con frecuencia, «algo más». Y en París, durante las dos últimas semanas, han comenzado a aparecer chalecos amarillos que se pasean, durante las manifestaciones, con pegatinas y pequeños carteles que hacen proclamas como «Peace & Love» o «Haz el amor y no la guerra». Se desfila en parejas o en pandillas, lejos de todo tipo de violencias; al terminar, los manifestantes regresan a su localidad o barrios de origen, solos o en nueva compañía.

Sentirse jóvenes

Mientras la última manifestación seguía su curso, en la Plaza de la Bastilla y alrededores, François y Corinne se refugiaron para descansar en la terraza de una cafetería celosamente guardada por una veintena de antidisturbios. Sonriendo, contaron a este periódico que si bien ellos están casados desde hace tiempo, «esta idea de manifestarse en pareja nos ha rejuvenecido y ha “relanzado” nuestro amor. Sentirnos jóvenes nos ha dado un chute tremendo. Estamos encantados».

En la misma plaza, una pareja de poco más de 30 años, formada por Maurice y Chantal, se pasea del brazo, haciéndose autorretratos con el teléfono móvil. Cuentan su historia de este modo: «Nosotros venimos de Melun, a poco más de una hora en coche. Nos conocimos en una rotonda a las afueras y descubrimos que teníamos muchas cosas en común. Desde entonces, participamos en las manifestaciones de la manera más pacíficamente del mundo. Y nos va muy bien. Las reuniones con otros amigos, en una rotonda, comenzaron siendo una fiesta muy simpática. Unos traían bocatas, otros bebida. En nuestro caso, estábamos solos. Y no nos hemos separado desde que nos conocimos, a primeros de diciembre. Somos muy felices».

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