Un hombre reparte comida entre emigrantes ilegales que intentaban viajar a Europa, este jueves en un campamento de detención en Gheryan, a las afueras de Trípoli
Un hombre reparte comida entre emigrantes ilegales que intentaban viajar a Europa, este jueves en un campamento de detención en Gheryan, a las afueras de Trípoli - Reuters

Libia lucha contra Daesh mientras está al borde del colapso económico

El Banco Mundial advierte del desplome de la economía del país africano si no remontan sus ingresos por el petróleo, mientras los libios acusan la falta de liquidez, una tremenda inflación y escasez de productos básicos

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Las fuerzas afines al Gobierno de Unidad Libio (GNA) se preparan para la victoria sobre Daesh en Sirte, cuya liberación se esperaba que insuflara nuevos apoyos y legitimara al Ejecutivo auspiciado por la ONU. Sin embargo, el GNA es cada vez más impopular entre la población, ante su incapacidad de ofrecer seguridad ni atajar la crisis económica que atraviesa el país. «Alimentar a una familia es cada vez más difícil. Algo que jamás habríamos imaginado en Libia», lamenta a ABC Iman Abdo, una madre afincada en Sebha. Según ha advertido el Banco Mundial, Libia se encuentra al borde del colapso económico.

La única esperanza para la economía libia es el petróleo -su único recurso natural y que comprende cuatro quintos de los ingresos del Gobierno-, insistió esta semana durante la cumbre de la Estados Productores de Petróleo (OPEP) Mustafa Sanalla, director de la Compañía Nacional de Petróleo libia (NOC).

Pese a que Libia aspira a alcanzar una producción de 900.000 barriles diarios para diciembre, según un comunicado de la NOC, sus cifras están todavía muy lejos de las de 2010. «Con la producción de petróleo apenas una quinta parte del potencial, los ingresos se han desplomado, empujando los déficit fiscales y domésticos a máximos récord. Con el dinar perdiendo rápidamente valor, la inflación se ha acelerado, erosionando aún más los ingresos reales», es la conclusión del último informe del Banco Mundial, publicado en noviembre. Para esta institución, el estancamiento político y el conflicto impiden a la economía Libia salir adelante.

«Incluso si tienes dinero en tu cuenta bancaria, no puedes sacar más de 500 dinares al mes»

«Incluso si tienes dinero en tu cuenta bancaria, no puedes sacar más de 500 dinares al mes», lamenta a ABC Abdo. Decenas de personas hacen cola desde madrugada en la puerta de los principales bancos, frente a las que se agolpan para poder retirar los pocos dinares disponibles. «Amigos míos han llegado a esperar 6 horas en el banco, para volver con las manos vacías», se quejan los libios en las redes sociales. Los bancos afrontan falta de liquidez, pese a las inyecciones de millones de dinares impresos tanto en Reino Unido (distribuidos en la zona oeste del país) como en Rusia (según informó el canal gubernamental RT, distribuidos en el este). Las colas se replican en las casas de cambio, legales e ilegales, donde los libios ven caer el valor de su moneda. Mientras el cambio oficial del dinar frente al dólar se ha mantenido estable, en el mercado negro el LYD ha perdido un 73%, según datos recopilados por el Banco Mundial. Aquellos que tienen negocios se ven forzados a depender de los dólares -más caros- del mercado negro, lo que encarece la importación y sube los precios.

La inflación va en aumento. Según estimaciones del Banco Mundial, la inflación en Libia ha subido un 20% frente a 2015. Productos básicos como azúcar, arroz, harina o aceite, que incluso después de la revolución habían mantenido bajos sus precios, han multiplicado su coste, sin que ninguno de los tres gobiernos oficiales, dos Bancos Centrales o el puñado de líderes tribales hayan logrado impedirlo. «La azúcar era barata, costaba 50 céntimos el kilo, y ahora pagamos 5 dinares», dice Abdo. Ante la falta de presupuesto, los subsidios han desaparecido, generando escasez en las estanterías de los supermercados y floreciendo un mercado paralelo de productos básicos en las calles.

Esta semana, un puñado de estudiantes de la Universidad de Trípoli organizó una huelga general a la que se terminó uniendo parte de la ciudad: «Llamamos a la desobediencia civil por el deterioro de nuestras condiciones de vida», rezaban los panfletos distribuidos en las plazas. Tras la revolución de 2011, compañías y empresarios huyeron del país, y para los jóvenes apenas queda más que la desesperanza: «No hay casi ningún trabajo hoy en Libia. Sólo el crimen, las milicias y el tráfico de inmigrantes.

Los libios, que aguantan la violencia y el caos en las instituciones desde la caída de Gadafi, están al borde del abismo: sin dinares en las calles, la inflación por las nubes, sin subsidios a los productos básicos y sin apenas medicinas básicas en los hospitales. «No hay insulina en la clínica de diabéticos. La gente no puede sacar dinero del banco para comprarla en farmacias privadas, ¿qué va a pasar con ellos?», se lamenta una joven que prefiere mantener el anonimato. Hasta las propias farmacias están viendo reducidas sus reservas.

La incapacidad para poner fin a la crisis y a la inseguridad está pasando factura al Gobierno de Unidad Nacional (GNA), que hace frente a otros dos gobiernos: el de la Cámara de Representantes en Tobruk (este) y el del islamista Congreso Nacional General (GNC). Pese a contar con el apoyo de las Naciones Unidas y países como Reino Unido, Italia o España, su líder Fayez Al-Serraj no ha logrado unificar el poder en Libia y, sin los ingresos derivados del petróleo, analistas advierten de su fracaso. Los del sector de hidrocarburos cayeron hasta la cifra récord de 3,2 miles de millones de LYD durante los primeros siete meses de 2016. Pese a que a principios de octubre varias terminales en el creciente sector petrolero reanudaron sus exportaciones, el BM calcula que sólo se alcanzarán 8.000 millones. Las instalaciones petrolíferas fueron tomadas por el Ejército Nacional Libio (LNA) afín a Tobruk y que no reconoce la autoridad del GNA, por lo que se desconoce el porcentaje de ganancias que llegará finalmente al gobierno oficial.

En una reunión de emergencia este mes en Londres, el director del Banco Central Libio, Saddek Al-Kabir, acusó al GNA de no ser capaz de ofrecer ningún plan económico coherente. Serraj, por su parte, culpó a Al-Kabir de jugar con el valor del dinar frente al dólar. En una entrevista con el periódico Libyan Herald, Serraj apuntó también a la coalición occidental, que según el dignatario «siguen su propia agenda» y sólo centran su atención en la lucha contra el terrorismo y los refugiados, abandonando la economía libia a su suerte.

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