Los kurdos reclaman Raqqa, capital del «califato», para su futuro Estado en Siria

La reivindicación compromete a la Administración Trump, principal aliado militar en la lucha contra Daesh

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Las fuerzas kurdo-sirias que luchan al mismo tiempo contra el régimen de Al Assad y contra Daesh anunciaron ayer su intención de que la emblemática ciudad de Raqqa -hoy capital del «califato yihadista»- forme en el futuro parte de su territorio autónomo. Así lo afirmó el colíder de los milicianos kurdos, Salé Muslim, según informó Reuters.

Gracias a la ayuda militar de Estados Unidos, Raqqa está en estos momentos rodeada por los kurdos de las Fuerzas Democráticas Sirias (una pantalla de los rebeldes de la milicia PYD junto a algunas milicias árabes), que se disponen a lanzar la gran ofensiva a comienzos de abril. Los kurdos quieren tomar Raqqa antes de que lleguen las fuerzas de Damasco y los rebeldes apoyados por Turquía, que también ansían el mismo botín y avanzan por otras direcciones.

El juego político-militar abierto en Raqqa implica de lleno a la Administración Trump. El presidente norteamericano promete por un lado que se mantendrá al margen de los conflictos armados en Oriente Próximo, y por otro asevera que va a «pulverizar» a Daesh. En Irak lo hace a través de su apoyo militar al régimen pro-chií de Bagdad en la batalla de Mosul; y en Siria canaliza su ofensiva a través de los kurdos, la etnia más determinada a conquistar el norte para establecer su futuro Estado.

Las Unidades de Protección Popular kurdas (PYD) juegan con baraja doble y han establecido también alianzas con los rusos. La semana pasada, el PYD anunció un acuerdo con Moscú para crear una base rusa en el territorio que controla en el norte de Siria, donde Moscú daría instrucción militar a sus combatientes.

En Irak, Mosul no termina de caer. Siria por su parte ha entrado en su séptimo año de cruenta guerra civil sin que aparezca ninguna opción rápida en el panorama, ni de arreglo político, ni de victoria militar. El país se desangra en un abanico de frentes -Raqqa, alrededores de Alepo, Homs y Damasco, los más publicitados- con todas las potencias regionales y mundiales alineadas en uno y otro bando. La implicación gradual de la Administración Trump en el avispero de Oriente Próximo, sin más estrategia aparente que la de derrotar a Daesh, tiene además consecuencias colaterales muy peligrosas, tanto para la relación de Estados Unidos con el mundo árabe como con Turquía, aliada en el seno de la OTAN.

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