Varias personas asisten al funeral del capo de la mafia Vittorio Casamonica, frente a la iglesia San Juan Bosco de Roma
Varias personas asisten al funeral del capo de la mafia Vittorio Casamonica, frente a la iglesia San Juan Bosco de Roma - EFE

Roma celebra el mayor juicio por el caso «Mafia Capital»: la infiltración mafiosa en la política

El proceso intenta esclarecer cómo el crimen organizado se hizo con sustanciosos contratos públicos utilizando la extorsión y el chantaje

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Un exmafioso neofascista y otros 45 acusados han acudido este jueves a un juicio por estar acusados de pertenecer a una organización mafiosa en Roma, después de llevarse millones de euros de algunos contratos del Ayuntamiento de la capital, un caso en el que también está involucrado el exalcalde de Roma Gianni Alemanno.

Consideraban a Roma como una vaca a la que había que ordeñar; y durante años políticos, empresarios y funcionarios se dedicaron a hacer dinero y a expoliar a la ciudad eterna. Hoy la crisis política, moral y cultural de la capital italiana estará ante los ojos de todo el mundo en el gran proceso a la mafia de la capital que se abre en el Tribunal de Roma.

Son más de un centenar las personas investigadas, pero en el banquillo de los acusados se sientan hoy cuarenta y seis, acusados de asociación mafiosa, corrupción, usura, extorsión y abuso de poder. Están previstas cuatro audiencias por semana, 136 en total hasta el mes de junio, que se desarrollarán en el «aula búnker» de la cárcel romana de Rebibbia.

Este proceso, conocido como «Mafia Capital», es todo un símbolo de la degradación política de Roma, en la que se multiplican los grupos sociales, económicos y políticos -empezando por la propia administración local- entrelazados en una enredada trama de corrupción, Así, la magistratura descubre en su investigación que los mafiosos actuaban como perfectos «mánagers» en la administración que saben superar todos los obstáculos de la burocracia; algunos funcionarios y políticos se prestaban a todo tipo de operaciones de corrupción, y hay empresarios que se aprovechaban de las redes mafiosas e incluso buscaban su protección.

En el colmo de la degradación, algunos cargos públicos fueron nombrados por indicación directa del que es considerado el jefe e inspirador de la red «Mafia Capital», Massimo Carminati, de 57 años, un exterrorista neofascista que perteneció a los Núcleos Armados Revolucionarios (NAR), detenido en la primera redada que se hizo contra esta asociación mafiosa, el 2 diciembre 2014. Apodado El Tuerto, porque perdió un ojo en un enfrentamiento con la policía, cuando era un destacado componente de la criminal Banda de la Magliana, Carminati era un peligroso mafioso que se movía sin obstáculos por la ciudad, hasta el punto de ser apodado «el Rey de Roma», gracias al dinero que maneja su clan con muy influyentes ramificaciones. Massimo Carminati, que infiltró a sus mafiosos en especial en la administración del alcalde pos fascista Gianni Alemanno (2008-2013), indagado en la investigación judicial, comparaba el sistema corrupto en el que se movía con la Tierra Media de Tolkien: «Los muertos están abajo y los vivos arriba. Y en medio estamos nosotros. Porque en este mundo de la tierra media todos se encuentran. A los del mundo de arriba les interesa que haya alguien del mundo de abajo que haga lo que no puede hacer nadie», presumió.

La dimensión que adquirió esta red mafiosa es sorprendente por su extensión y ferocidad en sus métodos, que incluían intimidaciones, linchamientos y amenazas, además de ser despiadada en sus extorsiones de dinero.

Corrupción y refugiados

Si Massimo Carminati es considerado el jefe de «Mafia Capital», el brazo económico es Salvatore Buzzi, de 60 años, un empresario ligado al centro-izquierda, presidente de la muy poderosa «Cooperativa 29 de junio», con intereses en diversos sectores, como el servicio de limpiezas y emergencias sociales. Por razones de seguridad, no comparecerán hoy en el Tribunal de Roma Massimo Carminati ni Salvatore Buzzi. Ambos actuaban conjuntamente con una obsesión común: el dinero. Para adjudicarse los mejores contratos, compraban a funcionarios y políticos de cualquier ideología. No se ponían límites y algunas de sus fechorías han causado indignación y repugnancia, como enriquecerse con la explotación de centros de acogida de inmigrantes. Las cooperativas de origen izquierdista bajo el control de Buzzi se hacían con buena parte del dinero publico que se destina a cada inmigrante. Buzzi tenía a algunos políticos locales en nómina y a uno de ellos le explicó gráficamente cómo se retroalimentaba el sistema mafioso: «Ya conocéis la metáfora: si quieres ordeñar la vaca, la vaca tiene que comer. Y la habéis ordeñado tanto, tanto…»

La corrupción en la política y la administración se pone de relieve con otro imputado importante: Franco Panzirosi, exadministrador de Ama, la empresa municipal del servicio de recogida de basuras. Ama, junto a Acea (empresa de electricidad) y Atac (de Transportes) son los tres grandes colosos de las sociedades municipales de Roma, con una plantilla de 32.000 trabajadores. El proceso que hoy se inicia intentará demostrar también que estas tres gigantescas empresas son el símbolo de un escándalo infinito de corrupción.

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