José M. de Areilza - Monnet & co.

Paisaje después de la batalla

Un mal de nuestra política ante la UE es la falta de prospectiva, planificación, iniciativas y comunicación

EP
José M. de Areilza

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La nueva derrota en el intento de presidir el Eurogrupo debería llevar a un análisis sosegado y no partidista sobre las capacidades y las estrategias de España a la hora de definir y de defender sus intereses en Bruselas. Un mal endémico de nuestra política ante la UE es la falta de prospectiva, planificación, iniciativas y comunicación. En el caso de la candidatura fallida de Nadia Calviño, la aspirante más cualificada, el factor adicional negativo ha sido la permanente pelea interna en el Gobierno entre los ministros técnicos y la bancada populista, que lastraba la petición de apoyos y la oferta de credibilidad desde Madrid. La buena noticia es que el resto de la negociación sobre la respuesta europea al coronavirus se plantea ahora con los cuatro países más grandes de la Unión unidos y dispuestos a vencer las resistencias planteadas en el Consejo Europeo y el Consejo de Economía y Finanzas.

El Eurogrupo sigue siendo un órgano informal y primitivo, que aún así aborda las decisiones cruciales de la eurozona en el día a día. Pero la batalla decisiva sobre el Fondo de Recuperación propuesto por la Comisión y los presupuestos 2021-2027 tendrá lugar en una arena política más compleja, con todos los Estados miembros y sin votaciones secretas. El requisito de la unanimidad entre 27 socios funcionará como un campo de minas y, a cambio, el debate será mucho más transparente. La presión política de Berlín y París sobre los llamados países frugales se prevé gigantesca. Angela Merkel, en especial, va a invertir todo su capital político en la tarea, con el fin de definir el legado que dejará tras un gran acto final en su paso por el poder. Alemania financia un cuarto de los gastos europeos y ha virado en su visión económica y política sobre el proceso de integración. Ya no aspira, como lo hizo Helmut Kohl, a protegerse de los socios con los que comparte mercado y moneda. Bajo la batuta de Merkel, pretende convencerlos de que la peor crisis conocida requiere una respuesta conjunta y de gran calado europeísta.

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