EBoris Johnson, ex alcalde de Londres, es un acérrimo defensor del «Brexit» y uno de los políticos más combatientes contra David Cameron
EBoris Johnson, ex alcalde de Londres, es un acérrimo defensor del «Brexit» y uno de los políticos más combatientes contra David Cameron - ABC

Johnson y el ministro de justicia se lanzan al ataque frontal a Cameron

Diputados tories pro Brexit reclaman elegir un nuevo líder si el primer ministro no gana la consulta por 20 puntos

LONDRES Actualizado: Guardar
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Faltan 24 días para el referéndum sobre la UE y cada vez sale más humo de la cocina del Partido Conservador. El de ayer fue un domingo de cuchillos largos, con los tories pro Brexit cargando muy duro contra su primer ministro. Dos diputados rebeldes llegaron a plantear que si Cameron no gana la consulta por unos veinte puntos de ventaja deberá plantearse antes de navidades un voto de confianza sobre su liderazgo en el partido, porque la fisura en la familia conservadora es ya enorme. Por su parte, Boris Johnson y Michael Gove, el ministro de Justicia, dedicaron una durísima carta en «The Sunday Times» a su jefe de filas, al que afearon estar incumpliendo sus promesas electorales sobre inmigración y haber fracasado en su negociación con la UE.

Michael Gove, escocés de 48 años formado en Oxford, es un político muy inteligente de corte sinuoso, amigo de enredar entre bambalinas. Cameron lo tenía por un crucial colaborador y hasta por buen amigo. En su primer mandato fue su ministro de Educación y en el segundo, de Justicia. El ratonero Gove pasa por ser el cerebro gris de la campaña Vote Leave, mientras que el que da la cara y ejerce de hecho como mascarón de proa es su extrovertido compañero Boris Johnson. Ambos trabajaron de jóvenes como periodistas y están usando los medios con habilidad para apretar duro a su jefe de filas. Ayer en su artículo dominical dieron un paso más en lo que Cameron y su círculo empiezan ya a considerar abierta deslealtad, pues acusaron claramente al primer ministro de estar incumpliendo una importante promesa electoral sobre inmigración. Que dos políticos tories de primera línea, uno de ellos todavía miembro del Gobierno conservador, digan algo así de su premier son palabas mayores en Inglaterra.

El problema migratorio en el punto de mira

Lo cierto es que los datos empíricos acompañan su denuncia. Cameron prometió bajar la cifra anual de inmigrantes a cien mil. Pero los últimos datos, publicados la semana pasada, recogen que el año pasado el balance neto fue de 333.000, más del triple de lo anunciado en el programa electoral. De ellos, 184.000 eran ciudadanos de la Unión Europea y 188.000 de fuera. Gove y Johnson echan en cara a Cameron que su incumplimiento «resulta corrosivo para la confianza del público». Una vez más, repiten que será imposible controlar la inmigración mientras el país siga en un club que consagra la libre circulación de ciudadanos. Vaticinan también que la llegada de inmigrantes «incrementará las diferencias de clase y las listas de espera».

La amenaza que supone la llegada de extranjeros es uno de los argumentos de más peso de Vote Leave, que a veces lo maneja casi con tintes xenófobos. Cada vez más hincapié en la inmigración debido a su clara derrota en el frente económico, donde se han quedado solos contra la opinión de la City, los bancos, los empresarios, el Banco de Inglaterra y los organismos internacionales especializados.

El ex premier laborista Tony Blair, europeísta, contestó a Gove y Boris en la BBC y aseguró que «dejar la UE no arreglará el problema migratorio». También recordó que «esa gente que viene permite que funcionen servicios públicos vitales». Otro ex primer ministro también pro Remain, el conservador John Major, acusó a la campaña del Brexit de estar intoxicando al público británico con «mentiras y falsedades».

Los brexiters omiten el dato que pese a la nutrida inmigración el Reino Unido tiene una de las menores tasas de paro europeas, el 5,1%, con 31,5 millones de ocupados y 1,6 millones de desempleados. Además, la inmigración es lo que ha dado al país una pirámide demográfica saludable y no tan inquietante como la que presenta, por ejemplo, España.

El Brexit y la economía

Los portavoces de Cameron replicaron al golpe de Gove y Boris tachándolo de maniobra de distracción para intentar tapar la noticia del apoyo de los economistas británicos a la permanencia. «The Observer», el dominical del «Guardian», ha publicado una encuesta entre 600 de los economistas más relevantes del país y el 88% sostienen que el Brexit sería muy nocivo para la economía.

Cuando Cameron convocó el referéndum y decidió dar libertad a sus ministros y diputados para hacer campaña a favor o en contra de la UE, aun siendo la permanencia la posición oficial del Gobierno, tal decisión fue saludada como un ejemplo de tolerancia democrática. Pero en la práctica las pasiones humanas se han caldeado. Es imposible mantener opiniones visceralmente opuestas en un tema vital, que divide al Partido Conservador desde los años 90, y pretender que no haya roces personales. La amistad de Cameron y Gove se considera historia y entre los leales al primer ministro ya empieza a articularse la palabra «traición».

El futuro de Cameron

Cameron cometió un error táctico anunciando antes de las elecciones generales del año pasado que no se presentaría a un tercer mandato en 2020, una declaración que curiosamente hizo mientras preparaba una ensalada en un programa televisivo donde mostraba su perfil doméstico para captar votos. Ese anuncio levantó el aroma de la sangre y comenzó de facto la pelea por la sucesión, con George Osborne, el ministro de Economía y mano derecha del premier, y Boris Johnson como favoritos. Boris se ha subido claramente al carro del Brexit como una plataforma para publicitarse de cara a la batalla sucesoria. En las bases del partido es quien concita más simpatías.

Al haber puesto fecha a su retirada, Cameron tiene ya algo de «pato cojo», como dicen en el argot político estadounidense. Pero aun así, ha remarcado que seguirá en el Número 10 incluso si pierde el referéndum del día 23. Es algo muy difícil de cumplir cuando casi la mitad de sus diputados en los Comunes son brexiters. Ayer dos de ellos, Andrew Bridgen y Nadine Dorries, esgrimieron un nuevo argumento contra su primer ministro: si no gana el referéndum por una ventaja próxima a 60-40, deberá convocarse antes de Navidad una cuestión de confianza en las filas conservadoras para ver si debe seguir como líder o no, pues a su juicio el partido se encuentra absolutamente fracturado (lo cual es cierto). Bridgen explica que si Cameron gana la consulta por poco margen, dirigirá un «Gobierno zombie». Los dos rebeldes aseguran que los respaldan cincuenta diputados, «muy enfadados» por la campaña del primer ministro, que llaman «el Proyecto Miedo».

Curiosamente, quien vino a echar un capote a Cameron fue Ian Duncan Smith, su ex ministro de Trabajo, que dejó el Gobierno en marzo con una sonora dimisión-portazo. IDS, como se lo conoce en la política inglesa, peso pesado tory, replicó que Cameron debe continuar en el cargo.

Tal como se está poniendo la tormenta, nada extrañaría que Cameron hiciese una maniobra que todavía no contemplan los politólogos británicos: reconsiderar su retirada en 2020 e intentar seguir, apelando a que es necesario para reunir al partido.

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