Xi Jinping rechaza ante la OMS una investigación del coronavirus hasta controlar la pandemia

Por videoconferencia en su Asamblea anual, defiende la transparencia y rapidez de China y promete la vacuna y 2.000 millones de dólares para países en desarrollo, sobre todo africanos

El presidente chino, Xi Jinping, durante su videoconferencia ante la OMS AFP
Pablo M. Díez

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Señalado por todos por la pandemia del coronavirus que azota al mundo, el presidente de China, Xi Jinping , ha comparecido este lunes por videoconferencia ante la Asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS) , que se centra en la respuesta internacional contra la enfermedad COVID-19. Ante los 194 miembros de este pleno telemático forzado por las circunstancias, Xi ha defendido la «transparencia» y «rapidez» de su país en la gestión de una crisis que, originada en la ciudad china de Wuhan , lleva ya 4,5 millones de contagiados y más de 300.000 fallecidos por todo el planeta.

«Durante todo el tiempo hemos actuado con sinceridad, transparencia y responsabilidad . Hemos proporcionado información a la OMS y a otros países con la mayor rapidez. Hemos publicado la secuencia genética lo antes posible. Hemos compartido las experiencias del control y el tratamiento con el mundo sin reservas. Hemos hecho todo en nuestro poder para apoyar y asistir a las naciones que lo necesitaban», leyó Xi Jinping en su discurso, difundido por la agencia estatal de noticias Xinhua.

Frente a las demandas de una investigación «imparcial e independiente» sobre el coronavirus, lanzadas por Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido y Australia y apoyadas por más de 110 países , Xi respondió contemporizando a la manera habitual de China, es decir, diciendo «sí pero no». «China apoya la idea de una revisión integral de la respuesta global a Covid-19 después de que se haya controlado para sumar la experiencia y responder a las deficiencias», esquivó la cuestión. A su juicio, «este trabajo debería basarse en la ciencia y la profesionalidad, dirigido por la OMS y conducido de manera objetiva e imparcial ».

Con el coronavirus convertido en un nuevo frente de batalla en la Guerra Fría entre China y EE.UU., el país más castigado con 1,5 millones de infectados y 90.000 muertos , el autoritario régimen de Pekín se ha negado en banda a una investigación internacional que no pueda controlar. No solo le mueven su tradicional opacidad y la ocultación inicial de la epidemia, cuando silenció a los médicos de Wuhan que alertaron de una nueva enfermedad parecida al SARS, sino también las dudas sobre su cifra oficial de 4.643 fallecidos y las sospechas de que no compartió toda la información sobre su gravedad. Entre ellas destaca el relevante papel de los enfermos asintomáticos en su transmisión, que parece haber sido decisivo para su propagación por Occidente, donde por otra parte tampoco se tomaron las medidas oportunas para, si no impedir, al menos paliar la pandemia. Para defenderse de su desastrosa gestión, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha disparado además sus acusaciones contra el superlaboratorio P4 de virus que hay en Wuhan . Aunque los más prestigiosos científicos internacionales insisten en que el coronavirus tiene un origen natural, la Casa Blanca explota la sospecha de un accidente para atacar a China.

«En vista de las debilidades y deficiencias destapadas por Covid-19, necesitamos mejor el sistema de gestión para la seguridad de la salud pública. Tenemos que responder más rápidamente a las emergencias de salud pública y establecer centros de reservas regionales y globales de suministros antiepidémicos», propuso Xi Jinping dentro de su ofensiva diplomática para mejorar la imagen de su país y ganarse apoyos.

La vacuna china, un «bien público global»

Además de prometer que la vacuna china será un «bien público global» cuando esté disponible, para asegurar así su acceso a los países en vías de desarrollo, anunció 2.000 millones de dólares (1.834 millones de euros) en ayudas durante los dos próximos años a dichas naciones, sobre todo las africanas, muy beneficiadas durante las últimas décadas por las inversiones y la ayuda médica de Pekín. Con la promesa de colaborar con 30 hospitales de dicho continente y ayudar a montar centros de control y prevención de enfermedades, habrá que ver lo que votan los 54 miembros del bloque africano, que en principio apoyan el borrador sobre la evaluación de la OMS y la búsqueda del origen del coronavirus.

Frente al corte de fondos de Trump, Xi pidió una mayor colaboración con la OMS y apoyó expresamente a su director general, el cuestionado Tedros Adhanom Ghebreyesus .

Sobre la mesa de esta Asamblea Mundial de la Salud también está la admisión como miembro u observador de Taiwán , cuya presencia es vetada por China al reclamar la soberanía sobre esta isla independiente «de facto», pero reconocida solo por 15 Estados, entre ellos el Vaticano. Su éxito contra el coronavirus, con solo 440 contagiados y siete fallecidos pese a su cercanía y contactos con China continental, ha avivado las voces reclamando su participación en la Asamblea, donde ya estuvo en 2009 y 2016 como «observador» pero luego fue vetado por Pekín.

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