Joesley Batista, junto a su esposa, Ticiana Villas Boase, en una gala en Sao Paulo en 2014
Joesley Batista, junto a su esposa, Ticiana Villas Boase, en una gala en Sao Paulo en 2014 - Afp

JBS, el imperio cárnico que hace tambalear a Temer

Creado a partir de una carnicería de barrio, creció gracias a la corrupción en Brasil

Corresponsal en Sao Paulo Actualizado: Guardar
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Dos de los hombres más ricos de Brasil, Joesley y Wesley Batista, eran unos perfectos desconocidos hasta esta semana, cuando estalló el enésimo caso de corrupción en Brasil que ha hecho tambalear la presidencia de Michel Temer y ha herido de muerte a parlamentarios de todos los partidos.

Los hermanos Batista son los dueños de la empresa JBS, un imperio mundial de la carne, que dio un gigantesco salto durante los trece años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), gracias a la financiación pública a largo plazo y a préstamos con muy bajas tasas de interés.

La carnicería fundada en 1953 en Anápolis, una pequeña ciudad cercana a Brasilia, se convirtió en JBS, la empresa que mejor se aplicó en la tarea propuesta por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y su equipo económico de elegir a algunas empresas con potencial para convertirse en líderes mundiales de su sector.

JBS lo consiguió gracias al apoyo gubernamental y a préstamos del banco de fomento Bndes. A partir de 2007 compró diez empresas relevantes del sector, entre ellas la norteamericana Swift, y se convirtió en la mayor industria cárnica del mundo. La empresa, que facturaba unos 960 millones de euros en 2003, el primer año del gobierno Lula, pasó a facturar 46.000 millones en 2016.

El crecimiento de la hoy tercera mayor empresa privada de Brasil, después de dos bancos, dependió de la política desde la década de los años 60, cuando el patriarca Joelle Batista Sobrinho (JBS) comenzó a vender a consumidores de la recién fundada capital, Brasilia. En 2014, JBS ya era el principal donante electoral. Apoyó a 164 diputados, seis gobernadores, y a los candidatos Dilma Rousseff, Michel Temer y Aécio Neves. Ahora se sabe que la mayor parte de las donaciones se pagó con dinero en negro e incluía comisiones para los políticos.

Confesiones

En los audios y confesiones grabadas en vídeos por los hermanos Batista y ejecutivos de JBS, los brasileños oyeron la voz de Temer elogiando la compra de jueces y políticos para obstruir las investigaciones de corrupción. También la de Neves, que quedó en segundo lugar en las presidenciales de 2014, en la que supuestamente se mostraba dispuesto a matar a delatores.

En las grabaciones difundidas por la Fiscalía, los hombres de JBS mencionan sobornos a 1.829 políticos, revelan el pago de mensualidades a Temer y la compra del silencio de Eduardo Cunha, el excongresista preso que expulsó al PT del poder. Se refieren también a 150 millones de dólares en cuentas destinadas a las campañas de Lula y Rousseff, que curiosamente están a nombre de los Batista.

La naturalidad con la que los delatores hablan de millones y sobornos contrasta con la austeridad, el desempleo y la recesión que sufre Brasil, en una de sus peores crisis económicas. Los relatos muestran la otra cara del crecimiento desenfrenado de las «campeonas nacionales», como llamaba Lula a las empresas brasileñas que cruzaron la frontera.

El padre y los dos hermanos Batista dirigen un agresivo imperio con 237.000 empleados y presencia en 20 países. El grupo empezó a ser investigado por corrupción en abril, cuando salió a la luz la Operación Carne Débil, que incluía a JBS en la lista de empresas alimentarias que sobornaron a fiscales para hacer la vista gorda a los productos caducados y adulterados. Los Batista, sin embargo, ya habían llegado a un acuerdo con la Fiscalía en marzo para delatar a los principales políticos de Brasil y evitar así ir a prisión.

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