Iglesias y ONGs acogen a los «indocumentados» perseguidos por las redadas de Trump

Una decena de ciudades de EE.UU. fueron el escenario de los controles de inmigrantes ilegales

Una mujer entrega una información para alertar de las redadas, en Miami Reuters
David Alandete

David Alandete

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Ayer domingo acabó la cuenta atrás que Donald Trump dio al servicio migratorio de su país para iniciar una serie de redadas en una decena de grandes ciudades del país con las que espera detener a al menos 2.000 personas contra las que pende orden de deportación. El insólito anuncio del presidente de Estados Unidos, que ha provocado una agónica espera en cientos de miles de indocumentados, ha unido a la oposición demócrata, a las organizaciones humanitarias y a las diversas agrupaciones religiosas del país, que ayer abrieron sus templos a aquellos que teman ser detenidos.

En iglesias protestantes y católicas de las ciudades afectadas, incluidas Chicago y Baltimore, los sacerdotes alabaron a los activistas que han arriesgado sus vidas y su seguridad por proteger a inmigrantes sin papeles. Unos 25 templos protestantes y católicos de la ciudad tejana de Houston abrieron sus puertas a los ‹sin papeles› que quisieran pasar el día en incluso la noche allí. Les acompañaron políticos como la diputada demócrata Sheila Jackson Lee , quien según la agencia AP advirtió al gobierno que «no puede entrar en una iglesia y pedir a los líderes del culto que entreguen a nadie».

La tensión provocada por el anuncio de Trump era ayer máxima. La capital federal, Washington, amaneció emparedada de carteles en contra de las redadas y los centros de detención donde viven hacinados unos 50.000 sin papeles, según los últimos datos que ha hecho público el gobierno. La catedral de San Mateo, en el centro de Washington, donde van a misa los políticos católicos más importantes del país y donde se celebró el funeral de John F. Kennedy, permaneció ayer con las puertas abiertas toda la jornada para acoger a los inmigrantes que quisieran pasar allí el día.

Miedo a estar en casa

Una familia de tres personas de inmigrantes de Nicaragua oyó misa en español a las 13.00 y se quedó después en uno de los bancos traseros de la nave central. El padre y la madre dijeron a ABC que no tienen papeles, pero su niño nació en un hospital de Washington hace seis años y es ciudadano americano. «Es un día que preferimos pasar aquí, en la iglesia, porque estar en casa da miedo, de verdad», dijo el padre, que se identificó simplemente como Andrés y que estaba visiblemente nervioso. Tenían intención de permanecer en el templo hasta al menos las 19.00, hora en que normalmente cierra sus puertas.

El presidente, por su parte, pasó la jornada jugando al golf en uno de los campos que posee su empresa, en la localidad de Sterling, en el estado de Virginia y cerca de Washington. Su campaña electoral aprovechó el nerviosismo que ha creado el presidente entre los inmigrantes en las pasadas semanas para recoger 500.000 firmas en menos de 24 horas con las que ha pedido a los demócratas en el Capitolio que pacten una ley de deportación automática para expulsar a indocumentados sin tener que pasar por un juzgado antes.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, encargado de las redadas, se ha negado a revelar sus planes y a informar de un número concreto de «sin papeles» detenidos, si es ayer había alguno. Su director, Matthew Albence, dio una entrevista en la cadena Fox News por la mañana en la que dijo que los agentes están ya «tomando medidas contra determinados individuos que han sido identificados previamente» y rechazó que esas operaciones puedan ser calificadas de «redadas».

En un intento de entorpecer los planes de la Casa Blanca, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) presentó una demanda preventiva el jueves pidiendo a la justicia que proteja a los «sin papeles» que hayan solicitado asilo por amenaza de violencia en su país . Varios activistas hicieron ayer guardia en bicicleta en barrios de mayoría de inmigrantes en grandes ciudades como Chicago para detectar y alertar de la presencia de agentes del servicio migratorio.

En un clima de gran nerviosismo por la crisis migratoria, un individuo de 69 años fue abatido ayer por la policía en la zona metropolitana de Seattle, en el estado de Washington, tras atacar con bengalas y un fusil un centro de detención de inmigrantes sin papeles. Según los agentes, el atacante quería impedir la deportación de los indocumentados que permanecen internados en ese recinto.

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