El «Ibizagate» puede cambiar la campaña de los euroescépticos

Aparte de Austria, los dos países donde el resultado del populismo nacionalista va a ser muy relevante son Francia e Italia

El líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, y la de Agrupación Nacional, Marine Le Pen AFP

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La larga sombra de Vladimir Putin en la política europea pasa por los partidos nacionalistas de derecha radical y eso no es un secreto para nadie. La francesa Marine Le Pen lo sabe muy bien porque la justicia ha llegado a intervenir en un campo tan delicado que roza la ilegalidad en casi todos los países. Está por ver, sin embargo, si el escándalo del «Ibizagate» en Austria va a cambiar el resultado de los partidos de esta órbita euroescéptica o incluso antieuropea en las elecciones de este fin de semana.

En todo caso, lo más relevante va a ser políticamente lo que suceda en Austria, donde esta coalición entre democristianos y derecha radical había sido aceptado -más o menos a regañadientes- por la familia del Partido Popular para algunos como un mal menor y como un precedente al que acudir en caso de necesidad, puesto que el canciller Sebastian Kurtz había logrado hacerlo pasar por un socio presentable.

Aparte de Austria, los dos países donde el resultado del populismo nacionalista va a ser muy relevante son Francia e Italia. Eso sin contar con el nuevo partido del Brexit que probablemente será el ingrediente más excéntrico del nuevo Parlamento Europeo, aunque teóricamente será solamente por unos meses . El ideólogo global de este movimiento nacionalista antiglobalización, el norteamericano Steve Bannon, sigue la campaña desde París, pendiente sobre todo de los resultados de Marine Le Pen, que seguramente será el partido más votado. Al fin y al cabo, en Italia Matteo Salvini está ya en el poder y no necesita apoyo, mientras que una victoria de Le Pen en Francia supondría un revulsivo extraordinario para sus objetivos.

En todo caso, desde Bruselas se da por descontado que los representantes de esta derecha radical pueden llegar incluso a tener más de un tercio de los diputados, lo que en determinadas circunstancias podría atribuirles un poder de bloqueo que no han logrado hasta ahora. No es probable que formen un único grupo parlamentario, sino que, como sucedía en esta pasada legislatura, se organizarán en varios, no solo porque entre ellos hay diferencias a veces muy difíciles de vencer, sino porque eso les reportará más fondos públicos.

La suma de los partidos proeuropeos seguirá siendo mayoritaria, aunque se da también por descontado que el viejo pacto entre socialdemócratas y democristianos , la gran coalición a escala europea, no funcionará por primera vez, lo que probablemente también ayudará a fragilizar la institución. Y, en muchas ocasiones, también puede forzar a los populares a buscar el apoyo de los populistas de extrema derecha, igual que sucedía hasta ahora en Austria.

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