Abe, a punto de despegar de Tokio, rumbo a Pearl Harbor
Abe, a punto de despegar de Tokio, rumbo a Pearl Harbor - AFP

Abe honrará en Pearl Harbor a las víctimas pero no pedirá perdón

El primer ministro japonés visita la bahía donde se produjo el histórico ataque que empujó a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, buscan cerrar el círculo de la reconciliación tras un trágico pasado militar. El mandatario nipón protagonizará una ceremonia pública en el Memorial USS Arizona, en la bahía de Pearl Harbor (Hawai), el escenario de un ataque sorpresa el 7 de diciembre de 1941 que propició la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial.

El acto se produce meses después de la histórica visita de Obama a Hiroshima, la ciudad sobre la que la aviación de EE.UU. lanzó la primera bomba nuclear el 6 de agosto de 1945 -Nagasaki sufrió la segunda, tres días después-, en un ataque destructivo que causó decenas de miles de muertos y finiquitó la guerra entre ambos países.

Obama no pidió perdón a las víctimas ni al Gobierno japonés en esa ocasión. En el relato oficial de la Segunda Guerra Mundial, el ataque nuclear evitó una invasión mucho más dolorosa para ambas partes. Tampoco se espera que lo haga Abe, que, como el presidente estadounidense, homenajeará a las víctimas y reflexionará sobre los efectos negativos de la tragedia para ambas partes.

Según el Gobierno japonés, la visita servirá para «sellar definitivamente la reconciliación histórica» en lo que respecta a la Segunda Guerra Mundial.

Abe no es el primer ministro nipón que visita Pearl Harbor. Lo hizo en 1951 Shigeru Yoshida en el viaje de regreso hacia Japón después de acudir a San Francisco a firmar un tratado de normalización de relaciones con EE.UU. También lo hicieron Ichiro Hatoyama, en 1956, y Nobusuke Kishii (abuelo materno del propio Abe), en 1957. Pero fueron visitas de perfil bajo, al contrario que la de Abe, sobre todo por la ceremonia conjunta con el presidente de EE.UU.

Ayer, el mandatario japonés hizo una ofrenda floral en el Cementerio Nacional del Pacífico -allí también puso su abuelo una corona hace casi seis décadas- y otro homenaje en un memorial al que se considera el primer piloto kamikaze de la Segunda Guerra Mundial. Hoy visitará junto con Obama el Memorial USS Arizona, en el lugar donde sigue sumergido el acorazado del mismo nombre, donde más estadounidenses perdieron la vida en el ataque a Pearl Harbor. De los 2.403 estadounidenses que fallecieron, 1.102 lo hicieron a bordo de ese buque. Obama y Abe pronunciarán discursos tras la visita.

También habrá presencia de veteranos de guerra estadounidenses, un colectivo que ha visto con buenos ojos la visita de Abe. «Es un viaje sanador, que demuestra la fortaleza y la importancia de la alianza entre EE.UU. y Japón», dijo Joseph Chennely, director ejecutivo de Amvets, la asociación de veteranos.

Para Obama, será su último encuentro con un mandatario extranjero antes de dejar la Casa Blanca, y una muesca más en su ansia por completar su presidencia con momentos históricos.

Abe se modera

En el caso de Abe, la visita se enmarca dentro de una evolución hacia un tono más conciliador y constructivo en su política internacional, distinto del comienzo de su mandato. El líder conservador, cercano a posiciones nacionalistas, tiene entre sus objetivos la reforma de la constitución pacifista de Japón, lo que permitiría a sus fuerzas armadas involucrarse en conflictos internacionales. En el pasado, ha confrontado episodios oscuros de la historia de Japón durante su expansionismo militar en la década de 1930, como el esclavismo sexual masivo de mujeres coreanas o la masacre de Nankín, en China. En 2013, despertó las críticas de China, Corea del Sur y EE.UU. por visitar el santuario de Yasukuni, que aloja a algunas criminales de guerra japoneses.

Pero en los últimos meses, Abe ha pivotado hacia posiciones más reconciliadoras. El pasado diciembre acordó el pago a Corea del Sur de 9 millones de dólares para el establecimiento de una fundación para el apoyo a antiguas esclavas sexuales y firmó un acuerdo con el mismo país colaboración en inteligencia sobre Corea del Norte.

La visita a Pearl Harbor es un paso más en esa dirección, y se produce en un momento de incertidumbre sobre las relaciones entre Japón y EE.UU. El próximo presidente estadounidense, Donald Trump, cuestionó durante la campaña el apoyo y financiación militar de EE.UU. a su gran aliado asiático, diciendo que Japón debería pagar más. Llegó a sugerir que Tokio debería desarrollar su propio arsenal nuclear y en la visita de Obama a Hiroshima pasó al ataque desde Twitter: «¿El presidente Obama va siquiera a hablar del ataque sorpresa a Pearl Harbor mientras está en Japón? Se perdieron miles de vidas estadounidenses».

La importancia de las relaciones entre ambos países quedó patente a los pocos días de la victoria de Trump en las elecciones: Abe fue el primer jefe de Gobierno en visitar la Torre Trump y felicitarle por su victoria.

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