Hong Kong condena por desórdenes públicos a los líderes de la Revuelta de los Paraguas

En un juicio criticado por los defensores de los derechos humanos, sus nueve cabecillas pueden ser sentenciados a hasta siete años por las protestas de 2014 reclamando democracia

Vista general durante las manifestaciones mientras los activistas de Occupy Central asisten este martes a la corte para enfrentar un veredicto EFE
Pablo M. Díez

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En el otoño de 2014, Hong Kong vivió las mayores protestas contra el autoritario régimen chino para reclamar pleno sufragio universal. La «Revuelta de los Paraguas» , como se conoció por las «armas» con que los manifestantes se defendían de los gases de la Policía, congregó a decenas de miles de personas y, durante 79 días, paralizó tres puntos neurálgicos de la ciudad.

Casi cinco años después, nueve de sus organizadores han sido condenados este martes por desórdenes públicos, según informa el periódico de Hong Kong «South China Morning Post». A la espera de conocerse las sentencias, que podrían ser de hasta siete años de cárcel por cada delito, entre los condenados destacan dos reconocidos intelectuales, el profesor de Derecho Benny Tai y el de Sociología Chan Kin-man, y un religioso baptista, Chu Yiu-ming. Los tres fundaron en 2013 el movimiento de desobediencia civil «Occupy Central» («Ocupar el Centro»), que apostaba por tomar el corazón de Hong Kong para reivindicar democracia y fue el germen de las masivas movilizaciones del año siguiente. A ellos se suman dos diputados del Parlamento local de Hong Kong, Tanya Chan y Shiu Ka-chun, y otros dos antiguos líderes de organizaciones estudiantiles: Eason Chung Yiu-wa y Tommy Cheung Sau-yin. Cierran el grupo el vicepresidente de la Liga los Socialdemócratas, Raphael Wong Ho-ming, y un exparlamentario del Partido Democrático, Lee Wing-tat.

En una sentencia de 268 páginas, el Tribunal número 5 de los Juzgados de Kowloon Oeste los ha declarado culpables de conspirar e incitar desórdenes públicos por dirigir aquellas protestas, la más multitudinarias en China desde la revuelta de Tiananmen en 1989. El detonante fue el plan de Pekín de seleccionar a una terna de candidatos afines para las elecciones a jefe ejecutivo de Hong Kong, a las que no podrían presentarse los aspirantes contrarios al régimen. Acampados desde finales de septiembre en la avenida frente al Gobierno regional y en sendos cruces de la isla de Hong Kong y de Kowloon, miles de personas paralizaron la ciudad para exigir a China pleno sufragio universal y libre presentación de candidatos a las elecciones. Después de 79 días, y pasados los enfrentamientos de los primeros días con la Policía que captaron la atención mundial e hicieron temer un nuevo Tiananmen, la protesta perdió fuelle y los pocos manifestantes que resistían fueron desalojados pacíficamente por la Policía a principios de diciembre sin conseguir nada.

Juicio criticado

«La obstrucción fue tan irrazonable que el significativo y protegido derecho a manifestarse debería ser desterrado. El acto no estuvo garantizado por la ley», ha justificado en su auto el juez Johnny Chan, informa la agencia France Presse. Pero, más allá de su base legal, este juicio ha sido criticado por los grupos defensores de los derechos humanos porque, en su opinión, refleja la progresiva pérdida de libertades que está sufriendo Hong Kong, antigua colonia británica devuelta a China en 1997. Aunque la ciudad, de siete millones de habitantes, goza de más libertades que el resto del país, en los últimos años se ha endurecido la persecución legal de las voces críticas con el régimen.

Curiosamente, los nueve condenados han sido procesados por desórdenes públicos a tenor de leyes de la época colonial que ya están en desuso, más severas que las nuevas regulaciones . Un perjuicio contra las acusados del que se ha quejado hasta el antiguo gobernador británico de Hong Kong, Lord Patten. «En un momento en que la mayoría de la gente habría pensado que el objetivo del Gobierno era reunir a toda la comunidad, parece escandalosamente divisivo el uso anacrónico de delitos de la Ley Común para perseguir una venganza por los eventos políticos que tuvieron lugar en 2014», ha advertido en unas declaraciones recogidas por el portal de noticias HKFP.

Para Amnistía Internacional, estos «veredictos de culpabilidad son un golpe demoledor a la libertad de expresión y a las protestas pacíficas en Hong Kong» porque «el Gobierno ha usado estos cargos tan vagos (…) como una herramienta política contra los activistas». Buena prueba de ello es que otros cabecillas de la Revuelta de los Paraguas, como el joven Joshua Wong, también han acabado entre rejas en el pasado por desórdenes públicos.

«Sin importar lo que ocurra, tengo la confianza en que mucha gente estará junta hoy y seguirá luchando por la democracia en Hong Kong . Persistiremos y no nos rendiremos», arengó uno de los líderes del movimiento, Benny Tai , a los seguidores que se habían acercado hasta las puertas del tribunal. Con carteles y paraguas amarillos, símbolo de aquella fracasada revuelta, recordaban que Hong Kong sigue reclamándole a China democracia.

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