Cristina Fernández de Kirchner votó este domingo en Río Gallegos (Santa Cruz)
Cristina Fernández de Kirchner votó este domingo en Río Gallegos (Santa Cruz) - AFP

La herencia económica, político y social en números rojos de Cristina Fernández

Argentina no crece desde hace cuatro años, el déficit fiscal es enorme y la sociedad está dividida

Corresponsal en Buenos Aires Actualizado: Guardar
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La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, recibió una cuantiosa herencia –política y económica– cuando falleció su marido, Néstor Kirchner, en octubre de 2010. Su fortuna –la conocida y la otra– aumentó de forma abismal para ella y para sus hijos. No sucederá lo mismo con el legado político, económico y social que recibirá su sucesor en la Casa Rosada ni para la gran familia argentina.

El país no crece desde hace cuatro años, el déficit fiscal es enorme, la economía está subvencionada, los servicios públicos precisan una actualización de sus tarifas y las verdaderas cifras y estadísticas de la Administración que sale el próximo 10 de diciembre, por la puerta de atrás, después ocho años de gestión, son un misterio porque el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) se convirtió en 2008 en un caricatura de sí mismo.

El por entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, transformó un organismo de referencia y credibilidad tradicional, en un aparato de propaganda política. Expulsó a los técnicos, colocó a sus leales y hasta se querelló con las consultoras que difundían los datos verdaderos de la inflación, donde Argentina llegó a colocarse en cabeza –por detrás de Venezuela– de todo el planeta, al llegar al 40% el pasado año (hoy está en el 25%).

«El próximo gobierno va a encontrar un Estado muy oscuro y poco transparente»

En este contexto, Mauricio Macri espera descubrir poco más que telarañas en las cámaras blindadas del Banco Central, la inflación ahora es del 25%, la moneda da tumbos entre el mercado negro, el oficial y un abanico de otros paralelos, las exportaciones e inversiones siguen estancadas y la sociedad polarizada en un fenómeno que los argentinas definen con apenas dos palabras, «la grieta».

Enderezar una economía torcida desde hace una década y bajo mínimos en los últimos cuatro años es uno de los grandes desafíos para el próximo presidente. «Primero tengo que conocer los números y sincerar las cifras», insistió Macri los últimos días. Verificar las cuentas públicas no se hace de la noche a la mañana. «Cada departamento tendrá que auditarse», reconoce Rogelio Frigerio antes de garantizar que «habrá un sinceramiento total», en referencia al estado real de las arcas y del abultado aparato del Estado que el kirchnerismo se ocupó de fabricar.

Leandro Despuy, auditor general de la Nación, reconoce que «el próximo gobierno va a encontrar un Estado muy oscuro y poco transparente. Va a tener muchos problemas para verificar cómo se manejaron las cuentas».

Nombramientos a dedo

Capítulo aparte es el caballo de Troya que deja el «cristinismo» en la Administración. Los nombramientos y designaciones en la totalidad de los ministerios, embajadas y áreas sensibles –y carentes de sensibilidad– alcanzan un volumen nunca visto antes en la democracia argentina. Las instituciones están severamente dañadas y los poderes del Estado cuestionados. La Justicia también sufrió «la grieta» de la sociedad y se ha dividido en el bando militante que responde ciegamente al Gobierno y en el otro que, en función del magistrado o fiscal que toque, actúa haciendo honor a su cargo, a la cartera o al intercambio de favores.

La politización de todas las instancias alcanza a la televisión pública y la agencia estatal de noticias Telam. Ambas han sido utilizadas de forma burda como aparatos de propaganda.

En este escenario, decir que la herencia a recibir es un buen regalo resulta difícil. Salvo aquellos con vocación de reconstruir. El ingeniero Mauricio Macri podrá demostrar ahora si la tiene y puede.

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