Los guiños de Obama al mundo árabe

Pese a la multiplicación de gestos, viajes y promesas, las monarquías del Golfo se sienten más pobres e indefensas tras el paso de un pro-musulmán por la Casa Blanca

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Cuatro viajes a Arabia Saudí en algo más de nueve años es un récord que ningún presidente norteamericano alcanzó antes de Barack Obama, y probablemente no logre nunca superar. La gira que acaba de concluir el líder norteamericano por Arabia Saudí -con encuentro final con todos los demás dirigentes del Golfo Pérsico- parece diseñado adrede para confirmar la convicción que tienen muchos en Occidente: Barack Obama ha sido no solo el primer presidente negro sino también el más islamófilo de todos los que han pasado por la Casa Blanca. Tanto que muchos de sus conciudadanos creen que, en el fondo, él mismo es un musulmán oculto, aunque su padre, perteneciente a esa fe, nunca fuera practicante y Obama sea oficialmente cristiano.

Pero los árabes echan cuentas y no les salen. Hace nueve años eran ricos y cresos, e Irán, enemigo histórico de los suníes del Golfo, seguía encuadrado en el “eje del mal” y proscrito en gran parte de Occidente. El acuerdo nuclear suscrito entre Washington y Teherán devuelve no solo la honorabilidad al régimen de los ayatolás sino también la posibilidad de inundar el mercado del petróleo con sus reservas. Además, la debilidad y duda permanente de Obama respecto a Siria -EE.UU. prometió en su día a Arabia Saudí que Bachar al Assad sería derribado- han permitido a Irán entrar en la guerra a la sombra de Rusia, y volver a pesar en el mapa geoestratégico de la región.

Para más inri, el dinero del petróleo no llega para cubrir los inmensos gastos de los seis estados árabes del Golfo. Según un estudio, de aquí al 2020 necesitarán entre 250.000 y 340.000 dólares para financiar sus déficit. Desde mediados de 2014, el precio del petróleo ha caído un 60 por ciento; y eso que aún no se nota el impacto del retorno del crudo iraní a mercados antes prohibidos.

Nada del negro panorama económico actual es responsabilidad directa de Obama. El presidente ha acompañado además el gesto de su último viaje con varias promesas: negociaciones al máximo nivel con los árabes sobre el precio del petróleo, y garantías de que siempre estarán protegidos por EE.UU. en caso de un conflicto con Irán. Para un presidente que ya está de salida son palabras muy grandilocuentes, aunque el argumento de fondo para tranquilizar a los árabes es la abultada factura en venta de armas que ha acumulado la Administración Obama en sus dos mandatos: alrededor de 95.000 millones de dólares. El interés económico de ambos asegura los lazos entre Washington y Riad.

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