La canciller alemana Angela Merkel
La canciller alemana Angela Merkel - AFP

La gran coalición da la espalda a Merkel

El vicecanciller alemán Sigmar Gabriel ha afirmado que «el Estado debe hacer mucho más para retomar el control» en la crisis de los refugiados

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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El vicecanciller alemán Sigmar Gabriel, también ministro de Economía y presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), había permanecido hasta ahora en un discreto segundo plano en la crisis de los refugiados. Callando y, por tanto, otorgando a la política de puertas abiertas de Merkel, a la que se ha opuesto encarnizadamente, en cambio, el partido conservador bávaro CSU. Ese tenso equilibrio en el seno de la gran coalición de gobierno alemana ha sufrido esta mañana una seria sacudida con la entrevista que Gabriel ha concedido a Süddeutsche Zeitung, en la que reconoce que «el Estado debe hacer mucho más para retomar el control» en la crisis de los refugiados.

El contexto de estas declaraciones es una constante entrada de solicitantes de asilo

de entre 7.000 y 8.000 personas al día. Solamente en Berlín, es cerrado a diario un nuevo polideportivo para servir de albergue provisional e incluso 500 refugiados han sido instalados en el edificio que fue la sede de la temible policía de la RDA, la Stasi.

«Es absolutamente necesario» imponer cuotas a la entrada de refugiados sirios, ha dicho Gabriel, que menciona también la «necesidad de controlar sus movimientos». «Eso es lo que espera cualquier ciudadano de su gobierno», ha zanjado, adoptando ahora una postura frontalmente opuesta a la de la canciller Merkel, que sigue rechazando establecer un límite concreto al número de refugiados que reciba Alemania y se centra en la reducción del flujo con diversas medidas indirectas.

Mantener esa línea le acaba a de costar a Merkel el momento más bajo de su carrera política, escenificado en el congreso que la Unión Socialcristiana (CSU), ala bávara de su propio partido, celebraba el pasado fin de semana. Su líder, el presidente de Baviera Horst Seehofer, obligó a Merkel a permanecer en el escenario durante los larguísimos minutos en los que exigía un límite concreto a la entrada de refugiados, ante el evidente disgusto de la canciller. «Seehofer humilla a Merkel», fue la conclusión del popular e influyente Bild Zeitung.

Merkel, en ese congreso, se negó una vez más a prometer un límite concreto, pero se mostró confiada en el que el flujo se reducirá con las medidas que viene tomando el Gobierno, que incluyen una aceleración de los procedimientos de reconocimiento de asilo. Eso supone también la expulsión del país de aquellos que no tenga un motivo válido para pedir asilo, con lo que se aumentan las posibilidades de aquellos que sí necesitan protección. «De esta manera, conseguiremos reducir la cifra de refugiados teniendo en cuenta el interés de todos al contrario de lo que ocurriría fijando un límite nacional concreto», dijo la canciller.

Los más estrechos colaboradores y hombres de confianza de Merkel, que cada día son menos, insisten en que la solución tiene que ser europea, con un reparto justo de las cargas y con una cooperación con Turquía. Insisten además en mantener los asuntos refugiados y terrorismo en dos líneas paralelas que nunca llegan a encontrarse.

Sin embargo, y a pesar de la incertidumbre que la crisis de los refugiados ha inyectado en el día a día de Alemania, el electorado permanece fiel a Merkel. Una encuesta realizada por la televisión ARD señala que su partido seguiría siendo el más votado si se celebrasen hoy elecciones, con un 37,5% de los votos. El 82% de los encuestados la considera «inteligente» el 62% «una canciller fuerte» y el 55% la describe como «valiente».

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