El Gobierno turco busca los restos de Khashoggi en un parque de Estambul

La Casa Blanca dará más tiempo a Riad para que dé una «explicación creíble» de la desaparición

Policías turcos en las tareas de investigación en el consulado saudí en Estambul EFE / Vídeo: Las claves del caso Khashoggi, en vídeo

David Alandete

Los agentes saudíes sospechosos de matar, descuartizar y disolver en ácido al periodista Jamal Khashoggi se deshicieron de sus restos en una gran zona boscosa al norte de Estambul, según creen los investigadores turcos que trabajan en el caso. Este jueves, estos batieron una de las entradas del parque Belgrado, a seis kilómetros del consulado donde desapareció Khashoggi el 2 de octubre , y hasta la que se acercó aquel mismo día una furgoneta negra adscrita a la delegación saudí en Turquía.

Ante la resistencia de la Corona saudí a admitir cualquier responsabilidad en la ejecución de Khashoggi, los agentes turcos han acometido una investigación exhaustiva con el análisis de vídeos de 150 cámaras de seguridad y grabaciones de sonido tomadas dentro del consulado en Estambul el mismo día de la desaparición. Han hallado que 14 coches entraron y salieron del consulado aquella jornada. Por la tarde, la furgoneta diplomática fue y volvió al parque en un corto viaje, y sus ocupantes se deshicieron de un GPS que habían roto previamente, según varios diarios progubernamentales turcos.

Las grabaciones apuntan a que Khashoggi fue drogado y golpeado en el consulado, para luego ser descuartizado y sus restos disueltos en ácido . En una de las cintas, facilitada a la inteligencia norteamericana, se escucha al cónsul, Mohamed al Otaibi, decir: «Hacedlo fuera. Me vais a meter en un lío». Uno de los agentes le responde: «Cállate. Si quieres seguir con vida cuando vuelvas a Arabia Saudí, cállate». De hecho Al Otaibi, que regresó a Riad el martes, ha sido relevado del puesto y se halla bajo investigación.

La policía turca también ha registrado la residencia del cónsul, situada a 500 metros de la delegación diplomática. Todas sus conclusiones se han ido poniendo en conocimiento del Gobierno norteamericano. Ayer, el secretario de Estado [ministro de Exteriores], Mike Pompeo, regresó a Washington de un viaje a Arabia Saudí y Turquía, y se vio con Donald Trump, a quien informó de sus hallazgos. Tras esa reunión, Trump admitió finalmente que «ciertamente parece» que Khashoggi ha muerto, algo que puede tener «consecuencias muy severas» .

Según dijo el jefe de la diplomacia norteamericana en declaraciones a la prensa, los saudíes le han prometido «que harán una investigación completa y exhaustiva de todos los hechos relativos al señor Khashoggi y lo harán con toda la rapidez posible». Para ello le han pedido más tiempo para poder finalizar sus pesquisas.

Los diplomáticos saudíes no permitieron a los investigadores turcos acceder al consulado hasta el lunes. Entonces varias habitaciones habían sido limpiadas y pintadas. Les queda poca duda, sin embargo, de que Khashoggi murió allí y de que sus ejecutores fueron los 15 saudíes que volaron ese día a Turquía desde Riad. Uno de ellos aparece en un vídeo de seguridad entrando en el consulado a las 09.55, hora local. Se trata de Maher Mutreb, miembro del equipo de seguridad del Príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, a quien acompañó en su visita a Madrid en abril.

Esas imágenes invalidan la excusa dada por la corona saudí a EE.UU. de que no ordenó la ejecución del periodista disidente y de que si ocurrió fue obra de un grupo de militares que actuaba por su cuenta. Han sido identificados ya los 15 saudíes que entraron en Estambul horas antes de la muerte de Khashoggi. Entre ellos hay miembros de la Guardia Real y de la Fuerza Aérea, además del jefe forense de los servicios de seguridad saudíes, Salah al Tubaigy. En otra grabación, este último recomienda a los demás hombres que escuchen música mientras descuartiza el cadáver.

Jamal Khashoggi, que era ciudadano saudí, residía en Estados Unidos., donde trabajaba como columnista para «The Washington Post». Ayer, este diario publicó su última tribuna, al dar ya por hecha su muerte. «Los Gobiernos árabes tienen carta blanca para seguir silenciando a los medios de forma creciente», escribió el periodista en el que ya es su último texto.

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