La gira de despedida de Merkel

En Berlín aumentan los rumores sobre la intención de Merkel de, una vez pasadas las elecciones europeas de mayo, facilitar el relevo definitivo a Kramp-Karrenbauer

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No es una novedad que los jefes de gobierno tiendan a inclinarse hacia la política exterior en los periodos finales de sus últimas legislaturas, pero Merkel, más que inclinar, escora hasta la línea horizontal. Ajena a todo debate político nacional , en los que ni siquiera interviene, y dejando intencionalmente espacio abierto para su sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer , que por prudencia y sentido del momento político tampoco se lanza todavía al ruedo, Merkel permanece en silencio mientras las Juventudes Socialdemócratas alemanas, por ejemplo, proponen abiertamente nacionalizar empresas como BMW, o ante los movimientos de partidos de extrema derecha de diferentes países para formar un grupo común en el próximo Parlamento Europeo. De eso hablará hoy, sin duda, el vicecanciller austriaco Christian Strache, líder del FPÖ, aprovechando su visita oficial a Hungría con Viktor Orbán .

El último acuerdo de gran coalición, firmado por la CDU de Merkel y los socialdemócratas del SPD, contiene una cláusula de revisión del pacto a mitad de legislatura, plazo que se cumplirá después del verano. En Berlín aumentan los rumores sobre la intención de Merkel de, una vez pasadas las elecciones europeas de mayo , facilitar el relevo definitivo a Kramp-Karrenbauer, poner fin a la gran coalición y adelantar las elecciones. La situación en las encuestas del SPD sigue resultando lamentable, con entre el 15% y el 18% frente al 32% de la CDU según diferentes sondeos, y el momento se presentaría propicio para la canciller y su partido. La transición desde la era Merkel a la era post Merkel podría ser consumada con éxito, un éxito que Merkel mide personalmente en términos de estabilidad.

Así las cosas, y fiel a la hiperactividad que ha caracterizado a la canciller alemana durante cuatro legislaturas consecutivas, Merkel no para, pero centra sus esfuerzos en el ámbito internacional. Ahora mismo está embarcada en una gira por África, luchando en los países de origen, a cincuenta grados a la sombra, contra la inmigración ilegal y el tráfico de personas. Y viviendo aventuras que surtirán de anécdotas inenarrables al equipo que la acompaña. Las fotografías que han llegado a Berlín de alguno de los hoteles de Niger en los que se ha hospedado la canciller alemana ponen de manifiesto que a Merkel no la para ningún insecto, sea cual sea su tamaño, y que se está dando el gusto en esta etapa final de su mandato de llegar allí donde en periodos anteriores no podía permitirse políticamente. En Níger, por cierto, ha pedido más apoyo internacional para combatir a los grupos armados que operan en los países del Sahel africano y, en su visita a una organización de derechos de la mujer, ha señalado el continente en el que los movimientos feministas tienen realmente un amplio campo de trabajo real.

Y mientras se concentra en los asuntos africanos, Merkel permanece ausente del que ha sido su gran tema legislatura tras legislatura: Europa. En vísperas ya de una campaña electoral que desembocará en una votación decisiva, Merkel invirtió la semana pasada su tiempo y trabajo en una sorprendente cumbre con los líderes de los países de los Balcanes occidentales para tratar de que Serbia y Kosovo retomen el diálogo. Mientras la mayoría de los periodistas acreditados se veían obligados a tirar de documentación para averiguar qué está pasando exactamente entre Serbia y Kosovo, un asunto tan alejado de la agenda europea, Macron rebajaba expectativas sobre el encuentro informal y Merkel aclaraba que de la cumbre sólo se podía esperar «un primer paso en un largo camino».

Tanto fuentes de la Cancillería de Berlín como otras si cabe más rotundas de la Casa Konrad Adenauer, confirman que entre Merkel y su sucesora el entendimiento es absoluto, incluso roza la «complicidad». Sugieren que el manejo de tiempos y prioridades de la canciller está diseñado en función de una transición tranquila y estabilizadora al frente de la CDU y posiblemente también de la sede del gobierno de Alemania. Aseguran que el bajo perfil de Merkel en la campaña de las europeas ha sido acordado entre ambas y responde al deseo de Merkel. Tanto esta campaña como la próxima alemana se independizarán de su figura, de manera que Kranp-Karrenbauer pueda reorientar el partido en cuestiones electoralmente importantes como la inmigración y la política empresarial. En este último punto jugará un papel importante Friedrich Merz, que perdió contra AKK la batalla por hacerse con la presidencia dela CDU pero que será incluido en el organigrama de poder del próximo gobierno, si todo fluye según el plan trazado por las dos políticas cristianodemócratas.

El balance de la gestión de Merkel al frente de la CDU y de Alemania, que ella misma considera «razonablemente positivo», cobrará su auténtico peso con el paso de los años. «Naturalmente puede haber cometido errores, todos somos humanos, pero su permanencia en el tiempo y su liderazgo en Europa y en el partido garantizan ese balance: estamos hablando de una figura histórica de la política alemana», defienden desde la oficina de AKK. Pero en el último tramo de camino hasta ese balance, la prioridad de Merkel parece ser no echar ningún borrón de última hora y culminar la que se ha propuesto como su última tarea al servicio de Alemania: propiciar que a su marcha el partido no sufra movimientos sísmicos.

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