Germany First

El grosero oportunismo de Trump llega hasta la revuelta antiinmigración contra el Gobierno Merkel

Pedro Rodríguez

El hecho de que precisamente un país como Alemania reafirmase la dignidad humana abriendo sus fronteras hace tres años a 1,4 millones de refugiados procedentes de Siria, Afganistán e Irak no debería suponer el final de una líder como Angela Merkel. Sin embargo, la contagiosa revuelta anti-inmigración que se extiende por Europa también llega al país que mayor generosidad ha demostrado durante este inquietante ciclo político jalonado por dilemas morales.

La canciller ha descubierto que sus peores enemigos no son otros que sus correligionarios de Baviera, encabezados por su crítico ministro del Interior, Horst Seehofer. La mayor parte del éxodo de personas en busca de asilo en Alemania ha entrado precisamente por Baviera, que comparte una frontera con Austria de 800 kilómetros. Y aunque al inicio la bienvenida fue memorable, con el compromiso del gobierno de Múnich de garantizar una cama a cada emigrante, la buena voluntad se ha esfumado.

Baviera ha sido también durante décadas un bastión electoral para los democratacristianos de la CSU. El problema es que la cómoda mayoría absoluta de los conservadores bávaros se encuentra ahora cuestionada de cara a las elecciones previstas en octubre. Sobre todo, con la creciente popularidad de Alternativa por Alemania que está forzando la radicalización de otros partidos y el abandono del principio de corresponsabilidad generado tras la Segunda Guerra Mundial.

Por supuesto, el grosero oportunismo de Trump ha llegado también hasta el aspecto más divisivo de la política alemana. El presidente tuiteó ayer que la tasa de criminalidad en Alemania se ha disparado por la inmigración. Un argumento falaz acompañado por un mensaje supremacista: «Gran error se ha cometido por toda Europa permitiendo la entrada de millones de gentes que de forma tan fuerte y violenta están cambiando su cultura».

Esto lo dice un presidente que durante un periodo de seis semanas, que terminó el mes pasado, ha separado a 1.995 menores de sus padres cuando intentaban entrar sin papeles en territorio de EE.UU. Germany First no es una solución, es una receta para el desastre.

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