La gangrena islamista del lago Chad

Al menos 1.100 escuelas han sido destruidas por los radicales de Boko Haram en lo que va de año en la región, mientras 2,5 millones de personas han sido desplazadas

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Eran las primeras horas del 3 de enero y el terror comenzaba a asomarse a la ciudad de Baga.

«Quemaron hasta los cimientos 16 aldeas y pueblos. Incluidos Doron Baga, Mile 4, Mile 3, Kauyen Kuros y Bunduram», denuncia Musa Bukar, jefe del gobierno en la zona. Ese día, los rebeldes nigerianos de Boko Haram emprendían una oleada de ataques contra la población civil en 16 localidades situadas en el estado de Borno, al noreste del país y en los confines con el lago Chad. La masacre se prolongó durante cinco días.

Fuentes locales aseguran que, de los 10.000 habitantes con los que contaba el asentamiento, cerca de dos mil desaparecieron, mientras decenas de cadáveres se apilaron en las calles durante varias jornadas.

En las imágenes por satélite, donde se ofrece el antes (2 de enero) y el después (7 del mismo mes) de la embestida islamista, es patente la destrucción, parcial o total, de 3.700 estructuras en estas localidades.

Entonces, la matanza fue calificada como el «acto más letal» de Boko Haram.

Diez meses después de los crímenes cometidos en Baga, no obstante, la gangrena a orillas del lago Chad continúa. El lunes, Naciones Unidas denunciaba que las actividades de Boko Haram en la región, así como las operaciones contra la los rebeldes, han dejado más de 2,5 millones de desplazados en Nigeria, Camerún, Chad y Níger (los cuatro países que bordean este cruce de caminos). De igual modo, al menos 1.100 escuelas han sido destruidas por los radicales en lo que va de año.

Ya el día 10 de este mes, el Gobierno de Chad había impuesto el «estado de emergencia» en la zona. La medida de excepción se producía después de que dos mujeres se inmolaran en una mezquita de la vecina Camerún, una acción que se cobró la vida de otras tres personas, y un día después de un ataque similar en el propio territorio chadiano.

El plazo se acaba

A mediados de agosto, el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, había otorgado al Ejército un plazo de tres meses para derrotar a Boko Haram. Entonces la esperanza se encontraba puesta primero en la nueva fuerza regional, comandada por Nigeria y con tropas de Camerún, Chad, Benín y Níger, y que debe ser el impulso final frente a los islamistas.

Sin embargo, la reciente aparición de Chad en el conflicto contra Boko Haram, quien combate a los islamistas de la mano de Nigeria, también es cierto que ha sido un catalizador del cambio bélico, provocando la retirada de la mayor parte de las fuerzas yihadistas hacia su reducto del bosque Sambisa. Y una cierta vergüenza regional con respecto al Gobierno pasado de Goodluck Jonathan. A principios de este año, el propio presidente de Chad se quejaba de la falta de liderazgo de Nigeria en su lucha contra Boko Haram.

En segundo término, el operativo acrecienta sus expectativas ante los problemas internos a los que se enfrenta el grupo radical. En verano, el presidente de Chad, Idriss Deby, aseguraba que Abubakar Shekau, hasta ahora líder de la milicia, había sido reemplazado en el cargo por Mahamat Daoud. La presunta elección del desconocido Daoud (antiguo comerciante de perfumes) demostraría el peso específico logrado por Estado Islámico sobre los rebeldes, tras la alianza hecha oficial el pasado marzo. Desde entonces, Shekau se muestra ausente de los comunicados del grupo.

Ganado y agonía financiera

Como señalaban en aquellos días a ABC líderes religiosos locales, «la entrada de Chad en el conflicto se debe a un solo motivo: su agonía financiera».

El análisis tiene su explicación en la industria bovina. Ante el incremento de los combates, a comienzos de año, los ganaderos de Chad se encontraban ahogados territorialmente, al no poder vender sus animales en la vecina Nigeria. Por ello, en esas fechas, el precio de éstos se había reducido en casi un 50%. A ello se une la muerte de hasta 8.000 reses de forma directa por la violencia.

La primera de las grandes victorias de Chad en el campo de Marte islamista se remonta al 4 de febrero, cuando sus fuerzas acabaron con hasta 300 miembros del grupo radical en un solo operativo lanzado en la localidad de Gamboru, frontera entre Camerún y Nigeria (las cifras no se encuentran confirmadas de manera independiente).

Igual de determinante resulta, también, su colaboración en la reconquista de la localidad de Baga, en manos de Boko Haram y cuyo asedio ofrece el abismo del horror yihadista

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