La victoria de Bolsonaro en las elecciones presidenciales del 28 de octubre ha sido como un jarro de agua fría. Homófobo declarado, ha llegado incluso a afirmar que "sería incapaz de querer a un hijo gay". Pero frente a esta escalada de extremismo y odio, los jugadores de este equipo integrado exclusivamente por homosexuales siguen jugando al fútbol, rechazando cualquier clase de intimidación por su orientación sexual. Desafían también los estereotipos de género: les estrena una mujer. "Creo que en el futuro próximo, 2019, o como algunos dicen, 1964, la gente nos verá como la resistencia", cuenta Vinicius Pellegrino, uno de los jugadores, y recalca que se puede amar el fútbol sea cual sea la orientación sexual. Brasil es uno de los países más peligrosos para este colectivo: 445 personas han sido asesinadas en 2017, un 30% más que el año anterior.
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