Francia elige sin ilusión a su presidente: «He votado para decir no a los extremos»

Aunque todavía se desconocen los datos definitivos de participación, a mediodía eran del 26,4 por ciento, al menos dos puntos menos que en 2017

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Marine Le Pen y Macron votan este domingo ABC / Vídeo: Atlas
Silvia Nieto

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Aunque las previsiones anunciaban lluvia para el fin de semana, París ha amanecido este domingo con el cielo despejado, listo para que sus vecinos se desplazaran a los colegios electorales y votaran en la segunda vuelta de los comicios que enfrentan al presidente de Francia, Emmanuel Macron , con la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen . Cerca de la estación de Montparnasse, a eso de las diez, no había demasiada gente en el colegio de la rue Pierre Castagnou, en el distrito 14. Antoine , de 40 años, muy alto y con gafas de sol, explicaba que lo más importante era que la gente acudiera hoy a las urnas, mientras sus hijos jugaban en un parque cercano. «En estas elecciones, es cierto que hay dos candidatos muy diferentes el uno del otro. Nosotros somos lo que se llama 'boomers', estamos a punto de jubilarnos, y preferimos un presidente que sea tranquilo y profesional», señalaba por su parte Christian , de 61 años, que no ocultaba que había votado por Macron. Poco despues, Françoise , de 70 años y un poco reticente a hablar con la prensa, se limitaba a calificar de «catástrofe» la situación políica en Francia, negándose a comentar sus preferencias, pues juzgaba la pregunta «muy personal».

Continuando el camino, en el colegio electoral de la rue Boulard, situado en una escuela próxima al cementerio de Montparnasse, tampoco se veía demiado ajetreo. En su puerta, junto a los carteles de campaña de Macron y Le Pen, una madre y su hija discutían sobre su voto en las presidenciales, mientras un periodista francés, que asistía a la escena tomando notas, explicaba que su oficio no le permitía hacer comentarios sobre la situación. Para esa ahora, cerca de las once de la mañana, varias figuras políticas francesas de estatura nacional ya habían acudido a las urnas. Se trataba del ex primer ministro Édouard Philippe , ahora alcalde de Le Havre; de la presidenta del consejo regional de Isla de Francia y candidata de Los Republicanos, Valérie Pécresse ; de la alcaldesa de París y candidata del Partido Socialista, Anne Hidalgo ; y del líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon . Los protagonistas de la jornada, Macron y Le Pen, todavía se harían esperar un poco.

Terrazas y mercadillos

A la altura del bulevar Edgar Quinet, un mercadillo a rebosar recordaba que, además de las elecciones, hoy es domingo, y que la gente quizá disfruta más de su vida cotidiana que de unas presidenciales, por decisivas que sean. Beneficiándose del sol y la buena temperatura, las terrazas estaban hasta arriba. En la rue de Huyghens, cerca del liceo Paul Bert, se hallaba otro colegio electoral. Como los dos centros anteriores, no parecía que hubiera demasiada afluencia. Allí conocíamos a Jessica , de 39 años, y su amiga, con la que curiosamente compartía edad y nombre. Ambas cuidaban de unos niños, a los que advertían que tuvieran cuidado con los escasos coches que cruzaban la calle. «Estoy muy deprimida y basante triste. Voté por convicción en la primera vuelta, porque sabía que en la segunda sería privada de hacerlo. Ahora he votado, en mi opinión, para decir no a los extremos », respondía la primera. «Comparto completamente su punto de vista. No he elegido por convicción, he hecho una elección cívica, para conservar las libertades de la República y la apertura a los demás. No podemos volver al pasado. No votamos por alguien, votamos contra alguien», añadía la segunda. «Yo voté a Yannick Jadot , porque era al que realmente tenía ganas de defender, y porque votar es expresar nuestra voz», explicaba de nuevo la primera, partidaria de los ecologistas. Con el 4,63 por ciento de los votos, Jadot pidió el voto para Macron tras ser derrotado hace dos semanas.

Terraza con un mercadillo al fondo en la intersección del bulevar Raspail con el bulevar Edgar Quinet S.N.

Despidiéndonos de esta pareja de amigas, seguimos bajando por el bulevar Raspail, en el que descubrimos la estatua de Balzac junto a un cartel de Le Pen. Poco después, la candidata de extrema derecha votaba en la localidad de Héninc-Beaumont, en el norte de Francia, antes de regresar a París para los actos previsos esta noche. En un quiosco de la rue de Rennes, la portada de la revista ' Franc Tireur ' recordaba uno de los aspectos más controvertidos de esta campaña, la polémica sobre la financiación rusa de Agrupación Nacional. «No jugar a la ruleta rusa», rogaba el titular, junto a un dibujo en el que una Marianne, el símbolo de la República francesa, apretaba un revolver del que salía la llama que sirve como distintivo al partido lepenista. Un poco más adelante, una pegatina reclamaba «Todo salvo Macron». El presidente, por su parte, depositaba su papeleta en Touquet, también al norte del país.

Baja participación

Por primera vez desde el inicio del paseo, la cola para votar en el colegio electoral situado en la biblioteca André Malraux, en la intersección entre la rue de Rennes y el bulevar Raspail, sí era notable. «Todo me parece jugado desde el antes», señalaba Albin , de 30 años, que sostenía el libro que leía en la cola. «Dicen que va a haber una gran abstención. No lo sé. Ya veremos», añadía luego, y afirmaba, antes de despedirse, que creía que la victoria iba a ser para Macron. Aunque todavía se desconocen los datos definitivos de participación, a mediodía eran del 26,4 por ciento, al menos dos puntos menos que en 2017.

Cola en el colegio electoral de la biblioteca André Malraux S.N.

Ya en el barrio de Saint-Germain-des-Prés, una concentración de fieles ucranianos, que celebraban la Pascua ortodoxa en la iglesia de San Volodímir el Grande, alegraban la mañana parisina. Sosteniendo cestas de mimbre y vestidos con las blusas tradicionales de su país, blancas y bordadas con formas geométricas, la multitud se alejaba del templo después de recibir la bendición del pope. «Para mí, es mejor que gane Macron», comentaba Pavel , de 37 años, que prefería no hablar sobre la invasión rusa de su país y se limitaba a señalar a su hija, ya nacida en Francia y que, como explicaba risueño y con un punto de orgullo, hablaba francés mejor que él.

A apenas unos metros, con las terrazas llenas en las míticas braserías Café de Flore y Les Deux Magots, un quiosco exponía la portada de la revista 'Marianne', que, con fotos de Macron y Le Pen, pedía: «A pesar de la cólera... evitar el caos». Descendiendo por callecita cercana, junto al colegio electoral de la rue Saint-Benoît, una mujer, vestida con gafas de sol y una camiseta rosa, señalaba a la periodista y le pedía: «¡Vote bien!» Informada de que veníamos del extranjero y eso no iba a ser posible, la señora, llamada Victoire «por Chales de Gaulle, porque nací en la guerra», y de 81 años, aceptaba explicar su punto de vista. «He votado contra, voté contra en la primera vuelta y voto contra en la segunda. Voto contra Macron, porque, para mí, es un mondialista, y, aunque Marine Le Pen no es necesariamente lo que habría querido, ella defiende Francia », sostenía, antes de despedirse a la japonesa con una inclinación y un inesperado «arigato».

El resultado, todavía, está en el aire.

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