El ministro de Economía de Francia, Emmanuel Macron
El ministro de Economía de Francia, Emmanuel Macron - EFE

París avisa de que no contendrá a los refugiados si Londres sale de la Unión Europea

Emmanuel Macron ha expuesto las consecuencias que acarrearía el «Brexit», sobre el que se pronunciarán los ciudadanos británicos en referéndum el próximo 23 de junio

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El «Brexit» podría tener consecuencias no deseadas para la seguridad fronteriza del Reino Unido. Si los británicos decidiesen abandonar la UE, tras el referéndum del próximo junio, Francia «dejaría en libertad» a los refugiados que se encontrasen en su territorio y que desearan intentar llegar a las costas británicas por sus propios medios.

Esta fue la advertencia que lanzó este jueves Emmanuel Macron, ministro francés de Economía, en una entrevista al diario «Financial Times». Expresado crudamente: si Londres deja la Unión, Francia se desentenderá del control de la frontera británica en el Canal de la Mancha. Focos de extranjeros indocumentados como el de Calais, donde las fuerzas de seguridad francesa «cooperan» estrechamente con las británicas, podrían convertirse en un puerto franco para la inmigración ilegal con destino a las islas.

Las palabras de Macron llegaron el mismo día en el que los líderes francés, François Hollande, y británico, David Cameron, se encontraban en una cumbre bilateral en Amiens. El problema de los refugiados y la gestión de la seguridad a ambos lados del Eurotúnel fue uno de los pívotes de su reunión. Y Hollande, aunque no llevó la amenaza tan lejos como su ministro, reforzó su mensaje vaticinando que el «Brexit» tendría «consecuencias» en el acceso al mercado único, en el sistema financiero, el desarrollo económico o la circulación de las personas y también «en la gestión de los flujos migratorios».

Cameron prometió elevar a 80 millones de euros las ayudas del Reino Unido a Francia para contribuir a financiar la labor policial y social que ahora asume París en virtud del acuerdo de cooperación suscrito entre ambas capitales en 2003. La Comisión Europea ofreció a París y Londres entre 200 y 300 millones el año pasado, con el fin de «aliviar» el coste de este desafío conjunto. Hollande no pretende una revisión de los acuerdos, pero sí un compromiso más enérgico de Cameron. Por eso, ayer le reclamó un incremento «sustancial» de la aportación británica a cambio de su compromiso de seguir ocupándose de la gestión del problema de Calais, donde el desmantelamiento de los campamentos de refugiados continuó ayer en medio de nuevos incidentes.

El plan inicial de ambas cancillerías era dedicar la cumbre a la celebración del ajado recuerdo de la gloria militar compartida durante la Primera Guerra Mundial. El cementerio franco-británico de Pozières, donde reposan los restos de centenares de miles de víctimas de la legendaria batalla del Somme, del año 1916, en la que murieron 400.000 soldados ingleses y 200.000 franceses, era el enclave elegido para escenificar la unidad de ambas naciones europeas. Pero el drama de los refugiados y la incertidumbre que genera el referéndum británico sobre la permanencia en la UE se apoderó del encuentro. El drama en torno al pudridero humano, social, y político en que se ha convertido el asentamiento de Calais (a pocos kilómetros de Amiens) forzó a ambos dirigentes a abordarlo con prioridad.

Resistencia en Calais

Tuvieron que hacerlo en un clima entre trágico y esperpéntico. Un grupo de iraníes asentados en Calais «recibió» a la pareja Hollande-Cameron «cosiéndose» los labios con alfileres y enarbolando pancartas que decían: «Somos seres humanos» «¿Dónde está la libertad?» «¿Dónde está la democracia?». Intentando preservar a ambos gobernantes del «choque emocional» de tan truculentas imágenes y manifestaciones, el prefecto del departamento de Pas-de-Calais, representante del Estado, reaccionó con determinación: «Tales actos solo pueden suscitar la más viva emoción. Todo se hará para que esas personas reciban los auxilios necesarios. Sin embargo, nada justifica tales extremismos. Y el desmantelamiento del campo continuará su curso».

Mientras los efectivos de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS), pertrechados con equipo militar, blindaban la cumbre, bandas de activistas y grupos de «sin papeles» prolongaban su resistencia contra los desalojos y el derribo de sus refugios. Pese al problema de orden público que suponen, el Ministerio del Interior sigue sin dar cifras de cuántos clandestinos traslada a centros de acogida.

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