Niños logran salir del colegio de Peshawar, en diciembre de 2014
Niños logran salir del colegio de Peshawar, en diciembre de 2014 - REUTERS

Estudiantes y profesores, objetivo del terrorismo yihadista

Pakistán es el país más golpeado en cuanto ataques a sus centros educativos, con 450 víctimas en 850 ataques, pero no es el único

MADRID Actualizado: Guardar
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Ayer habían sido reforzadas las medidas de seguridad en la universidad Bacha Khan, en Charsadda, al norte de Pakistán. No existía una amenaza concreta de ataque, pero sí la sospecha de que se podía producir un atentado en algún centro educativo de la zona. Varias escuelas cerraron como medida de prevención. Sin embargo, la tragedia no pudo evitarse. Terroristas, armados con kalashnikov, dejaron 21 muertos, entre estudiantes y profesores.

El principal grupo talibán paquistaní, el TTP, se desvinculó del ataque, después de que medios locales aseguraran que un líder de ese grupo había reivindicado el asalto.

Pakistán es el país que más víctimas suma por ataques a centros educativos: 450 muertos en 850 ataques a lo largo de cuatro décadas.

El más grave tuvo lugar en diciembre de 2014, solo a 50 kilómetros de Charsadda. El ataque perpretado por talibanes, grupo que siempre ha mostrado su rechazo hacia la educación, tuvo lugar contra un colegio de Peshawar. Se saldó con la muerte de casi 150 personas, 132 de ellas eran niños.

Los colegios suelen ser objetivo de los talibanes en Pakistán, en especial las escuelas para niñas. El ejemplo más emblemático de estos ataques sexistas tiene nombre propio, Malala, una adolescente que junto a otras compañeras fue atacada, en octubre de 2012, por un miliciano del TTP, grupo terrorista vinculado a los Talibanes. La niña, gravemente herida, logró sobrevivir y pocos años después se convirtió en un símbolo de la lucha por el derechos de las niñas a recibir educación. En 2014 fue galardonada con el premio Nobel de la Paz por lo que representaba.

Envenamiento de niñas

Los ataques a escuelas por impartir clases a niñas son innumerables en el mundo musulmán, en particular en aquellos países donde ejercen poder los talibanes. Es el caso de Afganistán. En 2012 se produjeron numerosos envenamientos en centros educativos que obligaron a hospitalizar a más de trescientas niñas entre los 7 y los 18 años.

Otro grupo terrorista que intenta erradicar la educación occidental es Boko Haram, grupo terrorista tristemente célebre tras el secuestro de 200 estudiantes de secundaria en Chibok en abril de 2014. Nunca se llegó a rescatar a todas las jóvenes, muchas de las cuales fueron casadas a la fuerza con miembros del grupo terrorista y quedaron embarazadas. La indignación social derivó en campañas como #BringBackOurGirls, en la que participó la propia Michelle Obama, pero los resultados no fueron muy positivos. Según Amnistía Internacional, Boko Haram ha secuestrado 2.000 niñas y jóvenes desde enero de 2014 para convertirlas en esclavas sexuales.

Manifestación de protesta por el secuestro en abril de más de 200 niñas en un internado
Manifestación de protesta por el secuestro en abril de más de 200 niñas en un internado - AFP

Según publica «Política Exterior», solo en Nigeria, cerca de 600 profesores han sido asesinados desde el inicio de las actividades terroristas del grupo. «El clima de inseguridad ha hecho que cientos de profesores y empleados de los centros educativos, en especial en las regiones de norte y noreste, hayan abandonado sus puestos de trabajo. Nigeria Union of Teachers tiene constancia de que más de 19.000 profesores han sido desplazados, mientras que 272 han perdido la vida a manos de los ataques de Boko Haram solo en el estado de Borno». A esto se suma que los niños están abandonado las aulas por miedo «a ser secuestrados y utilizados como terroristas suicidas».

Estudiantes cristianos

En cuanto a ataques masivos a universidades, el de Pakistán no es el único caso. La pasada primavera, el campus de Garissa, en Kenía, fue conocido en todo el mundo tras ser atacado a principios de abril de 2015 por terroristas del grupo Al Shabab, dejando 147 muertos, la mayoría cristianos que sufrieron un enfrentamiento que duró horas. La milicia somalí, que ha realizado numerosos ataques en suelo keniano, se responsabilizó del atentado y afirmó que había dejado escapar a los estudiantes musulmanes.

Supervivientes de la matanza de Garissa en un campo de refugiados
Supervivientes de la matanza de Garissa en un campo de refugiados - REUTERS
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