Los estudiantes exigen la dimisión de Ortega en el diálogo de paz

La Conferencia Espiscopal de Nicaragua pide que cese la represión

El presidente Ortega y su esposa, la vicepresidenta, durante la primera jornada de diálogo en Nicaragua REUTERS
Adrián Espallargas

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«Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida porque el pueblo es lo que le ha solicitado», así fue el directo y duro mensaje que Lesther Alemán , uno de los líderes estudiantiles en Nicaragua, dirigió al presidente Daniel Ortega durante la primera mesa de las conversaciones de paz entre gobierno y sociedad civil para tratar de buscar una solución al conflicto. Tras medio centenar de muertos en apenas un mes, la Iglesia Católica ha logrado sentar a Ortega, quien gobierna Nicaragua desde 2007, frente a diversos representantes de la sociedad -estudiantes, campesinos y empresarios- en un diálogo para apaciguar la situación en el país centroamericano.

La jornada fue histórica. En vez de enrocarse en el poder y luchar hasta las últimas consecuencias, al estilo de Anastasio Somoza en los 70, Ortega ha abierto una puerta a entablar un diálogo con sus opositores que aún no se sabe muy bien hacia donde llevará. Esta primera jornada, desde luego, deja algo muy claro: las intenciones de las dos partes son muy diferentes: Ortega quiere quedarse y la oposición que se vaya. «Vamos a continuar trabajando para que se pueda fortalecer, enriquecer, el proceso institucional de nuestro país», dijo Ortega en un mensaje que evidencia que no tiene intención alguna, al menos públicamente, de dejar la presidencia de Nicaragua.

Sin embargo los colectivos civiles quieren lograr a toda costa que durante estas conversaciones se llegue a un acuerdo sobre cómo Ortega dejará el poder. «Ustedes son los responsables porque nunca han querido escuchar al pueblo. Hoy el pueblo les manda a decir que ya no los quieren en el poder», comento Medardo Mairena , líder de Movimiento Campesino; «ríndase, ante todo este pueblo», continúo el joven Lesther Alemán. El desencanto entre los grupos opositores, sobre todo los estudiantiles, es tan elevado con Ortega que recibieron la llegada del presidente a la sala con gritos de «asesino».

Replegar a la Policía

La Conferencia Episcopal, por su parte, se centro en pedir al Ejecutivo que cese la represión y solicitarle que devuelva a las fuerzas del orden a los cuarteles como un gesto para apaciguar la dramática situación en el país. «Si quiere usted desmontar la revolución, no es a fuerza de presión de balas de goma y balas de plomo, ni con fuerzas paramilitares. No es una petición, es una exigencia y que se escuche al pueblo», comentó Monseñor Abelardo Mata, miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

No obstante, Ortega indicó que hay muertos de todos los lados e insistió en que no hay ni un solo desaparecido ni preso en Nicaragua. «Usted es el jefe supremo de la Policía Nacional y del Ejército de Nicaragua, por ello le pedimos ahorita mismo ordene el cese de esos ataques, represión y a asesinatos de fuerzas paramilitares, de sus tropas, de las turbas adeptas al gobierno» concluyó Alemán.

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