AFP

Los incendios desatan el caos en Portugal

António Costa, acorralado por la mala gestión de la crisis, mientras las autoridades informaron de la caída de un avión y después lo desmintieron

Corresponsal en Lisboa Actualizado: Guardar
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El devastador incendio de Pedrógao Grande, el más mortífero en la historia de Portugal, no cesa de retratar la nefasta gestión de la crisis por parte de las autoridades. Los lugareños que huían de las llamas recibieron la indicación de dirigirse a la que se convirtió en «carretera de la muerte», incomprensiblemente no cortada al tráfico, pero este martes 20 de junio se vio aún más caos: a media tarde saltaba al primer plano la caída de un avión apagafuegos y, menos de una hora después, se desmentía el accidente.

Un helicóptero del Instituto Nacional de Emergencias se trasladó inmediatamente a la zona, pero el secretario de Estado de Administración, Jorge Gomes, intervino para decir públicamente que no podía confirmar el suceso.

¿Cayó un avión o no? Los portugueses merendaron con tan inquietante pregunta flotando y solo el comandante Vaz Pinto, de la Autoridad Nacional de Protección Civil, arrojó algo de luz cuando se apresuró a explicar que continuaban operativas las 13 aeronaves (dos de ellas españolas) que operaban en ese área para extinguir el fuego.

Otro portavoz dijo que la confusión se debía al hallazgo de un vehículo con caravana cuya bombona de gas, al parecer, explotó. En cualquier caso, se pusieron en marcha las operaciones de búsqueda con el objetivo de verificar si hallaban o no restos de ese o de otro hipotético avión.

Mientras tanto, las llamas no se detienen y se han ido desplazando hacia el distrito de Coimbra para pánico de la población. En esa franja centro-norte, ya ha ardido el equivalente en tres veces al perímetro de Lisboa y Oporto, las dos principales ciudades al otro lado de la frontera.

El incendio de Pedrógao Grande y todos los demás han puesto contra las cuerdas al primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, incapaz de apaciguar la ira popular. Le llueven las críticas, fruto de la indignación ciudadana y de un balance más trágico que nunca por la acción de un fuego demoledor que parece insaciable.

Sin embargo, a él no se le ha ocurrido otra cosa que desviar su responsabilidad a través de un comunicado en el que pide explicaciones al comandante general de la Guarda Nacional Republicana (GNR) y a los presidentes de Protección Civil y del Instituto Portugués del Mar y de la Atmósfera, a quienes insta a una «respuesta urgente».

Esta forma de echar balones fuera no gusta en absoluto a una población demasiado castigada por la destrucción verano tras verano. ¿No se supone que las respuestas tendrían que venir del Gobierno?¿Cómo es posible que António Costa se permita el lujo de lanzar las culpas sobre los cuerpos de salvamento, por mucho que cometieran errores? Las incógnitas flotan en el aire, pese a que las circunstancias meteorológicas eran inusuales y la red de comunicaciones falló. Unas circunstancias añadidas que agravaron la dimensión de los acontecimientos.

Al verse acorralado, Costa trata de aparentar firmeza ante sus compatriotas pidiendo responsabilidades a los que gestionaban la extinción sobre el terreno. El propio jefe del Gobierno pasó las primeras horas en un centro de mando provisional ubicado en Carnaxide, mientras era el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, quien se personaba en el distrito de Leiria para transmitir esperanza a los familiares y amigos de las víctimas.

El incendio generado por un rayo a primera hora de la tarde del sábado 17 de junio continuaba fuera de control al cierre de esta edición. La cercana aldea de Góis tuvo que ser desalojada, y también otras 39 pedanías. El pánico se propagó por esos parajes cercanos, en una reedición del infierno vivido en la madrugada del sábado al domingo.

La situación se pone más y más fea, con Portugal levantándose cada mañana al son de unos sobresaltos sin fin en forma de llamas e impotencia. De norte a sur, el país se paraliza este miércoles a las 13.00 horas (14.00 en España) para guardar un minuto de silencio en memoria de las víctimas, al mismo tiempo que nadie da crédito a la negativa de algunos representantes gubernamentales a admitir más ayuda exterior, tal cual aconteció con una escuadra de bomberos en la frontera con Galicia y que se vio impedida en penetrar en suelo portugués.

Las peregrinaciones al Santuario de Fátima se han reactivado estos días para rogar que no decaiga el coraje y, sobre todo, para encomendarse a la Virgen con el objetivo de hallar el consuelo que apenas logran de las instituciones.

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