La primera ministra británica, Theresa May, este jueves
La primera ministra británica, Theresa May, este jueves - REUTERS
Programa del Partido Conservador

May se envuelve en la bandera social pero recorta ayudas

Retirará los menús escolares gratuitos en Inglaterra y las ayudas para calefacción a los jubilados de clase media

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Theresa May, que cuenta a día de hoy con una media de 15 puntos de ventaja sobre Corbyn en las encuestas, acaba de presentar en el mediodía de este jueves el esperado programa electoral del Partido Conservador, el último que lanza sus propuestas. Lo ha hecho con discurso marcadamente social, que a veces sonaba casi a retórica izquierdista: «Quiero construir una gran meritocracia, un país que funcione para todos y no solo para unos pocos privilegiados».

Sin embargo el texto contradice en parte sus palabras, porque ha asumido algunas medidas antipáticas, como retirar los menús escolares gratuitos para los escolares ingleses o acabar con las ayudas para la calefacción en el caso de los jubilados de clase media.

En el polémico debate sobre la inmigración, vuelve a reeditar la promesa de Cameron en 2014 de reducir el número de llegadas a cien mil anuales, una utopía, pues en los últimos doce meses han sido 273.000. También anuncia que tras el Brexit «se controlará y limitará» la llegada de ciudadanos comunitarios, lo que da a entender que se acabará la libre circulación. El manifiesto, haciendo guiños los votantes de UKIP, llega a acusar a los inmigrantes de crear tensiones en las comunidades británicas. Además endurece el gravamen para las empresas que contraten extranjeros no comunitarios, que pasará de mil libras a dos mil.

En economía May no subirá el IVA, pero el objetivo de la etapa Cameron de cuadrar las cuentas en 2020 se pospone hasta el 2025 y sin mucho énfasis.

Lo que trata de hacer el programa de May es buscar soluciones para pagar la onerosa factura de la dependencia, una carga cada vez más pesada en una sociedad envejecida, y que ahora mismo tiene un déficit de 2.800 millones de libras. Su solución es alambicada. Los ancianos que reciben ayuda social tendrán que pagar más, pero de otro modo más llevadero, pues pospone el desembolso hasta su muerte.

Hasta ahora para establecer lo que debían abonar por el servicio social un jubilado se contabilizaban sus ahorros y acciones. Con la propuesta conservadora se tendrá en cuenta también el valor de su vivienda. Pero con un matiz: solo se abonará la factura a cuenta de la casa a la muerte del pensionista. Además, el listón para quedar exento de pagar pasa de menos de 23.250 libras en bienes y ahorros a cien mil.

El programa conservador invertirá 8.000 millones de libras más en la debilitada sanidad pública en un plazo de cinco años, una promesa que ya había hecho Cameron. También habrá 4.000 millones más para escuelas en Inglaterra y se levantará la prohibición que había establecido Blair sobre las «grammars school», escuelas públicas selectivas a las que acceden solo los mejores alumnos. La propia May estudió en uno de esos centros y los considera un excelente vehículo de ascenso social, aunque los laboristas las ven discriminatorias.

En el Brexit, May enfatizó su deseo de buscar «el mejor acuerdo posible con la UE», un asunto que consideró estelar, hasta el punto que pidió abiertamente el voto «para reforzar nuestra mano en las negociaciones del Brexit». El texto del programa conservador vuelve a recoger la controvertida amenaza de que «es mejor ningún acuerdo con la UE que un mal acuerdo». Sin embargo en su discurso la primera ministra reconoció que el buen futuro del Reino Unido dependerá «de obtener el mejor acuerdo posible».

La primera ministra presentó su programa en Halifax, una ciudad de 85.000 habitantes de Yorkshire, con todo su Gobierno en primera fila y sin militantes. En general su campaña está siendo muy privada, sin baños de masas y pensada sobre todo para las televisiones. Significativamente eligió ese Norte de Inglaterra un tanto deprimido, que se está quedando atrás en la globalización y donde anida un sordo malestar. Allí encaja bien su conservadurismo social, que algunos analistas llaman irónicamente «red tory». Una y otra vez repitió una frase idéntica a las de la liturgia de Corbyn: «No quiero un país que te pregunte de dónde vienes, sino a dónde vas. Quiero un país que funcione para todos y no para unos pocos privilegiados».

El primer programa de May abandona el liberalismo moderno de Cameron y Osborne. Algunas citas del texto son realmente llamativas para el clásico Partido Conservador y Unionista del Reino Unido: «No creemos en los libres mercados sin trabas y rechazamos el culto al individualismo egoísta». Corbyn lo habría firmado. Pero en la práctica esos cantos igualitarios no se han traducido en cifras, por prudencia contable.

En el turno de preguntas, un periodista intentó una comparación entre el thatcherismo y el «mayismo», May lo atajó rápido: «No hay mayismo. Solo buen y sólido conservadurismo».

En resumen, un programa realista, con menos leche y miel de lo que se esperaba, tal vez sabedores de que con la aventura del Brexit llegan días de marejada y apretones presupuestarios.

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